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Un desastre sin paliativos: La división del Pueblo Judío

Radio Jai-Un desastre sin paliativos: La división del Pueblo Judío

Por el Rabino Yerahmiel Barylka

Leer Shelaj causa una sensación punzante. La parashá nos trae la historia de judíos contra judíos, de disensiones internas y del desaliento que trajeron los meraglim, los exploradores enviados por Moshé a rastrear Canaán, y que regresaron con dos informes.

El liderazgo y todo el pueblo estaban divididos. Esa segmentación incluyó declaraciones despectivas sobre Eretz Israel, que sólo empeoraron las cosas.

¿Nos suena actual?

EL PECADO DE LOS EXPLORADORES ES PEOR QUE EL DE LOS PARTICIPANTES DEL BECERRO DE ORO

El rabino Meir Simjá Cohen de Dvinsk (1843-1926), destacado líder del judaísmo ortodoxo en Europa del Este a principios del siglo XX, que es conocido por sus escritos sobre la Mishné Torá de Maimónides, que tituló Or Sameaj, así como por sus novelas sobre la Torá, tituladas Meshej Jojmá, dijo que de los dos principales episodios catastróficos de la historia de Israel, el de los exploradores y la fabricación del Becerro de Oro, el primero fue mucho más grave.

Dios estaba indignado por la idolatría del Becerro de Oro, pero al final perdonó al pueblo. Sin embargo, se negó a absolver a la generación culpable en el incidente del meraglim.

El Becerro de Oro fue un pecado contra Dios, y Él pudo perdonarlo. Pero la división de los exploradores fue un yerro contra Israel, especialmente contra la Tierra de Israel, y cuando Dios encuentra a judíos ensuciando su propio nido lo considera imperdonable.

El antijudaísmo judío y la enemistad de los judíos hacia su propia tierra siempre han sido una espina en la carne de nuestro pueblo.

A menudo, hemos sido víctimas de la traición judía.

TIBERIO JULIO ALEJANDRO UN MESHUMAD

Merece recordarse un detalle que, generalmente, se pasa por alto o se desconoce y es que el Jefe del Estado Mayor del general romano Tito, que conquistó Jerusalén, fue quien encendió la antorcha al Segundo Templo, marcando el comienzo de la gran destrucción que hemos estado llorando por casi 2.000 años. El incendiario fue un meshumad, un judío renegado.

El jefe de Estado Mayor de Tito en su campaña para conquistar y arrasar Jerusalén en el año 70 nació como judío, hijo de padres judíos, de una familia distinguida. Se llamaba Tiberio Julio. Su tío era Filón, líder de los judíos de Alejandría y primer filósofo de la historia judía. Su padre, Marco, fue un importante funcionario alejandrino bajo la administración romana y famoso por haber regalado puertas doradas al Templo de Jerusalén. Su hermano se había casado con la familia real judía de Judea. Aunque no se convirtió oficialmente al paganismo, simplemente luchando en el ejército romano y participando en la administración romana del mundo antiguo, cortó sus lazos con sus raíces.

Según el historiador Martin Goodman, en su estudio sobre Roma y Jerusalén (“Rome and Jerusalem: The Clash of Ancient Civilizations”), la élite romana ignoró los orígenes judíos de Tiberio: fue tratado como romano y no como judío. En contraste con el mundo de hoy, Tiberio Julio Alejandro fue una excepción a la regla.

Los 250.000 judíos que vivían en Alejandría sólo hablaban griego, pero vivían como judíos. La traducción de la Biblia hebrea al griego (la Septuaginta) fue una piedra angular de la comunidad de judíos de Alejandría. Aunque sabemos poco de la sinagoga de la ciudad portuaria, era un componente central de los judíos que vivían en un barrio judío, aparte de los griegos y los romanos. De hecho, frente al colaborador Tiberio Julio Alejandro, los judíos de Alejandría se rebelaron contra los romanos en el año 115. El Imperio Romano aplastó la rebelión y quemó la Gran Sinagoga. Sin embargo, eran judíos orgullosos de serlo que no abandonaron su identidad ni su fe judía. Tiberio Julio Alejandro debió de ser la oveja negra de su familia. Pero si viviera hoy, encajaría cómodamente entre los judíos que se odian a sí mismos y tienen entre ceja y ceja a Israel, y no lamentaría la destrucción de Israel. Se puede ir a cualquier campus universitario del mundo y encontrar a los herederos ideológicos de Tiberio Julio Alejandro entre los estudiantes judíos.

UN AGREGADO A LAS 18 BENDICIONES

Durante la Segunda Mancomunidad, los informantes de Roma y sectarios judíos traidores eran tan comunes, que nuestros Sabios encontraron necesario instituir una bendición especial, la decimonovena. Desde la Amidá, conocida hasta hoy como la Amidá de las 18 bendiciones, denuncia a estos informantes, a los sectarios y a los traidores.

REGRESANDO AL TEXTO

Moshé envía a doce exploradores a reconocer la Tierra de Israel como preparación para la guerra de liberación. Da órdenes a los exploradores y estos se ponen en camino. Los expedicionarios regresan con un informe, en el que afirman que los residentes son superhombres dotados con armas muy poderosas, por lo que intentar liberar la tierra sería una misión suicida. Hashem les concede su deseo y les permite permanecer en el desierto hasta que mueran.

RECORRIDO

Los exploradores comienzan en el sur del país y se dirigen hacia el norte. Su primera parada es la antigua ciudad de Hebrón [Bemidbar 13:22]: “Subieron al Néguev y llegaron a Hebrón, donde vivían Ajimán, Shesai y Talmai, descendientes del gigante”. Este versículo contiene un desajuste gramatical. Por un lado, nos dice que “Fueron al Néguev” utilizando la conjugación plural de “vayavou” y, por otro lado, dice “[Él] llegó a Hebrón” utilizando la conjugación singular de “vayavó“. El Talmud, en el Tratado de Sotá [34b], se da cuenta de este desajuste y explica que sólo uno de los doce exploradores, Caleb, hijo de Yefuné, dio un rodeo hasta Hebrón. Los otros exploradores evitaron la ciudad, al parecer por miedo a “los descendientes del gigante” que vivían allí. Según el Talmud, Caleb fue a Hebrón para rezar ante las tumbas de nuestros antepasados, Abraham, Yitzjak e Yaakov, para que sus colegas no le incitaran a formar parte de su malvado consejo. Para recompensar a Caleb por su decisión, Moshé le concede a él y a la tribu de Judá la ciudad de Hebrón como herencia.

Aunque la interpretación del Talmud no sólo resuelve el desajuste gramatical, sino que también explica por qué Yehoshúa dio a Caleb la ciudad de Hebrón, dista mucho de ser la interpretación más sencilla del versículo.

En primer lugar, si Caleb fue exclusivamente a Hebrón, ¿por qué la Torá no nos dice de manera explícita “Subieron al Néguev y [sólo] Caleb llegó a Hebrón”? Además, la Torá contiene ejemplos similares de uso de una conjugación singular para describir las acciones de muchas personas cuando estas acciones se realizan al unísono. Por ejemplo, en el éxodo egipcio, Faraón persigue al pueblo judío y éste se encuentra atrapado entre el ejército egipcio que se acerca rápidamente y el embravecido Mar Rojo [Shemot 14:10]: “Se acercó el Faraón, y los hijos de Israel alzaron los ojos, y he aquí que los egipcios avanzaban (nosim) tras ellos”. c, observando que la Torá conjuga la palabra “avanzando” con el singular “nosea” en lugar de con el plural “nosim“, comenta que los egipcios avanzaban al unísono “con un solo corazón, como un solo hombre”.

Del mismo modo, cuando los judíos acampan junto al monte Sinaí para recibir la Torá, la leemos  [Shemot 19:2] que “Israel acampó (vayijan) frente a la montaña”. De nuevo, Rashí, observando que la Torá conjuga la palabra “acampó” en singular “vayijan” en lugar de en plural “vayajanú“, comenta que el pueblo judío acampó al unísono “como un solo hombre, con un solo corazón”. ¿Por qué no podría el Talmud aplicar la misma lógica a los exploradores y afirmar que todos fueron juntos a Hebrón al unísono “como un solo hombre, con un solo corazón”? Esa explicación tendría muchísimo sentido.

Sin duda, Hebrón ocupaba un lugar importante en el corazón de los exploradores. Después de todo, acababan de pasar los dos últimos siglos esclavizados, golpeados y asesinados sólo para poner en práctica la profecía de Abraham de [Bereshit 15:13] “Vuestros descendientes serán extranjeros en una tierra que no es la suya y serán esclavizados y oprimidos durante cuatrocientos años”. Volver a Hebrón, el lugar donde todo empezó, habría cerrado un círculo cósmico. Hebrón habría sido el lugar más lógico para comenzar su recorrido por la tierra.

UN SOLO HOMBRE CON UN SOLO CORAZÓN

De hecho, una hipótesis muy similar a ésta es la que propone el rabino Shimshon Rafael Hirsch, que vivió en Frankfurt am Mein en el siglo XIX. El rabino Hirsch afirma que todos los exploradores fueron a Hebrón “como un solo hombre con un solo corazón”. El rabino Hirsch trae la explicación del Talmud de que sólo Caleb fue a Hebrón, pero la refuta. Su razón es que después de que los exploradores regresan, le dicen al pueblo judío [Bemidbar 13:28] “Vimos allí hijos de gigantes”. Dado que la Torá atestigua que los “gigantes” se encontraban en Hebrón, debemos concluir que todos los exploradores debieron visitar específicamente allí, en Hebrón. Sin embargo, el rabino Hirsch sugiere, cuando vieron a los gigantes que vivían allí, se pusieron histéricos de miedo. Estaban convencidos de que intentar arrebatarles la Tierra de Israel sería inútil y estaban dispuestos a regresar a Egipto y a sus amos esclavos.

Su visita a Hebrón acabó provocando su caída.

Después de que Yehoshúa entrega Hebrón a Caleb, se nos dice [Yehoshúa 14:15] “El nombre de Hebrón era antes Qiryat Arba, el gran hombre (adam) entre los gigantes”. Nuestros Sabios en el Midrash [Bereshit Rabá 14:6] equiparan a este “gran hombre” que vino de Hebrón con nuestro antepasado, Abraham, que fue “el mayor de los gigantes”. El midrash explica que Abraham era tan grande que mereció ser creado antes que Adán [El midrash explica que Dios creó a Adán antes que a Abraham a pesar de que Abraham era un hombre más grande porque le preocupaba que Abraham pudiera fracasar en su tarea y no hubiera nadie que recogiera los pedazos.]. Abraham, Yitzhak y Yaakov, que sirvieron de “carros para la Presencia Divina”, eran gigantes entre los hombres. Cambiaron el mundo de forma irreversible. El resultado es que los gigantes que habitaban Hebrón no eran gigantes físicos, sino, más bien, gigantes espirituales.

Estos gigantes atrajeron a los exploradores a Hebrón para que volvieran a sus raíces tras años de exilio, con el fin de allanar el camino para su regreso a casa. Y, sin embargo, estos mismos gigantes asustaron tanto a los exploradores que quisieron regresar al mismo Egipto que los había esclavizado sin piedad. ¿Por qué?

LOS NEFILIM – ESOS SERES O PERSONAS MISTERIOSAS

Hebrón da a la persona una visión de la historia judía desde el punto de vista de Dios, y este punto de vista puede ser sobrecogedor. Sugiero que los exploradores experimentaron algo muy similar. Cuando regresan al campamento, le dicen al pueblo [Bemidbar 23:33] “Vimos allí a los Nefilim -los Gigantes son parte de los Nefilim– y nos parecíamos a saltamontes a nosotros mismos, y así debimos parecernos a ellos.” Allí, en Hebrón, los exploradores vieron una instantánea de la Historia judía. Vieron de dónde habían venido y hacia dónde se dirigían. Al compararse con los antepasados, se consideraron indignos -como saltamontes- y tiraron de la palanca de expulsión. Visitar Hebrón los llevó al fracaso porque les puso el listón demasiado alto. Los exploradores se habían desgastado por años de esclavitud. No se creían capaces de seguir los pasos de gigantes. El error de los exploradores fue que carecían de la perspectiva adecuada. Nunca debieron seguir -como individuos- los pasos de gigantes.  Estaban destinados a pararse sobre los hombros de estos gigantes y – como un hombre con un corazón – marchar hacia su redención.

Durante siglos, los judíos han aplicado esta dolorosa intuición a su interpretación del versículo del profeta Yeshayahu-Isaías (cap. 49:17): tus destructores y asoladores (es decir, los babilonios) se marcharán de ti), leyendo popularmente que “tus destructores y despojadores surgirán de entre ustedes”; serán judíos renegados.

Hoy, los encontramos en Israel y en la golá, mezclándose con nuestros más acérrimos enemigos y no me refiero solo a los judíos de Neturei Karta, la pequeña pero ruidosa secta de judíos ultraortodoxos, que han intensificado sus protestas en todo el mundo durante la guerra de Gaza, junto con activistas pro-palestinos, acciones que repiten muy a menudo como un ejército bien entrenado y bien alimentado. Los Neturei Karta son considerados una franja salvaje incluso entre los círculos jaredíes o ultraortodoxos, y su daño al judaísmo es tan grande que, pese a sus apariencias, reniegan los principios judíos más básicos.

LA MALEDICENCIA

Al principio de nuestra parashá, Rashí se pregunta por qué la narración de los exploradores se colocó en este lugar en particular, justo después del final de la parashá de la semana pasada, que cuenta que Aarón y Miriam hablan mal de Moshé y de la esposa que tomó para sí. Rashí responde que el incidente con Miriam debería haber enseñado a los príncipes que a Dios le disgustan el lashón hará y hotzaat dibá, la calumnia y el chisme y la difamación – y que no aprendieron de ella.

Sin embargo, Rab Jaim Zuckerman pregunta: ¿Es esto todo que debería haber disuadido a los meraglim de su nefasto acto? ¿Acaso no fueron testigos personales de todos los milagros que Dios había hecho con Israel en el desierto? ¿No compartieron el Éxodo y escucharon la promesa de heredar la Tierra Prometida? Rab Jaim responde que el episodio de Miriam contiene un elemento que es particularmente relevante para los meraglim. No se estaba entregando a un chisme ni al cotilleo sobre una cuñada.

HACER DAÑO LESHEM SHAMAYIM

Estaba motivada por leshem shamavim, por los ideales más nobles y desinteresados: esta hija pagana de un sacerdote idólatra no era una buena compañera para el Profeta del Señor alegaron. De esa manera, comprometió el liderazgo de Moshé, su autoridad religiosa, y el honor y la dignidad de la propia Torá. Miriam vio al pueblo inquieto e hipercrítico con Moshé y sacó conclusiones erróneas de su conducta.

Y, sin embargo, el juicio divino fue claro e inflexible: Miriam estaba terriblemente equivocada. No hay excusa para la difamación, aunque sea “sincera”, para el lashón hará, aunque sea leshem shamayim. A veces olvidamos que Leshem shamayim significa literalmente “en nombre del cielo”. Cuando actúas leshem shamayim, no tienes segundas intenciones, ni ego de por medio. Los sabios alaban los debates que son leshem shamayim y dicen que están destinados a perdurar, lo que consideran algo bueno. Los ejemplos más famosos de majloket (discusión) leshem shamayim son Hilel y Shamai. De hecho, los registros de sus desacuerdos son fuentes vibrantes de estudio hasta nuestros días. Pero cuando produce odio, discriminación, difamación y burla no puede mantenerse.

POR ELLO MIRIAM DEBE SER HUMILLADA Y CONVERTIRSE EN LEPROSA

Los exploradores deberían haber aprendido de ella que no hay excusa para hablar públicamente mal de la Tierra de Israel. Miriam, que tanto contribuyó a la liberación de la esclavitud, es castigada pese a sus méritos infinitos.

Su falta borra sus méritos. Con su exclusión de la sociedad, por las reglas de los leprosos, aprende el daño que hizo y Moshé no duda entonces de levantar la plegaria para su curación.

Lo que hacen en nuestros días los activistas y manifestantes antiisraelíes, no importa cuán agraviados se sientan, no importa cuán sinceros sean sus motivos e intenciones, en sus actos de Jilul Hashem, de división pública, de difamación de Israel ante los ojos gentiles, muestran su lepra moral.

Aquellos que quedaron encandilados por la propaganda antiisraelí, con raíces antisemitas, sin percibirlo, en su inmaduro idealismo, no distinguen entre la legítima crítica a los errores de los gobernantes totalmente legítima y el odio a la tierra que los hace cómplice entre quienes destruirla.

Ahora estamos a la espera del milagro más grande de todos: el de neutralizar los efectos negativos del odio entre hermanos.

Si deseamos sobrevivir a las nuevas amenazas, en primer lugar, debemos salvar la salud nacional y la amistad y reconciliación.  

Leamos por favor nuevamente los incidentes de la parashá para inspirarnos para vivir tiempos mejores.

Ahora, no es únicamente un relato histórico, es cuestión de muerte o vida.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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