La impunidad terrorista es un regalo internacional
La semana pasada se publicó un extenso informe, reproducido en parte por el diario Times of Israel, sobre 50 días en cautiverio de niños y mujeres en manos de Hamas. El informe abarca los efectos del sufrimiento que padecieron, desde falta de agua, de comida, de la más mínima higiene, hasta intimidación, torturas y abuso emocional. El régimen de terror dejó como secuelas importante pérdidas de peso, de movilidad, enfermedades varias, producto de la casi nula higiene y traumas psicológicos y emocionales.
El estudio fue hecho en quienes fueron liberados en el único intercambio que hubo entre Israel y Hamas en noviembre del año pasado. Israel recibió civiles víctimas del pogromo del 7 de octubre; Hamas recuperó terroristas. Todos los niños y mujeres cautivos fueron examinados e iniciaron sus tratamientos en el Centro Médico Infantil Schneider. 24 fueron testigos el 7 de octubre del asesinato o secuestro de otros miembros de sus familias.
Esta es la primera vez que en Israel un grupo de médicos enfrentan cómo lidiar con niños o adolescentes secuestrados, ya que hasta ahora se hacía esa tarea con soldados adultos. De los 26 rehenes que fueron tratados en el hospital Schneider por médicos, sicólogos y otros profesionales de la salud, 18 no tenían un lugar al cual retornar, porque sus hogares o habían sido quemados o porque sus casas estaban en la zona norte del país totalmente evacuada, no sólo por la guerra contra Hamas sino al mismo tiempo por el enfrentamiento con Hizbollah que desde el 7 de octubre a la fecha ha lanzado más de 7 mil misiles contra distintas ciudades, siempre contra lugares civiles, y amparados por el apoyo absoluto de la ONU que jamás ha dicho nada de ese frente de agresión contra Israel.
Todos los secuestrados examinados no tuvieron nunca posibilidades de higienizarse ni hacer uso de un baño. Dos mujeres y 6 niños estuvieron todo el tiempo en un túnel. Perdieron vitamina D en cantidad importante. La falta de agua corriente e higiene hizo que muchos sufrieran invasión de piojos en sus cuerpos. La mitad de los secuestrados tuvieron fiebre producida por garrapatas, muchos fueron mordidos por insectos no identificados y quedaron con irritaciones en toda la piel. A los que obligaron a estar sentados y no poder moverse les costó mucho ponerse de pie, caminar de nuevo, porque los dolores en las articulaciones y músculos dejaron sus cuerpos entumecidos y con la masa muscular deteriorada. 14 fueron heridos durante el secuestro. Uno con fractura de costillas y sangrado en el pulmón; otro por un balazo cerca de su abdomen; nueve por trozos de metralla que quedaron en sus cuerpos. Todos sufrieron de hambre y sed, perdieron peso significativamente ya que comían arroz y pan. Los médicos comprobaron que los mayores le daban sus porciones a los más pequeños ya que la pérdida de peso en los adultos fue más dramática, pero todos por igual tuvieron que ser alimentados en el hospital Schneider con mucha lentitud, ya que después de pasar tanta hambre, un exceso de comida puede llegar a ser fatal.
Los niños sufren hoy de diversos traumas psicológicos. Algunos comienzan a llorar repentinamente y no se detienen por mucho rato, otros siguen hablando en susurros como si los terroristas estuvieran cerca de ellos y pudieran hacerles daño; casi todos tienen y probablemente tendrán por un tiempo difícil de determinar, pesadillas. Uno de los médicos tratantes les dijo a los medios israelíes que los temores por el estado de los secuestrados que aún puedan estar con vida, son enormes. Si en 50 días de cautiverio, los doctores se encontraron con secuelas tan profundas, es muy difícil pensar cómo podría estar alguien, aún cuando sea joven y saludable, después de 300 días de hambruna, deshidratación, infecciones, falta total de higiene, todo tipo de abusos y violencia, recluidos en lugares inhabitables. Los traumas y las huellas en los que aún puedan sobrevivir son hoy absolutamente imprevisibles y serán un enorme desafío para muchos especialistas de ramas distintas de la salud humana.
Así como no le preocupa a nadie que en Israel los civiles sufran atentados terroristas un día sí y otro también, a Israel sí le preocupan, pero no puede obviamente evitar todos. Este lunes, un israelí de 60 años fue a Qalqilya. Fue un error, ya que los israelíes saben que entrar en la Autoridad Palestina es muy peligroso, ya que no hay diferencia entre el odio contra los judíos en Gaza o en alguna ciudad gobernada por Mahmoud Abbas. Por consiguiente, el hombre israelí fue atacado y herido y se salvó de casualidad ya que lo socorrieron y dos de los que lo atacaron fueron heridos por soldados israelíes y uno de los agresores murió en la balacera. El que falleció se llamaba Tariq Ziad Abed el Rahum Daud quien había sido liberado por Israel en noviembre del año pasado cuando Israel recuperó secuestrados y los terroristas recuperaron asesinos. Esa es la realidad que no quieren ver quienes insisten en apoyar los relatos falsos de Hamas y todos los movimientos terroristas.
El sábado pasado, Israel informó lo siguiente: “Un avión de la fuerza aérea israelí, apuntó a terroristas operando en un centro de comando y control de Hamas integrado dentro del complejo escolar de Al-Taabin cerca de una mezquita en el área de Dura’ Tafah. Tras una investigación de inteligencia, al menos 19 terroristas de Hamas y la Yihad Islámica murieron. La FDI llevó a cabo el ataque utilizando tres armas pequeñas y precisas. Este tipo de municiones no pueden causar la cantidad de daño que está siendo reportada por la Oficina de Información de Hamas. El complejo, y la mezquita que fue alcanzada dentro de él, servían como instalación militar activa de Hamas y Yihad Islámica.” Que Hamas haya dicho que las víctimas fueron 5 veces más ya no le extraña a nadie. Hamas en menos de 15 minutos posteriores al ataque ya sabía que había 90 o 95 o 100 muertos. No sabía nada. Vendió por enésima vez una información porque sabe que desde la ONU a jerarcas de la Unión Europa compran su información. El ataque fue muy temprano en la mañana. No había ninguna escuela. Sí se usaba todo el complejo para almacenar armas y había civiles viviendo allí que Hamas pretendía fueran sus escudos humanos. Pero no lo fueron porque las armas usadas no tienen un alcance como para cubrir un lugar tan grande donde los hombres estaban en una zona, y las mujeres y niños en otra. Hasta hoy, Hamas no pudo reiterar su información y dar más datos, porque cuando los tuvo, comprobó que no puede mostrar lo que no sucedió. Israel publicó las fotos de los 19 terroristas de Hamas abatidos. Hamas no ha publicado nada.
Antonio Guterres, el jefe político de la Unión Europea Joseph Borrell, y el gobierno ruso no pidieron pruebas. Compraron el primer y único canto de sirena de Hamas, repitieron que Israel había atacado una escuela, y condenaron. Con esa reiterada actitud, los 19 terroristas que estaban allí para seguir matando civiles israelíes y que ya lo habían hecho el 7 de octubre han quedado exonerados una vez más por los jerarcas de la complicidad, asalariados de instituciones internacionales incapaces de hacer algo positivo mientras repiten frases hechas y con sus actitudes y discursos son a la larga pregoneros de que el terrorismo y los terroristas son víctimas.
El Capitán Roni Kaplan, vocero del ejército israelí, publicó en su cuenta de X: Hamas soltó un número y conquistó atención mundial. Y entre varias interrogantes, se pregunta ¿Cómo puede ser que Hamas tenía un número exacto de fallecidos unos minutos después de los hechos? ¿Cómo puede ser que medios serios que buscan credibilidad para seguir informando jueguen a manos del radicalismo islámico terrorista y prefieran el sensacionalismo al chequeo de la fuente?
Hamas no tenía ningún número, pero viendo que un centro de operaciones fue atacado y más de 19 de sus hombres cayeron, tenía que lanzar un relato. Y lo hizo, porque tiene compradores de relatos. No hay que sorprenderse por las decisiones de los medios que parecen serios, porque sin chequear fuentes desde hace 10 meses, demuestran una vez más que su presunto profesionalismo publica propaganda.
Los secuestrados civiles israelíes liberados en noviembre pasado sufren heridas que ya hemos detallado en esta columna. Ahora tienen más heridas: comprobar que los criminales que los llevaron a Gaza tienen amplia impunidad internacional. Esa multiplicación del odio amparado en esa impunidad hace que hoy no haya como ver si el camino tiene un final porque parece que no sólo Irán con sus tentáculos Hamas, Yihad Islámica, Hizbollah, hutíes, milicias en Iraq quieren hacer desaparecer a Israel. Hay más, y si alguien no los ve, no está mirando.
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