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7 de octubre durante 365 días

Como todos sabemos, el viernes pasado, el líder del movimiento terrorista Hezbollah, auto denominado Partido de Dios, Hassan Nasrallah murió en un bombardeo junto a los principales jefes del grupo, en su cuartel general, emplazado en el centro mismo de Beirut, de forma de tener a una numerosa población alrededor como eventuales escudos humanos. Los familiares de las víctimas de la AMIA y de la voladura de la Embajada de Israel en Argentina, quizás han podido ver una pequeña lucecita encenderse, aunque el dolor de la barbarie no se puede terminar nunca. Esta organización criminal liderada por Nasrallah perpetró decenas de atentados y se bañó de sangre por cuatro décadas. Algunos ejemplos más. En 1983 explotaron la Embajada de EE. UU. en Beirut y asesinaron a 60 personas. Poco tiempo después, ese mismo año, asesinaron 241 marines que estaban en los cuarteles que tenía EE. UU. en el Líbano. Casi en seguida atacaron los cuarteles de Francia y mataron a 58 civiles. Entre 1985 y 1986 salieron de Medio Oriente y atacaron varias ciudades francesas asesinando 13 personas y dejando heridas a más de cien, de las cuales la mayoría no sobrevivió. Las bombas explotaron en subtes, centros comerciales, la Torre Eiffel, los Campos Elíseos, y librerías.

A fin de ir tomando el poder como finalmente lo consiguieron, en febrero de 1985, un coche bomba asesinó a 22 libaneses, entre ellos el ex primer ministro y seguro presidente en las siguientes elecciones Rafiq Hariri. Por supuesto, la ONU creo una comisión investigadora y por supuesto que más allá de confirmarse la autoría de Hezbollah, nadie fue a la justicia. En julio de 2012, Hezbollah entró en el aeropuerto de Burgas en Bélgica y mató a mansalva a 5 turistas israelíes y otro búlgaro, además de dejar un tendal de heridos. Nasrallah y su grupo no sólo sembraron terror y muerte en América Latina, Europa y Medio Oriente, sino que, teniendo al Líbano en sus garras, también intervinieron en la guerra civil siria que lleva más de una década y participaron de miles de asesinatos del medio millón de muertos que ha costado hasta ahora mantener en el poder a Al Assad.

Obviamente, los patrones, aliados y cómplices de Hezbollah se pronunciaron enseguida después de la muerte de Nasrallah. No por previsible deja de ser un llamado de atención a quien quiera confirmar quienes ratifican sin vergüenza y con pleno desparpajo los baños de sangre planificados por Nasrallah y sus casi 20 subjefes, hoy todos muertos en los últimos 10 días. Rusia publicó: “Condenamos enérgicamente otro asesinato político cometido por Israel”. 24 horas después Rusia volvía a bombardear un hospital en Ucrania e informaba que decenas de “enemigos” habían sido abatidos.

El dictador turco Erdogan dio libertad a su psicopatía y publicó: “Líbano y el pueblo libanés son el nuevo objetivo de las políticas de genocidio, ocupación e invasión que persigue Israel desde el 7 de octubre pasado”. O sea, el 7 de octubre, para Erdogan, Hamas no invadió Israel. El dictador sirio Bashar al Assad expresó su gratitud a Hezbollah por su apoyo al país, y aseguró que “el mártir Nasrallah será recordado por los sirios por liderar la resistencia libanesa junto a Siria en su guerra contra el sionismo”. El primer ministro de Irak, Mohamed Shia al Sudani, dijo que la muerte de Nasrallah “es un crimen” y Nasrallah “un mártir en el camino de los rectos”. El presidente del Consejo Político hutí en Yemen, Mahdi al Mashat, ha anunciado tres días de luto por “el martirio” de Nasrallah. Esto es lo menos que pueden hacer ya que para ser terroristas necesitan armas y a través de los misiles iraníes atacan a Israel desde hace un año también. Obviamente Maduro tuvo lo que decir desde su postura servil a Irán desde hace décadas y señaló: “Quiero expresar, a nombre del bloque histórico revolucionario de las fuerzas bolivarianas de Venezuela, la solidaridad con Hezbollah, con la familia de Nasrallah, con el pueblo del Líbano, y agregó sin parpadear que el ataque fue ordenado por Israel “desde la sede de Nueva York en Naciones Unidas”. El otro subalterno de Irán y actual dictador de Cuba Miguel Díaz-Canel dijo que la muerte de Nasrallah “amenaza seriamente la paz y seguridad regional y mundial, cuya responsabilidad total recae en Israel con la complicidad de los Estados Unidos”. Una letanía previsible para esta dictadura obsoleta que sólo ha apoyado durante 65 años terroristas y totalitarismos. Hasta aquí nada nuevo en los apoyos a los bárbaros que hicieron dos atentados en Argentina en 1992 y 1994.

Pero hubo más. El primer ministro libanés, Najib Mikati, condenó el ataque de Israel en el que murió Nasrallah y pidió “unidad” para hacer frente a la “guerra genocida” contra el Líbano. Mikati es un multi millonario y sunnita. Para sobrevivir, acepta mentirse a sí mismo y a todo el Líbano admitiendo que es un títere de Irán y de Hezbollah. Si realmente tuviera dignidad y coraje, además de mucho dinero, cuidaría su lenguaje. Pero le gana el miedo. El bochornoso, antisemita y racista gobierno sudafricano creyó oportuno mostrar que está a pleno apoyando el terrorismo y declaró, entre otras cosas que “Estas acciones sirven para exacerbar una situación ya tensa en Oriente Medio y parecen estar dirigidas a socavar los esfuerzos internacionales de paz en la región”. El que menos ha hecho por algo parecido a la paz es Sudáfrica que sólo sigue incitando al odio e insistiendo que la Corte Internacional declare que Israel está cometiendo un genocidio, cuando el escenario es al revés: quien sí proclama su vocación genocida contra Israel es Irán y usa a Hamas, Hezbollah y la complicidad de Sudáfrica para intentarlo.

Retornando desde Bélgica, el jefe del Estado Vaticano Papa Francisco fue consultado por la muerte de Nasrallah. Bergoglio no mencionó a Israel por su nombre y aseveró que hablaba en términos generales. Y dijo que “la defensa siempre debe ser proporcional al ataque. Cuando algo resulta desproporcionado, hay una tendencia dominante que va más allá de la moralidad. Un país que hace estas cosas —y hablo de cualquier país— de manera superlativa comete acciones inmorales”. El jefe del Estado Vaticano esta vez no logró hilvanar frases diplomáticas que le permitieran ocultar sus sentimientos. ¿Cómo se habrán sentido las familias de los asesinados en la AMIA por Hezbollah cuando recibieron estas declaraciones? Seguro caben muchas respuestas previsibles.

Durante décadas, y hasta hoy, se culpa al entonces jefe del Estado Vaticano Pío XII, su silencio, y mucho más, durante la Shoá. El actual jefe del Vaticano demuestra que siempre es mejor decir lo que se piensa y siente, en especial cuando se trata de un jefe de Estado y líder de la confesión católica, y así conocerlo en serio.Quizás sus decenas de ministros y asesores hubiesen preferido el silencio.

Por supuesto que Irán hizo una larguísima elegía de su funcionario que lideraba su mayor tentáculo terrorista. El Ayatola Alí Jamenei se escondió en algún refugio y habló de “bárbaro asesinato”. Por su parte, el presidente iraní, Masud Pezeshkian, ha señalado a Estados Unidos por ser “cómplice de los crímenes del régimen israelí en el Líbano” y ha condenado el “atentado terrorista” israelí contra Nasrallah que “solo refuerza más el recto árbol de la resistencia”. Desde Nueva York, el ministro de Asuntos Exteriores de los Ayatolas, Abbas Araghchi, advirtió que “todas las posibilidades están abiertas en el conflicto con Israel, incluso la de la guerra”. Y en la medida de sus posibilidades cumplió su amenaza este martes lanzando 181 misiles sobre las ciudades israelíes. Si Israel no tuviera defensas capaces de resistir este latrocinio, la matanza hubiera sido como Irán pretende: genocida. Eso no sólo lo hubieran festejado Rusia, Turquía, Yemen, Irak, Cuba, Venezuela, Sudáfrica, sino que lo estarían justificando frente al silencio mayoritario que hay en todos los continentes como bien se viene observando desde hace casi 365 días, ya que después del 7 de octubre las dictaduras y otros regímenes sólo se han fijado como objetivo negarle a Israel el derecho a la defensa, y si hasta una de las autoridades máximas del mundo se adhiere espetando el vocablo “inmoralidad”, queriendo o equivocándose o las dos cosas, otorga al fin y al cabo, legitimidad al terrorismo.

El periodista de Jerusalem Post Seth Frantzman escribió este martes: “Desde el balcón de mi casa, escucho las sirenas y veo los misiles iraníes que pasan sobre los edificios. Irán lanzó una lluvia de misiles contra Israel. Toda la región está en llamas por culpa de Irán. Hezbollah, Hamas, los hutíes, las milicias iraquíes son una amenaza por culpa de Irán. No acepto que esto sea la vida diaria y lo normal”. Veremos qué tipo de normalidad tendremos que aceptar desde el Nuevo Año que hoy comienza mientras Israel seguirá luchando por su existencia, pese a quien pese, porque en este año que finaliza quedó muy claro que el margen de error para sobrevivir se ha reducido al mínimo.

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