SHAVUOT: Propuesta, Compromiso y Pacto
Por el Rabino Yossi Bitton
לא מרבכם מכל העמים חשק ה’ בכם ויבחר בכם כי אתם המעט מכל העמים כי מאהבת ה’ אתכם ומשמרו את השבעה אשר נשבע לאבתיכם
DEBARIM Capitulo 7:
7:7 No por ser el más número de pueblos el Eterno sintió afecto por ti y te eligió, porque (numéricamente) eres el pueblo más insignificante de todos. 7:8 El Eterno te eligió por el amor que siente por ti y en cumplimento del juramento que hizo a tus antepasados…
El pueblo de Israel experimentó hace tres mil quinientos años el evento más importante en la historia humana: un pacto, un acuerdo formal entre una nación y Dios. Este evento, que tuvo lugar en el Sinaí, es conocido en hebreo como “Ma’amad Har Sinai”, la revelación de Dios al pueblo judío en el Monte Sinaí.
Nuestros profetas y rabinos compararon este evento con una ceremonia de casamiento, especialmente porque como dice el versito mencionado más arriba, la razón explicita por la cual Dios nos eligió es su amor por Israel.
Al igual que una boda, este evento consistió en tres actos: la propuesta, el compromiso y la boda en sí misma. La Torá describe los detalles de estos tres pasos en el capítulo 19 y el capítulo 24 del Éxodo. Entre los capítulos 20 y 23, el texto bíblico registra el anuncio de los Diez Mandamientos y las 53 leyes de la Parashá Mishpatim. En el contexto del Pacto, este texto sirvió como un código de leyes, una muestra de la Torá. En el momento de formalizar el Pacto/matrimonio, Moisés plasmó este código de leyes por escrito, lo llamó Sefer Habrit, y lo leyó en voz alta a toda la nación para su aprobación final, como hace un rabino cuando lee la Ketubá en la ceremonia de casamiento para formalizar el matrimonio. Israel respondió: Naase VeNishma, o “Haremos y obedeceremos”.
Según Maimónides (Iggeret Teman), lo primero que los padres debemos enseñar a nuestros hijos para explicarles lo que significa ser judío es este evento: el Maamad Har Sinai.
Y Shabuot es el mejor momento para enseñarlo.
LA PROPUESTA
El primer día del mes de Siván, Moshé ascendió al Monte Sinaí y recibió la propuesta Divina (Éxodo 19:3-6): “Hablarás a la casa de Jacob y anunciarás a los hijos de Israel: ‘Habéis visto lo que hice a los egipcios [las diez plagas, etc.], y [también habéis visto] cómo os llevé [=protegiéndoos] como un águila [que lleva a sus crías] sobre sus alas, y os he traído a Mí. Y ahora, si [estáis dispuestos a] obedecer a mi voz y a cumplir mi Pacto, seréis para mí una posesión preciosa entre todas las naciones, un pueblo único. Os convertiréis para Mí en un reino de sacerdotes y una nación consagrada [para servirme]’.”
Dios propone al pueblo judío establecer un pacto con Él, ofreciéndose a proteger a Israel como su tesoro más preciado; en otras palabras, garantizará que la nación de Israel nunca desaparecerá. Dios también ofrece a Israel el privilegio de convertirse en “Una Nación de Sacerdotes” (cohanim), un pueblo consagrado para servirlo, aprender y enseñar Sus leyes y voluntad revelada.
El pueblo de Israel deberá comprometerse a ser gobernado por la Ley Divina, la Torá. HaShem será proclamado el Rey de Israel, y ellos serán para siempre absolutamente leales a Él.
Con esta propuesta en mano, Moisés descendió del Monte Sinaí y presentó los términos del Pacto al pueblo de Israel. El pueblo escuchó la propuesta y aceptó entrar en un pacto con Dios declarando (Éxodo 19:8): “Estamos dispuestos a hacer todo lo que HaShem ha dicho”.
Esta NO fue la aceptación del Pacto sino la aceptación de celebrar un pacto, como la propuesta de formalizar una relación en el marco de una boda.
PREPARATIVOS PARA LA BODA
Después de que el pueblo de Israel estuvo dispuesto a entrar en un pacto con Dios, HaShem anunció que se revelaría a toda la nación. Dios pide al pueblo que se prepare para el gran evento y le dice a Moshé en Éxodo 19:10-12: “Ve y consagra al pueblo hoy y mañana. Diles que se purifiquen, que laven sus ropas, y que se preparen para el tercer día, porque en ese día descenderé sobre el Monte Sinaí a plena vista del pueblo.” Según nuestros sabios, la purificación y el lavado de las ropas mencionados en este versículo se refieren a la inmersión en un mikvé, el baño ritual judío, similar al que atiende una novia antes de su boda. Los hijos de Israel se purificaron durante esos tres días (3, 4 y 5 de Siván) y estaban listos para celebrar el Pacto con Dios al día siguiente.
EL COMPROMISO
En la noche del 6 de Siván (entre el 5 y el 6 de Siván), la ceremonia del Pacto continuó con Dios anunciando los Diez Mandamientos. Dios comenzó a enunciar directamente, y sin la mediación de Moshé, los dos primeros Mandamientos. La Torá nos dice que la gente no pudo tolerar (mental o físicamente) el impacto de la Revelación Divina directa, una experiencia sobrenatural única que el texto describe con una frase muy singular (¿poética?): “y el pueblo veía las voces”. Vieron las “palabras”, probablemente en sus mentes cuando HaShem les habló. Los sabios explican que la experiencia de la Revelación de Dios fue tan intensa que los presentes sintieron que morirían. Luego de escuchar el segundo mandamiento, los judíos pidieron a Moisés que él transmitiera el resto de los mandamientos. Moisés lo hizo, y Dios le reveló, aparte de los diez mandamientos, 53 Mitzvot de la Parashá Mishpatim que cubren un amplio espectro de leyes (rituales, monetarias, civiles, etc., Éxodo 21-23).
Esa misma noche, Moisés les explicó verbalmente todas estas leyes al pueblo de Israel. Ahora, sabiendo de qué se trata el Pacto, el pueblo declaró por segunda vez su disposición a comprometerse con el Pacto y obedecer las leyes que se presentaron como muestra. La Torá lo dice así (Éxodo 24:3): “Moshé… transmitió todas las palabras de Dios y todas las leyes al pueblo. El pueblo respondió a una voz: Todo lo que HaShem ha dicho, lo cumpliremos.”
LA CEREMONIA DE CASAMIENTO
Después de escuchar los Diez Mandamientos y las leyes de Mishpatim, el pueblo se fue a dormir (por eso los mequbbalim establecieron el Minhag de Tikkun: ver abajo). Moisés permaneció despierto y pasó la noche escribiendo los 63 mandamientos en un documento que la Torá llama Sefer HaBerit, el libro del Pacto. A la mañana siguiente, el 6 de Siván al amanecer, Moisés erigió “la CHUPPA”: un altar que representa la Presencia Divina y 12 pilares que representan a las doce tribus de Israel. Luego, envió a los jóvenes a ofrecer sacrificios. Moisés tomó la sangre de los sacrificios y la dividió en dos. Vertió la primera mitad en los receptáculos de los 12 pilares y la otra mitad sobre el altar. La Torá describe la ceremonia de la celebración formal del Pacto. “Un pacto de sangre” ( הנה דם הברית) que era la forma común de sellar formalmente un convenio entre dos partes en tiempos antiguos (Éxodo 24:7): “Entonces Moisés tomó el libro del Pacto y lo leyó en oídos del pueblo. Y el pueblo declaró: ‘Todo lo que HaShem ha dicho, lo haremos y obedeceremos””
El SEFER HABERIT es la Ketubá, el documento que registra los términos de la relación del matrimonio. Moisés les leyó la Ketubá como cuando un rabino lee la Ketubá para formalizar el matrimonio. Israel estuvo de acuerdo, diciendo: “Haremos (como el “Sí, acepto” en una boda no judía 🙂 todo lo que ya hemos escuchado, y nos comprometemos a obedecer todas las demás leyes y directrices que escucharemos en el futuro (NA’ASE VENISHMA) . Luego Moisés tomó la sangre de los sacrificios y la roció sobre el altar, que representa la Presencia Divina, y sobre los pilares que representan al pueblo. Moisés dijo entonces (Éxodo 24:8): “Esta es la sángreme del Pacto (=Pacto de sangre. Es decir, que se transmite atumocaticmante a los descendentes) que HaShem ha establecido con ustedes; (el Pacto) que consiste en todas estas palabras (leyes, que han escuchado)”.
En Shabuot, celebramos esta ceremonia de boda, nuestro Pacto eterno con el Creador: la aceptación de la Ley de Dios, la Torá, como la Constitución de nuestra Nación.
Rabino Yosef Bitton
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