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De este Iom Kipur al próximo

Hace poco más de un año, en Iom Kipur, conmemorábamos cincuenta años de la guerra del mismo nombre en 1973.
No lo sabíamos, pero acaso sí lo intuíamos, que unos días más tarde, al culminar el ciclo festivo del mes hebreo de Tishrei, aquella guerra se reencarnaría en lo que hoy llamamos ‘el 7 de octubre’ cuando, en la mañana de Simjat Torá, Israel fue invadido desde Gaza y se perpetró el gran pogromo desde la creación del Estado. Queda claro que no fue casualidad. Lo que los egipcios intentaron en 1973 lo repitió Hamas en 2023.

Como Siria entonces, Hizbolá amenazó a Israel un día sí y otro también. Pasado un año, no cabe duda que Hamas y Hizbolá fueron mucho más exitosos que Egipto y Siria entonces. En 1973 Israel precisó tres semanas para revertir la situación; hoy ha pasado un año y no sabemos cómo terminará.

En el norte, Israel tuvo que desalojar ciudades enteras para evitar un episodio similar al de Gaza. Recién un año después ha podido encarar operaciones que conduzcan a una solución de fondo: volver a las fronteras normales y devolver a los desplazados a sus hogares. Gaza está controlada pero nadie sabe cómo ni cuándo pondrá fin a la guerra ni cuál será el status de ese territorio.

Hace un año estábamos sensibilizados por el quiebre interno de la sociedad israelí y por el recuerdo de uno de los momentos más peligrosos, hasta entonces, en la historia del Estado.

En lo personal, era mi último Kol Nidre como Presidente de mi comunidad, la NCI de Montevideo. Como judío en la diáspora, llevaba sobre mí esa sensibilidad a flor de piel, tanto por la situación en curso como por la conmemoración histórica. Nunca imaginé que finalizado Sucot la fragilidad y la vulnerabilidad se volverían una experiencia como yo jamás había conocido.

‘De este Iom Kipur al próximo que venga a nosotros para bien’ dice el clásico texto de Kol Nidre. Cada año lo recitamos y cada año asumimos que así será. Este año la expectativa se quebró el 7 de octubre de 2023 en Simjat Torá. Cuando repitamos la liturgia teniendo en mente Iom Kipur de 5786, tendremos el legítimo derecho de dudar. Este año, así como estamos obligados a repetir la fórmula litúrgica como parte central del ritual, estamos moralmente obligados, simultáneamente, a la duda como parte inherente a nuestra experiencia personal.

El año pasado busqué consuelo e inspiración en el libro de Matti Friedman ‘Who by Fire’ y en algunas canciones de Leonard Cohen. Su propia identidad judía, como una suerte de recreación bíblica, fue rescatada en su deambular trovador por el desierto durante la Guerra de Iom Kipur. El libro es claro: Cohen no sabe bien por qué llegó al Sinaí y probablemente no supo hasta muchos años más tarde cómo esa experiencia influyó en su judaísmo; lo único cierto fue que relanzó su carrera y destrabó su proceso creativo.

Este año la incertidumbre, la promesa rota, la falta de certezas, e incluso por momentos la amenaza existencial, han hecho de este mes de Tishrei un experiencia singular: el Shofar nos trajo al mismo tiempo sonidos de esperanza (tekiot) y sonidos de quiebre (shevarim); Iom Kipur nos hará más sensibles que nunca a nuestra vulnerabilidad; en Sucot conmemoraremos nuestra despojada búsqueda de identidad; y en Simjat Torá, con duelo y a pesar del duelo, cito a mi esposa Karin Neuhauser: comenzaremos de vuelta en Bereshit, en el principio.

Como Leonard Cohen en 1973, esa es nuestra tabla de salvación: volver a contarnos la historia y perfeccionarla, año a año. Como judíos, nunca está dicha la última palabra. Como escribió Leonard Cohen poco antes de morir, al final de día siempre diremos ‘hineni’. Jatimá Tová!

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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