Ante un nuevo fraude del chavismo en Venezuela
Por Ricardo López Göttig
El Consejo Nacional Electoral de Venezuela, tras varias horas de suspenso, proclamó ganador a Nicolás Maduro para un tercer mandato presidencial consecutivo con el 51,2%. A un observador ingenuo, esta noticia le parecería rutinaria de cualquier democracia; pero Venezuela no lo es. Este régimen autoritario, que comenzó a ser montado por Hugo Chávez hace 25 años, se fundamenta en la violencia, la intimidación, el soborno y el fraude, y éste es un nuevo capítulo que exhibe cómo se burla de la soberanía del pueblo, alterando de un modo grosero y descarado el resultado de las urnas.
El Consejo Nacional Electoral, lejos de ser un organismo imparcial y transparente, está manejado enteramente por miembros del chavismo, y ha impedido el acceso a los representantes de la oposición al recuento de las actas electorales, básico en cualquier procedimiento electoral limpio.
Más allá de que las encuestas anticipaban el triunfo de Edmundo González Urrutia como nuevo presidente de la oposición unificada, el hecho de que no se permitieran veedores ni de la oposición ni de observadores independientes, es señal de un gigantesco fraude en marcha desde mucho antes de los comicios.
Nicolás Maduro, en su cinismo, habla de paz, estabilidad, justicia y amor: es la neolengua sobre la que escribió George Orwell en 1984, un régimen totalitario que alteraba radicalmente el sentido de las palabras para significar exactamente lo opuesto. Que la enorme mayoría de los gobiernos latinoamericanos –con las excepciones, claro está, de Cuba y Nicaragua- y de otros países –con las excepciones, por supuesto, de Rusia y China- saliera a cuestionar esos resultados, no le hace mella a Maduro. Hasta sus socios en España, como Podemos y Rodríguez Zapatero, siguen haciendo acrobacias verbales para defender como legítimos unos resultados que son, a todas luces, sospechosos de un fraude escandaloso. Las autocracias se protegen mutuamente en su narrativa contra los valores fundamentales de la libertad, la dignidad humana y la democracia.
Lo determinante para que se conozca la verdad de las urnas será la movilización de las fuerzas opositoras para mostrar cómo se está ejecutando el fraude, y ganar las calles a pesar de las fuerzas intimidatorias que el régimen está desplegando desde ayer. Habrá que ver si todo el régimen se mantiene tras Nicolás Maduro, aun cuando el edificio es cada vez más endeble, o si empieza a haber defecciones que lo hagan tambalear desde dentro, y cuál será el rol de los medios masivos de comunicación, hoy bajo estricta censura. El futuro de Venezuela se juega en los próximos días, y puede tener un efecto dominó a favor de la democratización en el Caribe y Centroamérica, o bien hacia el colapso de los órdenes constitucionales liberales.
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