Memoria vaga y selectiva o simple hipocresía
La memoria a veces puede ser vaga o selectiva, y la realidad a veces no es o no era lo que creíamos o nos dijeron, y de esto se trata la columna de hoy, valiéndonos de dos casos que tienen algunos puntos en común, por ejemplo, a los EE.UU., a la OTAN y a RUSIA, también en que el actor principal en cada caso tiene históricos vínculos con el período imperial y con el soviético, y comenzaré cronológicamente, con el más próximo a nuestro presente.
CASO 1): Todo empezó el 7 de agosto de 2008 en el Cáucaso, cuando dos regiones de la República de Georgia, Osetia del Sur y Abjasia declararon su secesión e independencia, ante lo cual el gobierno georgiano a cargo de Mijeil Saakashvili, planificó y ordenó operaciones militares para recuperar el control de las dos provincia rebeldes, y se denominaron, “Campo Limpio” para Osetia del Sur y “Roca” para Abjasia, sin embargo, los separatistas contaron con el apoyo militar de Rusia, por lo que ante el desbalance de poder bélico, el conflicto armado se decidió en apenas cinco días, con la victoria de los rebeldes y las tropas rusas, y un Acuerdo de Alto el Fuego.
Las consecuencias de este breve conflicto fueron, el desplazamiento de más de 130 mil personas, la muerte de 2.100 por las acciones de la fuerzas georgianas, en ataques indiscriminados contra la población civil, por otro lado, Rusia utilizó munición prohibida por las convenciones internacionales, como ser “bombas racimo”, y tanto los presidentes de Osetia del Sur, Eduard Kokoity, como el de Rusia, Dmitri Medvedev, denunciaron “genocidio” o “limpieza étnica” sobre el pueblo osetio, al igual que lo hizo Georgia ante el Tribunal Europeo de DD.HH., pero además, el presidente Kokoity denunció que Alemania, Francia, Ucrania y los EE.UU., no sólo brindaron apoyo logístico a Georgia, sino que también estaban implicados, a través de la manipulación en los medios de comunicación, de ocultar las acciones de limpieza étnica contra sus conciudadanos, mientras que la Organización para la Seguridad y Cooperación Europea, OSCE, informó que Rusia llevaba a cabo tareas de “limpiar” Osetia de población georgiana.
Más allá de estas denuncias cruzadas, los efectos en el campo geopolítico fueron los siguientes, tras la firma del Acuerdo, para finales de agosto de ese año 2008, se determinó el status independiente de Osetia del Sur y Abjasia, reconocidas por Rusia, con lo cual, la República de Georgia perdió ambos territorios, aproximadamente un 20%, y por supuesto abandonó la Comunidad de Estados Independientes, que había sido creada tras la disolución de la URSS, y además el presidente Saakashvili le pidió a Ucrania y a otras ex repúblicas soviéticas a hacer lo mismo, a partir de entonces, Georgia ha intentado sin lograrlo, formar parte de la U.E. y de la OTAN, aunque es miembro de la ONU, de la citada OSCE, del Consejo de Europa y del Acuerdo Regional, que lo componen, Georgia, Azerbaiyán, Moldavia y Ucrania, es decir, que desde el final de la guerra del 2008, el Estado georgiano ha tenido una posición pro occidental.
Sin embargo, en el presente parece que la República de Georgia está cambiando Occidente por Rusia, y la prueba es que su parlamento ha aprobado la ley de “Agentes Extranjeros”, que es idéntica a la que se aplica desde el 2012 en Rusia, pese a las críticas de los EE.UU. y del parlamento europeo, sumado a las protestas de sectores de su población, algo que ya se había dado hace un año, cuando por primera vez, el gobierno de la presidente Salomé Zurabishvili envió esta norma legal al parlamento, ahora esto se da cuando Georgia es candidato oficial a integrar la U.E., con un 40% de su población mirando a Occidente, sin embargo, desde el 2018, el partido Sueño Georgiano, que tiene como aliado en el parlamento a un partido ultranacionalista y antiestadounidense, es mayoría, y más allá de un discurso occidentalista, su alineamiento mira a Moscú.
La cuestionada ley, consiste en imponer un control sobre medios de comunicación, ONGs, asociaciones civiles y otras personas jurídicas, sin excepción, que según el gobierno georgiano, sus actividades son contrarias a los intereses del país, y actúan en función de intereses extranjeros, por el caso, desestabilizar, y además reciben financiamiento foráneo mayor al 20% del capital declarado, y por lo tanto consideradas “agentes extranjeros”, y deberán enfrentar fuertes trabas burocráticas y legales, sujetas a inspecciones reiteradas por el ministerio de Justicia, y además de sanciones económicas, sus integrantes pueden afrontar penas de prisión, lo que significa un claro giro al autoritarismo.
Este año, se celebrarán elecciones en Georgia, y el partido gobernante la tiene difícil para conservar el poder, y ve en un giro hacia Rusia, una posibilidad de lograrlo habida cuenta de las interferencias rusas en procesos electorales, y en octubre, Moscú podría brindarle la concreción del objetivo de revalidar al actual gobierno, y con una Georgia que cambie a Occidente por Rusia, sería un logro geopolítico para Putin, algo que ha provocado la reacción de Josep Borrell, Alto Comisionado de RR.EE. de la U.E., quien declaró que la aprobación de esa ley es negativo para el ingreso de Georgia a la Unión.
Ahora bien, hay en países occidentales leyes que fiscalizan a medios de comunicación, ONGs y privados, financiados por actores extranjeros, por el caso EE.UU., tiene este tipo de norma, pero con diferencias importantes, como ser la definición de “Agente Extranjero”, pues para Washington esa figura legal se aplica sólo a persona o entidades que estén controladas por una potencia extranjera o actúen bajo su dirección, además hace excepciones a las ONGs humanitarias, religiosas o educativas, y es una ley de 1938, en función de aquel contexto histórico, para impedir la actividad solapada del nazismo, y además no olvidemos, las garantías jurídicas que tiene el sistema judicial estadounidense, no obstante, un ejemplo de la aplicación de esta ley se da con el medio ruso RT o Russia Today.
En fin, para Georgia los dichos de Borrell y del parlamento europeo, es por un lado interferir en los asuntos internos georgianos, y por otro, que la U.E. se ha convertido en un instrumento de los EE.UU. y Occidente, lo que sintetiza la visión de su actual gobierno, y detrás de esta deriva hacia Moscú, está el hombre más rico de Georgia, Bidzina Ivanishvili, un agente del Kremlin desde épocas de Boris Yeltsin, a quien financió junto a otros seis banqueros la campaña del ex presidente ruso, y es el arquitecto de esta “Nueva Georgia”, y un ejemplo de vaga y selectiva memoria.
CASO 2: Desde la invasión rusa a Ucrania, en Serbia se dan regularmente manifestaciones multitudinarias a favor de Rusia, donde tiene activa participación un grupo de extrema derecha, “Patrulla del Pueblo”, cuya consigna es, “Viva Serbia, Viva Rusia”, y no olvidemos que tanto Belgrado como Estambul son las únicas ciudades europeas que mantienen conexión aérea con Moscú, y esto nos es sólo una posición del gobierno serbio, sino un sentimiento de su pueblo de afinidad hacia Rusia y muestra un marcado escepticismo hacia Occidente, y que tiene sus orígenes en los conflictos armados tras la disolución de la ex Yugoslavia, en particular, cuando en mayo de 1999, la OTAN atacó a Serbia, para evitar la expulsión y limpieza étnica de la población albano kosovar.
En uno de esos ataques aéreos de los EE.UU. y la OTAN a Belgrado, no sólo dañó seriamente la embajada de China, sino también impactó contra el Hotel Yugoslavia, uno de los más importantes de la capital serbia, como también, se destruyó el edificio de la Radio y TV Nacional, eventos que no sólo provocaron un incidente diplomático, sino la muerte de civiles, o como se suele decir, “daños colaterales”, aunque estos blancos tuvieron un manejo maniqueo por parte de los medios de comunicación occidentales.
Los bombardeos se extendieron a otras ciudades de la ex Yugoslavia, como Pristina, Novi Sad y Podgorica, durante 78 días y causando más de 1.200 víctimas fatales civiles, pero además se lanzaron 9.160 Tn. de bombas, muchas de éstas con uranio empobrecido, causando daños en el medio ambiente y en la salud de miles de personas, que dio origen a una afección denominada “Síndrome de Belgrado”.
Las acciones de los EE.UU. y la OTAN, tuvieron la justificación o el pretexto, de la negativa del gobierno serbio a firmar los Acuerdos de Rambouillet, en los que se imponía la presencia de tropas de la Alianza Atlántica, con inmunidad, en Serbia, algo que se sabía que no iba aceptar el presidente Slobodan Milosevic, incluso el propio Henry Kissinger consideró, que era un Acuerdo que nunca debía haber sido presentado en esos términos, si lo que se buscaba era evitar el estallido del conflicto.
Aquella operación militar de la OTAN liderada por los EE.UU., recibió el nombre “Fuerza Aliada”, la que está cumpliendo 25 años, aunque los eventos críticos, se venían produciendo desde 1996, con el accionar de un grupo terrorista albano kosovar, el Ejército de Liberación de Kosovo o KLA, por lo que en 1998, Belgrado denegó el status autonómico de esa región, considerada provincia serbia.
El mencionado KLA, controlaba la región con el apoyo de Washington, la OTAN y con fuertes lazos financieros con la Mafia Albanesa, y un enfrentamiento de algunos de sus integrantes con el ejército serbio en la localidad de Raçak, en enero de 1999, fue difundido como una masacre cometida por las fuerzas de Belgrado, y fue el punto de inicio del conflicto, que tuvo a la entonces Secretaria de Estado de EE.UU. Margaret Albright, como la arquitecta de las conferencias de Rambouillet, que tal como se señaló, no coincidían con Kissinger, quien se oponía incluso a todo tipo de intervención militar.
Sin embargo, y con una intensa y bien dirigida campaña mediática, y sin pasar por algún tratamiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, los EE.UU. y la OTAN, le dieron para adelante a la operación “Fuerza Aliada”, que también contravino a lo dispuesto por la Corte Internacional de Justicia, es decir, una intervención militar unilateral, que el Tribunal precitado consideró, constituía un cambio a las reglas de juego de un “Nuevo Orden Mundial”, y que era ilegal y no encontraba sustento en el Derecho Internacional, pues nunca fueron selectivas las acciones de la OTAN, afectando infraestructuras civiles, urbanas y rurales, carentes de relevancia militar u objetivos de esa naturaleza, y esto demuestra una parcialidad en cómo defender los DD.HH., si para el colectivo albano kosovar y nada para el serbio.
Lo cierto es, que este conflicto causó miles de víctimas mortales civiles por ambos bandos, al igual que masacres de índole étnico y religioso, más de 200 mil desplazados, y la presencia permanente de fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Kosovo, y que con el apoyo de Washington y algunos miembros de la U.E., se declaró como Estado independiente y separado de Serbia en febrero de 2018, como república parlamentaria, reconocida por más de 100 países, obviamente no así por Belgrado ni por Moscú, aceptada como miembro en el Banco Mundial y en el FMI, y aceptada este año dentro del Espacio Schengen.
En cuanto al ex presidente serbio Milosevic, fue llevado a juicio ante la Corte Penal Internacional, por acusaciones de genocidio, crímenes contra la Humanidad y de Guerra, y murió estando en prisión en el 2006, pero 10 años después, el citado Tribunal lo exoneró de toda responsabilidad de los delitos que se le imputaron entre 1992 y 1995, y constituyó el primer caso de un mandatario de un país llevado a esa instancia judicial, por su parte, Hashim Thaçi, el líder del grupo terrorista albano kosovar antes señalado, fue llevado a juicio ante el mismo Tribunal de La Haya el año pasado, por ser responsable de los mismo delitos que se le habían imputado a Milosevic, pero cometidos entre 1998 y 1999 en Kosovo, y además por cargos de tráfico de drogas, trata de seres humanos para la explotación sexual y otras actividades delictivas de la Mafia Albanesa, pero lo curioso es, que desde el 2004 su record criminal estaba en poder de la CIA y de la OTAN, incluso, para el 2019 era el presidente de la República de Kosovo y recibido en la Casa Blanca por Bill Clinton, pero a raíz de la acusación del Fiscal del Tribunal Internacional tuvo que dimitir.
Hoy día, en Kosovo se encuentra la base militar de los EE.UU. más grande en Europa, “Camp Bondsteel”, ubicada en la región oriental kosovar, con un perímetro de 14 km y con un alcance operativo al Cáucaso, Medio Oriente y Rusia.
Pues bien, la Serbia actual bajo la presidencia de Alekander Vuçic, líder del partido Progresista Serbio, ha declarado su alineamiento a Rusia, lo que representa una piedra en el zapato para la Organización para la Seguridad y Cooperación de Europa u OSCE y para el Consejo de Europa, algo bastante incómodo en el marco del conflicto ruso ucraniano, tanto para Washington como para Bruselas, que padecen de una memoria vaga y selectiva, cuando se trata de otros conflictos, sin olvidar la hipocresía e inoperancia de la ONU antes y ahora.
Finalizando la columna de hoy, me pareció oportuno mostrar estos dos casos, a modo de ejemplificar como la memoria de muchos gobiernos, líderes y de la ONU, es vaga o selectiva, aunque concluyo que simplemente son posturas hipócritas, donde nunca más evidente es la aplicación de, “no hay amigos ni enemigos permanentes, sino intereses permanentes”, incluso aquellos que deberían actuar conforme a las normas y principios del Derecho Internacional, lo hacen guiados por la ideología, tal como lo que hacen algunos actores no estatales como ONGs, movimientos contestatarios y centros educativos, sin olvidar, la manipulación maniquea de los medios de comunicación y las redes sociales, todo lo cual se puede apreciar en relación con el actual conflicto armado, entre el Estado de Israel, que está ejerciendo su derecho a la legítima defensa, y la organización terrorista islamista Hamas, que desde 1987 ataca, asesina y secuestra, es por esto que la frase final elegida es del dramaturgo de la Antigua Grecia, Esquilo, que señaló, “la primera víctima de la guerra es la Verdad.”
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