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El mundo después del 11S

Una mañana como hoy, pero hace 23 años, con estupor y horror asistíamos a los atentados terroristas que golpeaban a los EE.UU., y que han constituido un antes y un después, el 11S del 2011 ha transformado el mundo, y los ataques a las Torres Gemelas en Nueva York y al Pentágono en Washington D.C., han quedado grabados en la memoria no sólo de los estadounidenses, sino de todos los que habitamos esta Aldea Global.

Para tener una real idea de cómo afectó a la sociedad estadounidense, basta con consultar la encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Pew, con sede en Washington y fundado a posteriori de los ataques, en el 2004, arrojó el siguiente resultado, más del 75% de los encuestados consideran los eventos del 11S, como uno de los hechos históricos más importantes de sus vidas, incluso más, que la elección del primer presidente afroamericano, Barak Obama, y que ha afectado, tanto sus vidas particulares, en referencia al Acta Patriótica, como en la Política Exterior de los EE.UU., con la llamada “Guerra al Terrorismo”, como también a la percepción del Islam, sin embargo, a mi entender más allá de la opinión de la sociedad estadounidense, puso sobre el escenario internacional, de manera más cruda, real y directa, el concepto enunciado por el politólogo Samuel Huntington, “El Choque de Civilizaciones”.

Ahora bien, tomemos una definición llana de “Terrorismo”, como la amenaza o el uso de la fuerza dirigida a la población, para causar terror o para intimidar u obligar a un Estado, por un grupo u organización, o cuando es el propio Estado el que ilegalmente lo utiliza para la persecución de opositores o disidente, en ambos casos como medio para alcanzar un objetivo político, entonces debemos reconocer, que el fenómeno no es nuevo, pues podemos ubicar sus primeras manifestaciones ya para finales del Siglo XVIII, en el proceso de la Revolución Francesa, pero sin ir tan atrás en el tiempo, en la 2da. mitad del Siglo XX, en el marco de la Guerra Fría, y por ende del conflicto de intereses geopolíticos entre los EE.UU. y la URSS, con dos visiones políticas, económicas y sociales contrapuestas, el terrorismo era un instrumento de esa pugna ideológica, tal como sucedió en Latinoamérica, con organizaciones como, Montoneros y ERP en Argentina, Tupamaros en Uruguay, el MIR en Chile, Sendero Luminoso y Tupac Amaruc en Perú, las FARC y el ELN, en Colombia, los Sandinistas en Nicaragua o el EZLN en Méjico, o en Europa, la ETA en España, el IRA en Irlanda, las Brigadas Rojas en Italia o Baden Meinhof en Alemania, y la OLP en el caso de Medio Oriente, todos instrumentos en esa pugna ideológica a nivel global.

Pero con el fin de la Guerra Fría, y el colapso del Imperio Soviético, serán las reivindicaciones identitarias de etnias, nacionalismos y el radicalismo religioso, en particular el Islam Yihadista, que tal como lo señaló el politólogo estadounidense Zbigniew Brzezinski, se hallaban sojuzgadas por la citada pugna ideológica, tomaron fuerza y movilizan a las organizaciones terroristas, desde la década de los 90 hasta la actualidad, y en el caso del Islam Yihadistas, son expresiones tanto de la rama sunita como la chiita, y en este contexto se dieron los ataques de 11S, que es el punto de análisis de la presente columna.

Aquella mañana de septiembre, 19 militantes de la organización islamista yihadista radical sunita, Al Qaeda, en su mayoría de nacionalidad saudí, al igual que su fundador, Osama Ibn Laden, dispuestos en tres grupos de cinco y uno de cuatro, secuestraron 4 aeronaves comerciales: el vuelo 11 de American Airlines, se estrelló a las 08.45 AM contra la torre norte del World Trade Center, New York, y unos 17 minutos más tarde, la torre sur fue chocada por el vuelo 175 de United Airlines, ambos habían partido del aeropuerto de Boston, mientras que del internacional de Dulles, en Washington, despegó el vuelo 77 de American Airlines, que minutos después se estrelló en el lado sudoeste del Pentágono, y el último, el vuelo 93 de United Airlines, que partió de Newark, New Jersey, terminará estrellándose en Shanksville, Pennsylvania, sin lograr hacerlo en algún objetivo o blanco, debido a la valerosa acción tomada por parte de sus pasajeros y tripulación contra los terroristas a bordo, en total fueron 265 personas las que viajaban en los aviones, víctimas fatales que se suman a las más de 3000 de New York y Washington.

Si bien, en los días subsiguientes, el líder de Al Qaeda, Osama Ibn Laden, en sus declaraciones no admitía ni negaba la responsabilidad de su organización terrorista, en noviembre del 2001, se logró obtener un video, en una vivienda de la ciudad afgana de Jalalabad, en el que aparece Osama con Khaled al Harbi, operativo de Al Qaeda, donde reconoce la planificación de los ataques, y en el 2004, a través del canal Al Jazeera Ibn Laden reconoce su responsabilidad en el 11S, al igual que lo hizo Jalil Sheij Mohammed, el arquitecto de la operación, quién fue aprehendido en Rawalpindi, Pakistrán, en marzo del 2004, quién también, reconoció que fue el financista de los ataques anteriores al World Trade Center, en 1993, y de su parentesco con el principal autor de éste atentado, Ramzi Yousef, el que fue arrestado en la capital pakistaní Islamabad, en 1995. En cuanto a Osama Ibn Laden, tras una década de búsqueda, fue ultimado durante el operativo “Jerónimo”, en la localidad de Abbottabad, Pakistán, el 1 de mayo del 2011.

Ahora bien, al comienzo de la columna señalé que los ataques del 11S transformaron el mundo, tanto en lo geopolítico en el ámbito internacional, como lo ha hecho en nuestras vidas, lo que se abordará seguidamente.
Más allá de las víctimas en el ataque al World Trade Center, su destrucción e infraestructuras adyacentes, tuvieron un fuerte impacto en el ámbito financiero, Wall Street cerró todas sus operaciones por una semana, que se tradujo en un período de recesión económica a nivel global, sin olvidar los efectos en mercado energético, por su lado, el pte. George W. Bush, logró que el Congreso aprobara la norma legal “Acta Patriótica” en octubre del 2001, que provee al gobierno federal de herramientas necesarias para impedir y combatir actos terroristas, y también, declaró la llamada “Guerra contra el Terrorismo”, que se materializó con una coalición liderada por los EE.UU., y en la que participaron fuerzas de la OTAN y otros países, invadiendo Afganistán, con el objetivo de apresar a Osama Ibn Laden y desarticular y destruir a la red Al Qaeda, como a otros grupos terroristas. Además, se implementaron sanciones económicas contra aquellos Estados considerados como protectores o financistas del terrorismo. Por su parte, en muchos países se aprobaron leyes antiterroristas o bien se reforzaron las ya existentes, en particular dirigidas al Islamismo Radical, y se articuló una mayor cooperación entre las agencias de Inteligencia y Servicios de Seguridad a nivel global.

Sin embargo, se podría afirmar que a partir del 11S, y de las acciones llevadas a cabo, tanto por los EE.UU. como sus aliados, e incluso también lo hecho por Rusia, ha decantado en que el Islamismo Yihadista, se ha globalizado, la red Al Qaeda pese a perder a sus dos máximas figuras y fundadores, Osama Ibn Laden y el médico egipcio Aymán al Zawahiri, este último muerto en julio del 2022, en un operativo llevado en Kabul, Afganistán, hoy es liderado por el ex coronel egipcio Salf al Adel (a) Mohammed Salah al Din Zaidán, se encuentra activo y presente en aproximadamente 15 países con grupos operativos, se estima que cuenta con unos 20 mil combatientes, y células dormidas en Occidente, además hace una amplia utilización de las cibercomunicaciones, como estrategia para difundir su agenda yihadista y para la captación y radicalización de individuos, sin olvidar, las redes sociales para activar terroristas y coordinar acciones, y mantiene una financiación a través de, donativos de figuras poderosas en el Mundo Árabe, más lo que se recauda en mezquitas y ONGs. islámicas y transferencias no convencionales como la Hawala.

Pero además de Al Qaeda, tras la 2da. Guerra del Golfo, en el 2003, llevada a cabo por los EE.UU. y sus aliados, con el objetivo de derrocar a Saddam Hussein, en Irak, y destruir el supuesto arsenal de armas de destrucción masiva, el que nunca fue encontrado, y tal como lo dijo Andrew Murray, parlamentario laborista inglés, “en el 2003 se derrumbó un orden mundial basado en normas.”, o como también se lo califica a este conflicto, un “error estratégico”, provocó las condiciones para la aparición del Estado Islámico o ISIS o DAESH, liderado por Abu Bakr al Bagdadi, ultimado en octubre del 2019. Un proto-Estado que se extendió por gran parte de Irak y Siria, con el objetivo de recrear el Califato, y que estableció su capital en la ciudad de Raqqa, y si bien fue derrotado por la acción de coaliciones lideradas por los EE.UU. y Rusia, la organización terrorista sigue activa, liderada por Abu Hafs al Hashemí al Qurashi, sea a través de grupos en el norte de Siria e Irak, o del ISIS-K, el Estado Islámico del Gran Khorasán, asentado en la provincia afgana de Nangarhar, en el límite con Pakistán, y con presencia en este país, también en India, en Irán y en Rusia, y precisamente, sus últimos ataques terroristas, en el 2024, tuvieron lugar en estos dos países, en enero en Kerman, cuando se conmemoraba la muerte del Gral. iraní Qassem Soleimaní, y en marzo, sobre el Centro Comercial Crocus City Hall, a las afueras de Moscú, y al igual que Al Qaeda, cuenta con grupos yihadistas asociados, en particular en el África Subsahariana, y células en distintos países de Occidente, utilizando también las cibercomunicaciones y las redes sociales, con los mismos fines que Al Qaeda, y su principal fuente de financiación en la actualidad, proviene del narcotráfico, en particular de hachís y heroína, que ha inundado Europa, que según uno de los últimos Informes del Observatorio Europeo de las Drogas, estima que sólo en heroína, se manejan unos €6.800 millones, de los cuales, algo más de €1.000 millones, sería el beneficio para el Estado Islámico. En el presente, el ISIS está enemistado tanto con la red Al Qaeda como con el Talibán, sin embargo, los tres son manifestaciones del Islamismo Radical Yihadista, de raíz sunnita, y en consecuencia buscan la instauración de un Gran Califato Mundial.

Por su parte, esta globalización de un Islam extremista, ha dado lugar a una corriente “Islamofóbica”, la que surgió inmediatamente a posteriori del 11S, pero que se vio alimentada por el accionar terrorista, como ser los ataques del 11 de marzo del 2004 Madrid, el del 7 de julio del 2005 Londres, el 11 de diciembre del 2007 Argel, y el de Charlie Hebdo del 3 enero y los del 13 noviembre del 2015 en Paris, por citar los más conocidos, sin olvidar los ya señalados en Rusia este año, a lo que se suma la aplicación por parte de comunidades musulmanas, de la Sharía en algunas barriadas de las principales ciudades europeas, más los flujos de inmigrantes ilegales provenientes de Medio Oriente, el Magreb y el Sahel, que causan un fuerte impacto en la Seguridad, el equilibrio demográfico y el sector laboral con efectos socio-económicos, algo que se ve reflejado en un Informe del Centro de Investigaciones Pew, el que señala que en 10 países europeos, la visión negativa a los musulmanes promedio es del 47%, aunque en algunos alcanza el 65% como en Italia, Polonia, Hungría y Grecia, y no baja del 29% en Alemania y el Reino Unido, mientras que para la ONU, ha declarado que, “la Islamofobia erige constructos imaginarios en torno a los musulmanes, que son usados para justificar la discriminación avalada por el Estado…”, pero en mi opinión, si bien no todos los musulmanes son terroristas, si todos los terroristas son musulmanes.

Otra de las consecuencias del 11S, es el dilema entre Seguridad y Privacidad, pues a partir de la sanción del Acta Patriótica por el Congreso de los EE.UU. la capacidad de vigilancia del gobierno federal afecta la esfera privada de las personas, y esto se expandió prácticamente a nivel global a través de nuevas capacidades de vigilancia tecnológicas, como ser las cámaras en espacios públicos y programas de reconocimiento facial, todo lo cual, construye un delicado equilibrio entre Seguridad Pública y/o la Seguridad Nacional con el Derecho a la Privacidad.

Por último, y desde la Polemología, rama de las Ciencias Políticas que estudia los Conflictos, la llamada “Guerra contra el Terrorismo”, ha dado lugar a un “nuevo tipo de guerra”, en la que el enemigo no es un Actor Estatal, sino organizaciones o grupos terroristas, una postura que han tomado otros países, que legitima a sus gobiernos al uso de la fuerza militar contra esos actores no estatales, y que en el caso de los EE.UU., ha sido justificación para llevar a cabo operaciones a pequeña o gran escala en terceros países, o la utilización de ataques preventivos ante la inminencia de acción de una organización terrorista, como lo llevado a cabo por las FDI hace dos fines de semana, sobre plataformas de lanzamientos de misiles de Hezbollah, en el Líbano. Pero también, las acciones realizadas por los EE.UU., en la confrontación contra organizaciones terroristas, en particular Al Qaeda, contravienen la legislación internacional y derechos civiles y humanos, como es el tema de la prisión de Guatánamo, o “centros de detención ilegales”, donde el concepto aplicado es, “el fin justica los medios”, y también, otra de las consecuencias del 11S, es un aumento de estos conflictos asimétricos o híbridos.

Finalizando la columna de hoy, mis reflexiones son, los ataques del 11 de septiembre del 2001, han transformado el escenario global, con impactos significativos, tanto en el campo de la geopolítica y la economía mundial, como asimismo, en las políticas de Defensa y Seguridad aplicadas por los distintos gobiernos, en algunos casos afectando el equilibrio entre garantías constitucionales y las medidas legales e instrumentos tecnológicos para prevenir y reprimir actos de terrorismo, por otra parte, se expandió a nivel global el Islamismo Radical Yihadista de raíz sunita, sin olvidar el terrorismo chiita financiado y apoyado por el régimen teocrático de Irán, y tras la respuesta de Israel, al bárbaro y sanguinario ataque de HAMAS del 7 de octubre del año pasado, han aumentado las expresiones de antisemitismo en varias partes del mundo, en particular en los campus universitarios, producto de un relato progresista, de izquierda, distorsionado y malicioso, más el financiamiento de ciertas Universidades, por parte de países árabes, por el caso Qatar, por otra parte, la continuidad del accionar terrorista alrededor del mundo, sumado a la conformación de bolsones islamistas en algunas ciudades de Occidente, han incrementado la Islamofobia, y es por todo lo reseñado, que elegí para terminar, la frase del filósofo francés Voltaire que sentenció, “Cuando el fanatismo gangrena el cerebro, la enfermedad es incurable.”

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