Naomi Shemer
Toda muerte prematura es lamentable. Cuando se trata de personas que han contribuido a la Humanidad, más aún. Cuando se trata de personas que han contribuido a su comunidad y su cultura, la pena es más íntima pero no menos significativa.
Israel perdió en los últimos años algunas de sus voces más emblemáticas y originales: en 2018 murió Amos Oz antes de cumplir ochenta años, y en 2023 muere Ionatán Guefen con setenta y seis años.
Hace veinte años en menos de un mes, un 26 de junio, moría a los setenta y tres años Naomi Shemer, sin lugar a duda LA poetisa y compositora más popular y más significativa de Israel y la cultura hebrea.
Es conocida por todos por Ierushalaim Shel Zahav que compuso por “encargo” poco antes de la Guerra de los Seis Días; fue casualidad, premonición, o pura ideología, pero la canción es el himno no oficial de Israel desde entonces y convive sin mayores conflictos con “el” Hatikva. La lista de sus canciones, la mayoría de ellas muy populares, es enorme.
En 1963 había compuesto su pastoral Jurshat Heucaliptus en honor a su lugar de nacimiento, la Kvutzá Kineret junto al Mar de Galilea. Cada tanto, cuando visito Israel y puedo hacerme el tiempo, elijo pasar una noche a orillas del Kineret (nombre del lago en hebreo) en Ein Gev y me siento bajo los eucaliptus a escuchar el viento sobre las aguas, tal cual lo cantó la poeta. Es uno de mis momentos de mayor conexión con mi tierra de Israel.
En 1973, y en gran medida por la trascendencia y el impacto que había tenido “Jerusalém de Oro” en 1967, tras la Guerra de Iom Kipur, mucho más traumática que la anterior, inspirada por “Let It Be” de Lennon-McCartney, compone Lu Iehi. Puede discutirse la falta de originalidad de la canción (la cual ella misma admite), pero no su influencia. Ya no califica como “himno no oficial” pero cumple con creces su función sanadora colectiva. Momentos como Oct7 le dan una relevancia renovada.
Compuso decenas de canciones para niños, compuso canciones picarescas (con una de ellas, “Mi pecado”, debuta Java Alberstein en vivo a comienzo de los años setenta en un café-concert en Yaffo), compuso canciones épicas, compuso canciones costumbristas. Sobre todo, compuso con un profundo amor por la tierra y el sionismo y los valores de los pioneros de los cuales ella fue hija en un sentido biológico y simbólico.
Fue cuestionada por su adhesión al movimiento Gush Emunim. Ierushalaim Shel Zahav llegó a ser cuestionada por la estrofa que agregó una vez unificada Jerusalém en el entendido que celebraba la ocupación, pero nunca perdió su status. Paradójicamente, inspiró una versión más dura y cruda, Ierushalaim Shel Barzel, “Jerusalém de Hierro”, escrita, sobre la misma melodía, por el paracaidista Meir Ariel, uno de aquel grupo que entró en la Ciudad Vieja aquel 7 de junio de 1967.
De haber vivido hasta ahora, es difícil saber si Naomi Shemer hubiera estado ya en condiciones de escribir, plasmar, algo de la tragedia del 7 de octubre de 2023 en una canción que trajera algún tipo de consuelo. Como es pura especulación, y así como a uno le gustaría escuchar voces que ya no están como Oz y Gueffen, sumadas a las nuevas voces de Israel, imaginar que sí hubiera expresado algo ya es consuelo.
Por supuesto, escuchar sus canciones lo será por siempre.
Recomendación: https://fb.watch/smXH8x68rS/ documental de Kan, Canal 11 Israel.
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