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Economía israelí post 7 de octubre

Anoche en la NCI de Montevideo, auspiciado por la Agencia Judía, hizo una presentación el economista Teddy Lin, nacido en Uruguay, radicado en Israel. Allí ha desarrollado su actividad profesional durante más de veinte años en el sector financiero, desde el Ministerio de Economía, pasando por los Fondos de Retiro, y ahora como director de una compañía de inversiones privada. Su presentación versó sobre “La economía de Israel después del 7/10. Análisis y perspectivas”.

Sería muy pretencioso de mi parte intentar compartir con los oyentes de Radio Jai el contenido de su presentación. Baste con decir que si alguno de los participantes esperaba una visión apocalíptica de la situación y sus perspectivas, la desilusión fue grande. Será que el expositor pertenece al grupo de israelíes pragmáticos y exitistas más que al grupo de los ideologizados y apocalípticos, el hecho es que los datos que mostró fueron absolutamente verosímiles. El apocalipsis económico-financiero que se anuncia desde los enfrentamientos por la reforma judicial durante 2023, según Lin, no es tal.

Lo más interesante de la exposición de Teddy Lin son algunos puntos genéricos que surgen de sus datos y gráficas.

Uno de ellos es que la economía de Israel está vinculada a su estado de guerra permanente, del mismo modo que la economía del Antiguo Egipto estaba vinculada a las inundaciones del Nilo: son un dato de la realidad y por ahora nada cambiara. Bajo esa premisa, hay comportamientos económicos similares en cada guerra de Israel: momentos de estrés económico seguidos de períodos de prosperidad; estos últimos más extensos que los primeros.

Otro punto relevante es que Israel, aun en toda su aparente fragilidad hoy, es un país con sobrados recursos para hacer frente a la crisis que esta guerra ha provocado: desde el abastecimiento militar hasta la subvención de los desplazados del norte y de la frontera con Gaza.

Las variaciones en los indicadores reflejan la situación pero no mueven la balanza en forma dramática. Israel es, si se me permite decirlo así, un país muy capitalizado.

“El día después” que Netanyahu elude pero todos visualizan será un tiempo de oportunidades: reconstruir la frontera con Gaza de cero, repoblar el norte, obras de infraestructura, desarrollo militar en áreas que fallaron rotundamente, y por supuesto, reconstruir Gaza entre Egipto e Israel.

Además, después de una cierta normalización, la industria de la construcción en Israel, hoy prácticamente detenida por falta de mano de obra, volverá a funcionar. Las propiedades seguirán teniendo mayor demanda que oferta y los precios seguirán siendo altísimos.

Especialmente clara fue la afirmación de Lin en relación al ejército israelí y sus fallas el 7 de octubre. La concepción de un ejército pequeño y altamente tecnificado falló: si invaden tres mil individuos, necesitas otro tanto para detenerlos; el 7 de octubre hubo que traerlos de todo el país y eso insumió horas y muertos. Unidades que parecían superfluas y fueron disminuidas (los helicópteros, por ejemplo) deben ser revisadas y actualizadas. El ejército precisará más soldados por más tiempo. La ley de enrolamiento de los ultra-ortodoxos, según Lin, es una ley todavía vacía; su efecto llevará décadas. Es sólo un comienzo.

Por último, el expositor afirmó que, a diferencia de 1967 o 1973, no hay una amenaza existencial física (mucho menos económica), sino una dinámica de ida y vuelta en la que por ahora ambas partes (Irán e Israel) se conformarían con acciones y reacciones limitadas. Otro escenario sería una escalada Israel-Líbano (tema sobre el cual advirtió, desde un principio, no se ocuparía), y un punto de quiebre sería un misil acertando a un edificio en Tel-Aviv y matando quinientas personas. En un escenario así, la guerra pasaría a una escala de destrucción masiva cuyas consecuencias exceden tanto el informe de Lin como esta modesta “lectura” del mismo.

Ante una pregunta elaboró un poco en el panorama político israelí actual, algo sobre lo cual la mayoría estamos informados: la política es una materia mucho más prosaica que la economía. Lo que el expositor no visualiza son elecciones en el corto plazo; probablemente este gobierno termine su período reglamentario, algo que, paradójicamente, no sucede hace mucho tiempo. Y, como yo mismo pienso, nunca está dicha la última palabra sobre las chances de Netanyahu. En especial por la dificultad de encontrar un líder alternativo convocante.

En lo personal, agradezco haber asistido a la charla de Teddy Lin. Para alguien que atraviesa una experiencia (siempre subjetiva, claro) muy trágica y fatalista de la crisis de Israel desde enero de 2023 a la fecha (Reforma Judicial, enfrentamiento civil, y Oct7), la visión más “fría” a través de datos concretos expuestos en el marco de una perspectiva histórica contribuyó, si no a un cierto alivio, por lo menos a una pausa de reflexión.

Un país no es sólo viable y deseable porque sus datos económicos sean positivos; se precisan también sus valores y su fundamento de identidad. Conocemos muchos países del primer tipo, como algunos de los vecinos de Israel, por ejemplo; conocemos imperios como los EEUU que con toda su potencia económica y poderío (económico y militar) atraviesan una crisis institucional y de valores amenazante. Por eso no creo que los datos aportados por Lin nieguen la crisis; en todo caso, la contienen y la atemperan.

Como cantaban los Beatles: “el dinero no puede comprarme amor”; o como dice el dicho, “el dinero no hace la felicidad”. Ambas máximas, por banales que parezcan, son verdad. También es verdad que “es mejor ser sano y rico que pobre y enfermo”. Israel tiene un camino de curación por recorrer, pero tiene los recursos para sostenerse mientras tanto. No es poco.

Ianai Silberstein

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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