La mentira, un arma de grueso calibre
El profesor Awi Federgruen es el presidente del Departamento de decisiones, riesgos y operativa de la Escuela de Comercio de la Universidad de Columbia. Ran Kivetz es profesor en la Escuela de Comercio de la misma Universidad de Columbia. Ambos son expertos en varios temas que hacen a la ciencia política. Juntos han escrito un amplio análisis de investigación basado en información de hechos y cifras, y de acuerdo a lo expresado en una nota de investigación del diario Jerusalem Post, han demostrado que es un mito responsabilizar a Israel por presunta hambruna en Gaza y han señalado enfáticamente que “la Corte Penal Internacional y las Naciones Unidas se han unido con Hamas para culpar a Israel por una hambruna en Gaza que nunca ha existido”. Los dos expertos señalan:
- El Fiscal de la CPI Karim Khan pidió ordenes de arresto de gobernantes israelíes acusándolos de provocar hambruna especialmente a civiles en Gaza, y se ha basado en información inexacta sin sustento.
- Examinaron datos duros de COGAT (organismo del gobierno de Israel) y de Naciones Unidas. Encontraron que el ingreso promedio de camiones con alimentos ha sido tan suficiente para toda la población de Gaza como sería en Estados Unidos para alimentar una población similar
- Israel ha intentado que entren 500 camiones por día a Gaza, aunque esa cifra es el doble de lo que se necesita, y ha hecho alto al fuego durante mínimo 4 horas diarias para que el tránsito sea fluido.
- Los alimentos no son distribuidos consistentemente debido fundamentalmente a que Hamas los roba. Pero ni la CPI ni la ONU han tomado nota de ello. Nosotros, han dicho los dos profesores, no nos basamos en relatos sino en fuentes a las que además todos pueden acceder porque una de ellas es la FAO (Organización Mundial de Alimentos) organismo de la ONU. Si sólo entraran 250 camiones en Gaza por día, eso equivale a dos quilos y medio por persona, que es lo que FAO considera adecuado para el consumo individual en EE. UU. A pesar de lo escrito e investigado, los dos profesores creen que ni la ONU ni la CPI van a reconocer sus relatos falsos.
Este lunes, The Wall Street Journal denunció que más de mil camiones con alimentos estaban parados en la entrada de Gaza porque los funcionarios de la ONU responsables de hacerlos ingresar y distribuir los alimentos se negaron a hacerlo porque señalaron que el saqueo y los robos una vez que entraran a Gaza es feroz y sus vidas corren peligro.
Claro, eso no es un problema ni para los burócratas de la ONU arrellanados en sus sillones muy lejos de Gaza ni para la CPI. The Wall Street Journal denunció que nadie se acercó a cumplir con el trabajo que los camiones pasaran a Gaza durante más de 12 horas hasta que Israel logró que finalmente alguien muy cercano a Hamas se hiciera cargo.
¿Quién fue ese alguien? UNWRA. Uno de sus funcionarios le dijo al diario que” nosotros necesitamos mantener a nuestra gente segura y fuera de peligro” Falso. UNWRA es groseramente cómplice de Hamas, y muchos de sus empleados (de la ONU en realidad) son también cuadros activos de los terroristas, y ellos mismos hacen que la distribución de alimentos sea un tormento para los civiles que no forman parte o de Hamas o de la estructura de UNWRA, tan protegida en su amoralidad por Guterres y otros cínicos burócratas de la ONU. Aunque el tema de la alimentación es crucial, lo que intentamos con estos dos informes y datos públicos es mostrar el uso de la mentira como arma de guerra. Muy lógico en la mente criminal de Hamas, muy despreciable en la CPI y la ONU.
Más de seis meses después del 7 de octubre demoró la ONU en aceptar que fuera una investigadora para comprobar las violaciones y torturas que Hamas infligió a las secuestradas israelíes. En realidad, no lo aceptó, porque el informe claro y brutal como fueron los hechos, Guterres nunca dejó que se pudiera dar públicamente en ningún organismo de la ONU.
Este lunes pasado, en el marco del Día Internacional por la eliminación de la violencia sexual en áreas de conflicto, la vicepresidenta de los EE. UU. Kamala Harris hizo un evento en la Casa Blanca, y estuvo allí presente Amit Soussana, una secuestrada israelí que ha narrado la violencia sexual y las torturas de las que fue objeto durante su cautiverio en Gaza.
Se exhibió “Gritos sin palabras”, un documental que no sólo muestra algo de lo que han padecido y están padeciendo las mujeres secuestradas, sino como lo señaló la propia vicepresidenta de EE. UU., para contrarrestar la inadmisible negación de los hechos que se ha propagado en el mundo durante estos meses. Amit dejó en la audiencia pensamiento crudos y valientes. “Estar cautiva significa que no tenés control de tu mente, tu cuerpo o tu alma. No tenés control de lo que te sucede. Todos tus derechos humanos, los más básicos, ya no existen. Hasta tus sentimientos los controla alguien ajeno. La violencia sexual de la que fui objeto no debería sucederle jamás a ningún ser humano bajo circunstancia alguna. Nadie debería ser violada una y otra vez y no hay palabras que definan ese tipo de crimen. Hoy, no me siento una víctima. Soy una mujer fuerte e independiente y nadie va a cambiar eso. Lo que me pasó formará parte para siempre de mi historia de vida, pero con el tiempo el trauma deberá ir disminuyendo. Si alguien me hubiera dicho hace algunos meses cuando estaba en el suelo de un cuarto oscuro en Gaza atada hasta mis tobillos y sin posibilidades de moverme que hoy estaría aquí en Washington ante ustedes, habría pensado que ese alguien estaba totalmente loco”.
Ni Amit ni Noa Argamani ni otras secuestradas deben estar al tanto no sólo del ocultamiento de la ONU de sus padecimientos, sino de la insolidaridad más absoluta de tantas izquierdas fascistas latinoamericanas y europeas. Como estas insolidarias no pueden mentir porque las que sobreviven son prueba tajante de la barbarie, entonces usan otras armas: silencio, complicidad, indiferencia.
Hace dos días, la mentira avanzó aún más. Volker Turk, Alto Comisionado para DDHH de la ONU hizo una larga exposición ante el Consejo de DDHH, y comenzó con esta frase: “Más de 120.000 personas en Gaza, en su inmensa mayoría mujeres y niños, han muerto o resultado heridas desde el 7 de octubre como consecuencia de las intensas ofensivas israelíes, y la obstrucción de la ayuda humanitaria también ha continuado”. Y por enésima vez se burló del pogromo del 7 de octubre al mencionarlo como que hubo ataques, sin decir palabra de Hamas ni de su ordalía. A esta altura no vamos a gastar calificativos sobre la denigrante tarea de Turk, sino a preguntarnos hasta dónde puede llegar alguien como él en el uso reiterado de la banalidad como arma para atacar sin siquiera tener un mínimo de información más o menos aproximada, o si la tiene, tergiversarla. Hace varios meses que resulta poco soportable la manipulación de la ONU y sus organismos en cuanto a aceptar que Hamas tiene un Ministerio de Salud y que sus cifras son una mentira repetida mil veces, algo que otra vez, estilo Goebbels, vuelve a funcionar como sistema. Y ahora, Turk sin decir en qué se basa, sin mostrar una investigación, sin salir de su refugio burocrático, lanza una cifra escandalosa que nadie, absolutamente nadie, puede probar, simplemente porque más allá de la mentira, está la obcecada realidad que demuestra que no pueden desaparecer de la tierra más gente que la que vive en ella. Y como no le alcanza con tanta perversidad, Turk se zambulle en el lodo de la ayuda humanitaria. Su propia organización lo desmiente como lo explicamos antes. FAO es parte de la ONU, pero Turk está tan acelerado por decir lo que algún amanuense le escribió que ni siquiera se ha tomado el trabajo de leer antes de hablar, de investigar antes de utilizar la mentira como arma para destruir, y para generar cada vez que dice algún dislate como estos, menos posibilidades que su organización sea parte de alguna, aunque sea alguna, solución, a algún problema, así sea éste, nimio y descartable.
¿A quién le habló Turk hace dos días en Ginebra? A los Embajadores de los países que integran el Consejo de DDHH sería la respuesta correcta. Pues no tanto. Sólo a los que no estaban usando sus celulares. Se habló a sí mismo para creer que cumple una tarea. Es surrealista que ni siquiera vea informes de la propia ONU. Lo que hunde al surrealismo es la dura realidad, esta sí, muy cruda, y que marca que los secuestrados siguen en cautiverio, que casi 100 mil israelíes siguen desplazados por bombardeos de Hizbolah y Hamas que nadie en el Consejo de DDH menciona obviamente, y que el futuro sigue siendo hoy porque el mañana exige el retorno de los secuestrados, y ello, no se siente cerca.
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