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Ya hace 3 décadas que se aprueba el racismo, la discriminación y el antisemitismo

El engaño fue pergeñado con 4 años de anticipación. En 1997, ONU anunció que, en 2001, en Durban, Sudáfrica se iba a realizar por primera vez una Conferencia Mundial contra el racismo, y que todos, estados y sociedad civil iban a participar del gran evento civilizatorio. El Senador de EE. UU., sobreviviente de la Shoá Tom Lantos quien falleció en 2008, era el delegado oficial norteamericano para el evento. Estaba muy complacido después de asistir a tres reuniones preparatorias previas en Estrasburgo, Santiago de Chile y Dakar. En las dos primeras, el documento final de recomendación para la Conferencia condenaba explícitamente el antisemitismo.

La equiparación de sionismo a racismo que en 1975 había promovido la URSS ya era historia (aparentemente) porque ni se mencionó en esos tres encuentros. Pero faltaba la cuarta reunión regional, antes de llegar a Durban, y la misma tuvo lugar en Teherán. Allí no pudo participar ninguna ONG judía, la destrucción física, social y cultural que estaban perpetrando los talibanes en Afganistán no fue ni mencionada, y sí se aprobó en el documento “el crecimiento del sionismo como racista, discriminatorio y actuando como si fuera una raza superior”.

La Alta Comisionada para DDHH de la ONU, la irlandesa Mary Robinson dijo que el encuentro de Teherán había sido muy productivo. Su rol miserable aumentó, permitiendo que se redactara un borrador con las difamaciones hechas en Teherán y con agresiones a Israel, sólo a un Estado. Lantos le exigió a Robinson que se quitara la comparación de la Shoá con el enfrentamiento de Israel con el terrorismo palestino, pero Robinson, o sea, la ONU, se negó. Una semana antes de Durban, EE. UU. anunció que no tendría ningún representante en una Conferencia dedicada a aislar y denigrar a Israel. Una vez que Arafat, quien se había comprometido con delegados de EE. UU. a no seguir la línea de odio y exclusión, faltó a la verdad y declaró que Israel quería terminar con los palestinos cuando sus hordas llenaban de muertos las calles israelíes con atentados a buses, escuelas, lugares de comida, EE. UU. e Israel se retiraron y dejaron a la ONU y a Mary Robinson con su vergonzosa Conferencia antisemita. Las ONG judías que allí estábamos fuimos perseguidos, insultados, atacados, excluidos y nadie de la policía sudafricana nos dio seguridad alguna. El festival mundial de antisemitismo conducido por Estados y terroristas, por partidos de la izquierda fascista europea y latinoamericana, comenzaron entonces una carrera que como veremos, continúa casi sin obstáculos hoy en día.

Durban tuvo varias réplicas. En la del 2009, el entonces presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad negó el Holocausto, y no sólo no tuvo objeciones, sino que en su mandato hizo varias conferencias sobre negación de la Shoá. Ahmadinejad tuvo amigos y cómplices muy cercanos: el presidente Lula que lo invitó a Brasil; Chávez que lo llamaba “hermano”; Fidel Castro que le compró alfombras rojas nuevas para recibirlo, y varios movimientos terroristas de la región. En uno de ellos, estaba quien hoy es presidente de Colombia.

La farsa de Durban volvió a la ONU hace tres años en plena pandemia. Pero esta vez las democracias que son tales no participaron en nada. En el contexto de una organización internacional fallida, las dictaduras, y regímenes similares reivindicaron Durban 2001, pero se hundieron en la indiferencia de los demás. Pero desde el 2021 a hoy sucedieron hechos que eran prácticamente inimaginables. Europa se vio envuelta en una guerra por la agresión rusa en 2022. Y en octubre de 2023, los 1.500 asistentes como ONG a Durban en 2001 y que aullaban y atacaban a los judíos que allí estaban, esta vez se convirtieron en Hamas, aplicaron el odio de Ahmadinejad y su país multiplicado por centenares de veces, y entraron a Israel a cometer el intento de genocidio del 7/10 del año pasado.

Hoy, sí, hoy, en el Consejo de DDHH en Ginebra hay un borrador de resolución a votar el 9 de octubre denominado una nueva resolución de continuidad al proceso de Durban. Teóricamente, el documento intenta lo mismo que hace casi 30 años: hacer un texto que presente pautas para combatir la discriminación y el racismo. Eso empezaron a decir en 1997, y sabemos en qué resultó. El borrador que existe hoy no tiene ni una mención a la barbarie perpetrada por Hamas y mucho menos a la ola feroz de antisemitismo en todos los continentes y desde los propios gobiernos como sucede en América Latina. Al hacer estas exclusiones, el documento envía señales claras desde la ONU de que la violencia antisemita para los países que lo aprueben y para el organismo que lo promueve, es legal y permitida. Un documento de Alemania 1935, actualizado. Si este borrador queda tal cual ha sido presentado y se aprueba en la misma fecha que Israel y el pueblo judío estaremos conmemorando la peor matanza contra nuestro pueblo desde el Holocausto, estará dando luz verde a que gobiernos, parlamentos, universidades, académicos, medios de difusión, se sientan tan libres como los ciudadanos alemanes se sintieron para perpetrar la noche de los cristales rotos e ir más lejos aún. ¿Existirá una mayoría en el Consejo de DDHH para revertir este borrador que legitima la judeofobia? Los antecedentes están más cerca del pesimismo, ya que en los últimos 11 meses hemos visto el olvido y el desprecio por los centenares de israelíes masacrados y por los secuestrados torturados, violados, y asesinados.

Ayer tuvimos otra prueba de lo que estamos señalando. La Asamblea General llevó a votación no vinculante, pero sí denigrante, que la disputa territorial entre Israel y la Autoridad Palestina se ejecute ya e Israel abandone ahora territorio, gente, defensas, todo. Por supuesto que Guterres declaró que aprobaba un nuevo ataque al derecho de defensa de Israel junto a dictaduras, monarquías y gobiernos como Francia, quizás con nostalgia s de Vichy. Ahora hay una guerra en Gaza creada por Hamas. Eso no aparece en el texto presentado ayer en la ONU.

Israel sufrió un ataque el 7/10/23. Tampoco una palabra. La seudo resolución ignora los hechos, y los reemplaza con amenazas vacías que hasta los propios votantes ya olvidaron que la firmaron porque sólo estaban haciendo la gimnasia por las que les pagan, o sea, solidarizarse con el asesino y culpar a la víctima. No es sólo una perversidad no mencionar a Hamas y dejar que continúe su terrorismo, es mayor agravio aún, la brutal complicidad que algunos por el mundo creen ingenuamente que nació el 7/10. Cuando Guterres dijo en el mismo mes de la barbarie de Hamas que “había que verla en un contexto”, lo hizo con su mala fe característica, pero sin querer planteó una realidad, y es que sí hay un contexto de antisemitismo. Lo instaló la fobia de la URSS en 1975 hace medio siglo con sus satélites que no eran sólo europeos ya que tenía muchos esclavos en América Latina. Lo siguió el proceso de Durban pergeñado con malicia y que, justo es decirlo lo vimos cuando ya era tarde.

Y ahora se culmina en los hechos que la URSS entonces y los aplaudidores de Durban deseaban poder hacer en algún momento: terminar con Israel. Por eso, Hamas, Hezbollah, Irán, Rusia, y los latinoamericanos que ya no vamos a nombrar en particular porque los conocemos a todos, tienen el incondicional apoyo que han logrado. Para ellos el 7 de octubre no fue una barbarie, sino todo lo contrario. Y las pocas democracias que lo ven, y lo saben, ¿qué hacen en realidad?

¿Israel debe quedarse quieto mientras Hezbollah lanza decenas de misiles por día durante 11 meses? Parece que sí. Estados Unidos le ha dicho a Israel que si ataca a Hezbollah se puede desencadenar una gran guerra regional. ¿Eso es lo que Israel le debe decir a los 80 mil desplazados del norte que hace casi un año viven como refugiados? ¿Israel debe obligar a los desplazados a quedarse y vivir donde puedan y como puedan porque no tiene derecho a defender su territorio y darles seguridad a sus ciudadanos? El mensaje de la Asamblea General, ¿es hacer documentos que den legitimidad a una matanza para que las víctimas sientan que están casi solas? Les guste o no a los que votan declaraciones en Nueva York o en Ginebra o en su momento lo hicieron en Durban, la respuesta a la última pregunta es sí. En los días posteriores al ataque de Hamas, Israel no había podido reaccionar todavía contra la agresión del 7 de octubre e intentaba asimilar la destrucción, los asesinatos, los secuestros, cuando ya desde América Latina y Europa aparecían las consignas, insultos e incitaciones al odio contra todo el pueblo judío multiplicando 30 años de provocación antijudía desde Durban para adelante. Y eso está grabado a fuego en cada uno de nosotros, desde que nos quisieron atacar personalmente en Sudáfrica hasta la violencia antijudía de hoy.

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