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La Sublime Puerta

Hasta el siglo XVIII, la puerta que conduce hasta el interior del maravilloso Palacio de Topkapi, era conocida como la “Sublime Puerta”, pero esta expresión se hizo extensiva a la misma ciudad de Estambul, aludiendo a un puente entre Occidente y Oriente, lo que implica la importancia geopolítica de Turquía, que hace un poco más de un siglo, ponía punto final al Imperio Otomano, de la mano de Mustafá Kemal Ataturk, dejando atrás el Sultanato y la Sharia, y llevando a cabo una verdadera revolución en lo político y social, pues pese a su autoritarismo inicial, la República turca se fundaba en la división de poderes y el multipartidismo, el sufragio universal, y el respeto por la libertad religiosa, una Turquía laica, que buscaba en Occidente, y particularmente en Europa, el modelo de Estado-Nación a consolidar.

Esta inserción de Turquía en el mundo, se fue consolidando aún más, en 1945, primero uniéndose a los aliados, en febrero, y luego firmando la Carta de las Naciones Unidas, en 1947 en función a la aplicación de la “Doctrina Truman”, los EE.UU., ante el peligro de la expansión de la URSS, garantizó la seguridad tanto del país turco como de Grecia, y en 1952, tras participar militarmente en la Guerra de Corea, como parte del contingente de la ONU, pasó ser miembro de la OTAN, convirtiéndose en una pieza clave en contra de las ambiciones soviéticas en la cuenca del Mediterráneo oriental, y en aquellos tiempos era un aliado confiable del Estado de Israel, y sólo en 1974, la cuestión Chipre enfrentó a dos miembros de la Alianza Atlántica, Grecia y Turquía, que a partir de la década de los año 80, inicia una etapa promisoria con la liberalización de la economía turca, a través de la cooperación con Corea del Sur, Japón y China, en particular en el sector industrial y en equipamiento militar.

Turquía como se señaló, es miembro fundador de la ONU (1945), del Consejo de Europa (1949), de la OTAN (1952), de la OCDE (1961), de la OSCE (1973), del Grupo de los 20 (1999), sin embargo, pese a que en 1992 fue admitida sólo como “miembro asociado” de la UE., y luego, en 1995 firmó un Acuerdo de Unión Aduanera con el citado bloque europeo, y desde el 2005, se iniciaron las negociaciones oficiales para su membrecía al mismo, debido a controversias y actitudes del gobierno turco, en particular, en relación a la cuestión migratoria, la cuestión Chipre y la reivindicación excluyente sobre sectores del Mediterráneo oriental por yacimientos energéticos, el proceso de adhesión a la UE., ya lleva casi dos décadas sin resolver.

Ahora bien, prácticamente con el inicio de este siglo, irrumpe en el escenario turco e internacional, Recep Tayyip Erdogan, líder del partido político AKP, quién llega al poder como 1er ministro, entre el 2003 y 2014, y prosigue como presidente hasta hoy, y de manera progresiva y con un perfil populista, ha ido construyendo un modelo islamista, alejándose del kemalismo, con una visión geopolítica basada en el “Neo-otomanismo”, un concepto explicitado por el académico y diplomático turco, Ahmet Davutoglu, que se traduce en posicionar a Turquía como un actor principal en Medio Oriente y en el Mediterráneo oriental, y más allá de su actual crisis económica, de las críticas internacionales y protestas por violación a derechos civiles y persecución de opositores políticos, como también el irresoluble conflicto con los kurdos, o su apoyo a la organización terrorista palestina Hamas, y las señaladas controversias por los yacimientos de gas submarinos, en la cuenca mediterránea, con Grecia, Chipre e incluso con Egipto, y sus relaciones con Irán, el gobierno de Erdogan ha podido remixar su diplomacia, influenciando fuertemente en la región del Cáucaso tras el último conflicto armenio-azerí, también con su presencia militar controlando a los grupos kurdos en Siria, e incluso colocarse en un dudoso rol de mediador en la guerra entre Ucrania y Rusia, sin dejar de lado los cortocircuitos con los EE.UU..

En este escenario, Turquía ha solicitado oficialmente su ingreso a los BRICS, con un Erdogan que ha mantenido por un lado, una postura pro-occidental, pero a la vez, ha jugado por una apertura y acercamiento hacia Oriente, en función de percibir un desplazamiento del eje del Poder Global hacia el Este, y en este contexto, surgen los BRICS. Ahora bien, esta movida está dada por los retrasos y frustraciones, para ser admitida Turquía, como miembro pleno de la UE., por otra parte, desde el 2016 tras el frustrado golpe de Estado contra el gobierno de Erdogan, golpe que contaba con el apoyo tácito de la gran mayoría de países europeos y el beneplácito de los EE.UU., que fracasó por la información que Moscú le anticipó a Ankara, Turquía ha adquirido armamento ruso y por supuesto, estrechado aún más las relaciones con Rusia, a lo que se suman, Acuerdos con China en el sector tecnológico, por el caso con Huawei y el desarrollo del 5G.

También ha mejorado sus relaciones con países de la región, como ser con E.A.U.y con Egipto, prueba de este último acercamiento es, la reciente reunión entre Erdogan y el presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, a principios de este mes en Ankara, constituyendo la primera visita de un Jefe de Estado egipcio en 12 años.

Con respecto a ese mencionado acercamiento con países de la región, y para lidiar con la frustración de ingreso pleno a la UE., Turquía se enfocó en el Consejo Túrquico u Organización de Estados Turcos, fundada en el 2009, e integrada por Azerbaiyán, Kazajistán, Kirguistán y la misma Turquía, cuyo objetivo es, crear una franja económica media, que se complementaría con Rusia al Norte, y con la Ruta de la Seda de China, es decir, Asia-Pacífico, como franja Sur, y para lograr dicha meta, es necesaria la incorporación plena de esa “Franja Media” a la Organización de Cooperación de Shanghai, de la que son miembros observadores Azerbaiyán y Rusia, un bloque asiático que esta conformado por China, Rusia, India, Pakistán, Irán y otros países, y que abarca el 80% del espacio euroasiático, que alberga el 40% de la población mundial y con un poco más del 25% PBI global.

De esa manera, Turquía y Azerbaiyán, se erigirían como “puente” entre el Este y el Oeste, por el caso, ambos países serían una vía del petróleo y el gas ruso, para una UE., que al presente y por el conflicto ruso-ucraniano, ha dejado de comprarlos, y por supuesto, en esta “intermediación velada”, turcos y azeríes obtendrían sus beneficios, con lo cual para Turquía sería una buena alternativa para lidiar con su crisis inflacionaria, más allá de las relaciones que establecería con otros mercados, y de esta manera, se posicionarla como un jugador necesario en lo geopolítico y en lo geoeconómico, siendo al presente, la 15ª. economía a nivel global, con un PBI de un poco más de U$D 3,6 billones, con el PBI per capita de aproximadamente de U$D 41.600, y con una población de más de 85,6 millones de habitantes, aunque en los últimos años se ha dado una emigración en la franja etaria más joven, debido a la crisis económica y a la represión política.

Ahora bien, me parece acertado traer a colación una observación realizada por el politólogo estadounidense Samuel Huntington, quien sentenciaba que “Turquía, por más que ha querido occidentalizarse, por su historia, su cultura y su religión, nunca sería totalmente aceptada por Occidente, más allá del rol que tiene geopolíticamente”, por esta razón pienso que Turquía contrariada con un escenario, donde más allá del tiempo que lleva esperando la membrecía plena a la UE., Ankara ve que el bloque europeo está más predispuesto al ingreso de Ucrania, en un tiempo menor, incluso a principios de este mes, la presidente de la Comisión Europea, Úrsula von Der Leyen, ha declarado que está dispuesta a aceptar el ingreso de los Estados Balcánicos, y entonces, Turquía reflexiona, y que hay de nosotros que hace más de 70 años somos miembros de la OTAN, y casi un cuarto de siglo de pretendientes a la UE.

Por lo señalado, Erdogan ha decidido asociarse con economías como, China, India, Brasil, sin olvidar la que ya tiene con Rusia, y que por este camino le posibilite mejorar su economía y sus finanzas, dejando un circuito occidental y por ende, ingresar a los BRICS, lo que constituye un duro golpe a una Europa jaqueada hace más de dos años por el conflicto ruso-ucraniano, por las crisis políticas en algunos de sus gobiernos, y económicas, como la que sufre Alemania en el sector automotriz, más los cuestionamientos de algunos países miembros a las políticas de Bruselas.

En este escenario, el próximo mes de octubre, se llevará a cabo la reunión anual de los BRICS en Kazán, Rusia, país que está ejerciendo la presidencia de ese bloque, y que seguramente le dará el respaldo a la solicitud de Turquía para integrarse, a un bloque que representa el 36% del PBI global, por lo cual nos lleva a preguntarnos, ¿qué efectos geopolíticos tendría, si Turquía para ingresar a los BRICS, abandona la OTAN?

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