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Soplando al viento

El miércoles pasado, tras desarrollar el tema de la columna, se abordó brevemente la cuestión del Estado Palestino, de los pro y los contra de la constitución del mismo, no sólo para Israel, sino también para el Medio Oriente y para el resto de la Comunidad Internacional, por esta razón, es que hoy trataré con datos fácticos y con una visión pragmática y objetiva la cuestión señalada.

En principio, es ilustrativo señalar que las Ciencias Políticas define el concepto de Estado, como una organización político-social constituida en un territorio propio, con fuerza para mantenerse en él, con un gobierno ejercido por aquel actor político que convoca una mayoría para imponer un ordenamiento jurídico y autoridad, y por lo tanto, se pueden apreciar los siguientes elementos fundamentales: 1) un territorio definido por la geografía circundante, en el caso de un Estado insular, o definido por limites consensuados y reconocidos por otros Estados, 2) una población con permanencia en ese territorio, 3) gobierno propio, con sus instituciones políticas y 4) el reconocimiento internacional como Estado soberano y con capacidad de desplegar relaciones diplomáticas con los demás actores de la comunidad global.
Según esta definición, en el presente para el mayor organismo internacional, la ONU, se hayan reconocidos 193 Estados, y 2 más con el status de “observadores”, sin capacidad de voto, el Estado del Vaticano y Palestina, y además están aquellos que no son reconocidos por todos los países, y que por lo tanto tienen un “reconocimiento internacional limitado”, tal son los casos de, Taiwán, Sahara Occidental, Kosovo, Osetia del Sur y Abjasia.

Definido así el marco teórico sobre lo que se entiende como Estado, ahora abordaré el caso del Estado Palestino, para lo cual se apelará a una síntética reseña histórica, acotada en el tiempo, a partir de los eventos ocurridos durante la 1ª. Guerra Mundial hasta el presente.
Desde el inicio del conflicto, con la alianza del Imperio Turco a los Imperios Centrales, Alemania y Austro-Hungría, tanto Gran Bretaña como Francia alentaron la rebelión árabe en Medio Oriente, y en ese escenario se dieron 4 documentos: la Correspondencia entre el gobernador militar inglés en Egipto, Lord Mac Mahom y Hussein, Jerife de La Meca, reconocido como rey de los árabes, entre julio de 1915 y marzo de 1916, en la que se reconocía al futuro reino, abarcando prácticamente todo Medio Oriente, con lo cual incluía Palestina; los Acuerdos Sykes-Picot, entre febrero y mayo de 1916, por el cual se dividía a esa región en 5 zonas, una británica –Golfo Pérsico-, una de influencia británica –sector oriental de Saudi Arabia e Irak-, una francesa –Líbano-, otra de influencia francesa –Siria y norte de Irak-, y la quinta, Palestina como zona internacional, aunque por un acuerdo secreto entre Gran Bretaña, Francia y el Imperio Ruso, se asignaba a Palestina como Mandato británico, por lo que podemos ver, los Acuerdos Sykes-Picot contradecían la Correspondencia Mac Mahom-Hussein. Luego, tenemos la Declaración Balfour, de noviembre de 1917, por la que la corona británica apoyaba el establecimiento de un “Hogar Judío” en Palestina, a ésta le siguió la Declaración de los Siete Árabes, por la que se pedía precisiones a Gran Bretaña sobre los territorios liberados del dominio turco en Medio Oriente.

Finalizado el conflicto y ya creada la Sociedad de las Naciones, en 1919 se dio el Acuerdo Weizman-Faysal, el primero presidente del Congreso Judío Mundial y el segundo, el príncipe heredero de Hussein, quienes acordaron, 1) el reconocimiento mutuo de ambas comunidades, 2) las fronteras entre Palestina y el Reino Árabe, se fijarían de común acuerdo, 3) en la conformación de Palestina, se aseguran los términos de la Declaración Balfour, 4) se fomentará la inmigración judía a Palestina y se respetarán los derechos de los campesinos árabes, y no se tendrán en cuenta las creencias religiosas para asegurar los derechos civiles y políticos y 5) el C.J.M. prestará la ayuda necesaria para el desarrollo del Reino Árabe. Lamentablemente, este importante documento fue rechazado por el Congreso Árabe reunido en Damasco, Siria, por lo cual Palestina mantuvo el status de Mandato Británico.

Luego, siguieron otra serie de documentos y acuerdos, en 1919 el de la Comisión King-Crane, designada por el pte. Wilson de los EE.UU., que no prosperó, en 1920 la Sociedad de las Naciones aprobó la Declaración Balfour, lo que desencadenó la revuelta árabe y marca el inicio de la “resistencia árabe”, ese mismo año en el Tratado de San Remo, el Art. 95 consagró la tesis sionista, lo que se ratifica en 1923 en el Tratado de Lausana, un año antes, 1922 se da el 1er. Libro Blanco de Winston Churchill, que consideraba la conformación de una comunidad judía en Palestina, en 1930 se da el 2do. Libro Blanco, como consecuencia del incremento de los enfrentamientos entre las comunidades judía y árabe, y por el cual, los británicos impusieron una reducción de la cuota migratoria judía a Palestina, en 1938 la Comisión Peal emite un documento que establecía la división del Mandato en tres Estados independientes, al norte desde la frontera con Líbano uno judío, en el centro un protectorado británico y al sur uno árabe que llegaba al puerto de Ákaba en el Mar Rojo, este documento fue aprobado por la Sociedad de las Naciones, el Reino Unido, el Congreso Judío Mundial pero rechazado por el Congreso Pan Árabe, reunido en Damasco, Siria, el que fue declarado ilegal por el gobierno británico, y antes del estallido de la 2da. Guerra Mundial, se dio el 3er. Libro Blanco, en el que no contemplaba la conformación de un Estado Judío y limitaba el desarrollo del Hogar Nacional Judío.

Tras la 2da. Guerra Mundial, se elaboró el Programa Baltimore, que preveía la apertura libre a Palestina de la inmigración judía, que estaría a cargo de la Agencia Judía y hacer de Palestina un Estado Judío integrado al nuevo orden mundial posguerra, el proyecto fue rechazado por los “binacionales” que querían un Estado Judeo-Árabe, y también finalizado el conflicto, por iniciativa de los británicos se creó la Liga Estados Árabes, que fue asumiendo una postura exclusivamente árabe, luego siguió la Declaración Bevin, otra propuesta británica que proponía una Palestina unida y desechaba la creación de un Estado Judío, lo que provocó la reacción de las organizaciones clandestinas judías, Haganah, el Irgum y el Grupo Stern, de esta manera el conflicto judeo-árabe y británico sufrió una escalada.

Finalmente, en 1947 para lograr acabar con aquella situación y dar una solución, la Asamblea General de la ONU, el 29 noviembre aprueba la Resolución 181/47, que como sabemos da por finalizado el Mandato Británico en Palestina para Mayo de 1948, y su partición en dos Estados, uno Judío y otro Árabe, y lo que siguió fueron décadas de conflictos, ataques, atentados y secuestros, por lo que podemos concluir que prácticamente en más de un siglo, si tomamos como base el Acuerdo Weizman-Faysal, los árabes se negaron a la co-existencia pacífica entre un Estado Judío y otro Árabe.

En cuanto a lo que el Estado Palestino en particular, veamos: tras la firma del Tratado de Paz con Egipto, Acuerdos de Camp David en 1979, comienza un cambio geopolítico en Medio Oriente, sin embargo, la OLP creada en 1964 y liderada por Yasser Arafat, prosigue con las actividades terroristas como expresión de la resistencia palestina, y más allá de la expulsión del territorio jordano, ordenada por el entonces rey Hussein en 1970, los ataques de la organización palestina continuaron desde el Líbano, y en el ámbito internacional, como sucedió en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1972, y esta constante actividad terrorista llevará a Israel a la 1ª. Guerra del Líbano en 1982, y en 1987 estalló la 1ra. Intifada, que además de la revuelta palestina en Cisjordania y Gaza, es el momento en que aparece en escena un nuevo grupo terrorista, Hamas, el que a diferencia de Al Fatah, la agrupación de Arafat que lidera la OLP, tiene una visión islamista radical que representa y se reconoce como una rama del grupo salafista egipcio “Los Hemanos Musulmanes”, creada en 1928 por Hassan al Banna.

Como resultado de esa 1ra. Intifada, se arriba a la Conferencia de Paz de Madrid en 1991, que derivan en los Acuerdos de Oslo en 1993, en los que el Estado de Israel, representado por el 1er. Ministro Yitzhat Rabin y la OLP por Yasser Arafat, el ministro de RR.EE. israelí Shimon Peres y Mahmmud Abbas, también conocido como Abu Mazen, firman los acuerdos para lograr poner fin al conflicto israelí-palestino, y el establecimiento de la Autoridad Nacional Palestina o ANP, que era reconocida por Israel que se comprometía a transferir el control de los territorios a las autoridades palestinas para la concreción de un Estado Palestino.

Sin embargo, pese a las conversaciones entabladas a partir de 1994. entre el 1er. Ministro Ehut Mbarak y Yasser Arafat, en las cuales se le ofrece a la parte palestina el 94% de Cisjordania y la Franja de Gaza, además la Jerusalén Oriental como capital del Estado Palestino, la violencia prosiguió, ¿las causas?, Arafat decidió no intervenir en la pulseada entre los grupos armados palestinos, desechó la idea de formar un Ejército Nacional Palestino, y permitió que las organizaciones terroristas Hamas y Yihad Islámica, siguieran ejerciendo la violencia e incitaran a la población palestina a la resistencia armada, mientras que para Israel, la cuestión del Derecho de Retorno, que involucraba a los refugiados palestinos, era innegociable por el desbalance demográfico que produciría y el peligro que significaba en ese marco de inestabilidad dentro de la comunidad palestina, con lo cual se perdió la mejor oportunidad para la paz y para que el propio pueblo palestino tuviera su Estado.

En el año 2000, en Camp David, EE.UU., se llevó a cabo la Cumbre de Paz organizada por el entonces presidente estadounidense Bill Clinton, donde el 1er. Ministro Mbarak ratificó las concesiones antes señaladas, que fueron rechazadas por Arafat por considerarlas insuficientes, esto provocó el estallido de la 2da. Intifada, más allá que un año después, en la Cumbre de Taba, Israel le ofreciera a la ANP el 98% de Cisjordania, con lo cual, una vez más la conformación de una Estado Palestino se frustró por culpa del liderazgo palestino.

Quizás, un último esfuerzo realizado por Israel se dio en agosto del 2005, cuando el entonces 1er. Ministro Ariel Sharon, con la aprobación de la Kneset, dispuso la retirada unilateral civil de la Franja de Gaza y la remoción de cuatro asentamientos de la parte norte de Cisjordania, luego, tras las elecciones parlamentarias en la ANP en el 2006, las anteriores fueron en 1996, la organización terrorista Movimiento Islámico Hamas, liderada por Ismail Haniyeh, triunfó y consigo en el 2007, estalló el conflicto político entre la citada organización y Al Fatah, ésta última quedó en poder de Cisjordania, y Hamas expulsó violentamente a los representantes y partidarios de Al Fatah de Gaza, y desde entonces ejerce una dictadura sobre la población palestina que allí reside, nuevamente la conformación de un Estado Palestino fue frustrada por la parte palestina.

Desde entonces, por erradas decisiones geopolíticas, por una corrupción endémica, por la priorización de intereses y objetivos sectarios de las facciones palestinas, por la incidencia de actores estatales regionales, como el caso de Irán, Qatar e incluso Turquía, que arman, financian y apoyan a las organizaciones terroristas Hamas y Yihad Islámica, no sólo han imposibilitado la concreción del Estado Palestino, sino que también dificultan la posibilidad de un interlocutor válido y creíble para entablar conversaciones con Israel, el que por su parte deberá disuadir a los sectores ultra religiosos y ultra nacionalistas, de la falacia de recrear el Gran Israel bíblico, si se quiere la coexistencia pacífica y la realidad de dos Estados.

Ahora bien, tras la barbarie del pasado 7 de octubre del 2023, y la lógica respuesta armada de Israel, ejerciendo su derecho a la legítima defensa, se ha desplegado una campaña para el reconocimiento de un Estado Palestino, es así que España, Noruega e Irlanda, se sumarán a unos 140 países que reconocen a Palestina, lo que es acogido favorablemente por Mahmmud Abbas, como dirigente de la ANP, pero teniendo en cuenta la grieta política entre las facciones palestinas, el reconocimiento no cambiará no sólo la realidad de los gazatíes, sino del pueblo palestino en general.

Al respecto hay dos vías para que Palestina sea reconocido como un Estado de hecho y de derecho, uno es ser admitido como miembro pleno de las ONU, y por lo tanto, gozaría de los mismos derechos y obligaciones que Israel y los demás Estados miembros, podría formar parte de convenciones pero también sujeto a los tribunales internacionales. Ahora bien, esta sería la vía más rápida para el reconocimiento internacional, y en tal sentido, el reglamento de la Asamblea General, estipula que debe ser presentada la solicitud por el Secretario General, previa evaluación del Consejo de Seguridad, donde debería contar con el respaldo de la mayoría y que ninguno de los cinco miembros permanentes ejerzan el derecho de veto, y si se cumpliera esto, en la Asamblea General necesitaría el voto favorable de más de las 2/3 partes, en resumen, es la vía más difícil, la otra es, que continúe recibiendo reconocimientos unilaterales de otros Estados.

Finalizando la columna de hoy, y esperando haber dado un panorama de los acontecimientos, procesos, acuerdos y tratados, que hace más de un siglo se han dado para la concreción de un Estado Palestino, como así también de la particular realidad palestina, y teniendo en cuenta, los elementos que debe reunir una entidad político-social para ser definida como Estado, si bien el territorio está, no existe un gobierno propio y unificado que pueda ejercer la representación diplomática de la totalidad del pueblo palestino, y esto se debe a que Palestina está inmersa en una deficiente estructura económica, depende de las ayudas externas, la ausencia de derechos fundamentales, de una corrupción endémica y del terrorismo ejercido entre sus facciones y hacia Israel, todo lo cual socava la posibilidad de la concreción del Estado Palestino, y en síntesis, sólo la coexistencia de dos Estados, es la única salida a este conflicto, el más largo de la Historia Contemporánea, por eso la frase elegida es de Eleanor Roosevelt, esposa del presidente Franklin D. Roosevelt y notoria activista, que dijo, “No basta con hablar de paz, uno debe creer en ella y perseguirla.”.-

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