Inventario
A una semana de Rosh Hashaná 5785, ¿cómo llegamos los judíos e Israel a la fecha?
Veamos en primer lugar el panorama ‘real’, concreto, el de los hechos y realidades, en oposición a la mirada simbólica.
El pogromo del 7 de octubre en la frontera con Gaza destapó una ola de antisemitismo global inesperada.
Europa siempre fue básicamente antisemita, pero lo que sucedió en los EEUU, aunque venía anunciándose en atentados aislados y espaciados, fue una bomba que nos detonó en la cara.
La ONU y sus organismos vinculados han servido de imponente estrado para la pompa y la legitimidad de acciones y discurso antisemita excusados por la ‘causa humanitaria palestina’.
A escala, el shock de los judíos uruguayos de izquierda ante el antisemitismo demostrado por sus ‘compañeros de lucha’ tuvo similar impacto.
El episodio del 8M, archivado por fiscalía no una sino dos veces, nos duele a todos los judíos uruguayos por igual.
En Israel, el pogromo del 7 de octubre se cobró más de 1200 vidas civiles, 251 rehenes, y a esta altura más de 700 soldados caídos en batalla en Gaza.
Llegamos a Rosh Hashaná con Hamas y Gaza en escombros, pero con 101 rehenes aún cautivos, la mitad probablemente sin vida.
Los desplazados del Norte de Israel pasarán las festividades fuera de sus hogares. Todo Israel pasará las festividades de Tishrei bajo una amenaza constante de misiles de Hizbolá.
Israel está en guerra: globalmente, estamos en la 2ª Guerra de Liberación, en la 3a Guerra del Líbano, y sí, también en la operación ‘espadas de hierro’ en Gaza.
Sólo un armisticio como en 1949 detendrá la escalada; luego la Historia seguirá su curso.
Es un pésimo balance del año que termina y una aún peor forma de iniciar el siguiente.
En este contexto, ¿cuál es la mirada simbólica sobre este Rosh Hashaná?
El año ‘redondo y dulce’ que nos deseábamos hace un año se quebró a poco de iniciado.
Aquel día de Simjat Torá no pudimos completar las tradicionales siete vueltas; algunos, como los jóvenes en Nova, ni siquiera llegamos a bailar.
Este año Rosh Hashaná tiene elementos de Pesaj: fuimos víctimas de una onceava plaga y nuestras casas no fueron salteadas. Esta cabeza de año es amarga como el maror.
Los sonidos del Shofar nos remitirán a su sentido original: despertar los sentidos y la consciencia, ubicarnos en una justa dimensión entre la humildad y la auto-determinación.
Al ritmo que se suceden los acontecimientos sería prematuro aventurar cómo serán los diez días de teshuvá, pero tal como se ve hoy, demandarán mucha introspección y reparación.
El Shofar que tocamos al finalizar Iom Kipur no debería entenderse como un sonido (tekiá) triunfalista sino como un largo lamento de esperanza.
Para que 5786 nos encuentre en otro estado de situación y en otro estado del alma.
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