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La eliminación de Sinwar obliga a Israel a dar el próximo paso

Radio Jai-La eliminación de Sinwar obliga a Israel a dar el próximo paso

Por Jonathan Meta

El 30 de diciembre de 2006, el mundo presenció la ejecución de Saddam Hussein, un dictador que había gobernado Irak con mano de hierro durante décadas. Capturado en 2003, después de esconderse en un agujero cerca de su ciudad natal de Tikrit, la captura y eventual juicio de Saddam marcó una victoria significativa para la coalición liderada por Estados Unidos que había invadido Irak a principios de ese año. Su juicio fue un espectáculo: Saddam, todavía desafiante, reclamó su presidencia y desestimó la legitimidad de la corte, mientras que su equipo de defensa enfrentó amenazas constantes. Incluso en sus últimos momentos, mientras estaba en la horca, Saddam mantuvo la compostura, invocando su fe y desafiando a sus captores. Su ejecución fue rápida, pero las secuelas de su caída fueron todo lo contrario.

Para muchos, la muerte de Saddam simbolizó el fin de una era: el fin del reinado de un tirano. Sin embargo, la ejecución también marcó el comienzo de un nuevo capítulo en Irak, lleno de violencia sectaria, inestabilidad política y el eventual ascenso del Estado Islámico (ISIS). Lo que se pretendía que fuera la liberación de Irak de la tiranía se convirtió rápidamente en un descenso al caos, ya que los vacíos de poder dejados por el derrocamiento de Saddam y la desbaazificación de las instituciones iraquíes prepararon el escenario para la insurgencia y el radicalismo. Uno de los resultados más sorprendentes fue el surgimiento de ISIS, un grupo que hasta el día de hoy prospera en el mismo caos que siguió a la ejecución de Saddam.

La comparación con los acontecimientos actuales es dura. La eliminación de Yahya Sinwar, el líder de Hamas, puede parecer un triunfo, al igual que lo fue una vez la captura de Saddam Hussein. Sin embargo, la historia nos recuerda que eliminar a una figura clave en un conflicto puede ser solo el comienzo de un juego mucho más complejo y peligroso. La guerra, inicialmente enmarcada como un esfuerzo para rescatar rehenes y debilitar a Hamas, podría convertirse en algo mucho más precario si los objetivos no están claros.

Como tal,la eliminación de Sinwar puede intensificar la presión sobre Israel para que demuestre que la guerra es algo más que victorias militares: se trata de traer a los rehenes a casa y asegurar la paz. De lo contrario, el mundo, y los propios ciudadanos de Israel, pueden comenzar a hacerse las mismas preguntas que surgieron en el Irak post-Sadam: ¿Fue la guerra realmente por la libertad, o por algo completamente diferente?

Con la eliminación de Yahya Sinwar, Israel se encuentra en una encrucijada, con la aparición de dos escenarios principales. La primera es que Israel reconoce la necesidad de trabajar hacia la creación de un Estado palestino que tenga autoridad tanto sobre Gaza como sobre Cisjordania. La segunda es que Israel opta por no seguir este camino. Cada escenario conduce a posibilidades y resultados muy diferentes, dando forma al futuro de la región de maneras profundas.

Si Israel opta por no trabajar hacia el establecimiento de un Estado palestino, podrían desarrollarse tres posibles resultados. La primera sería que Israel volviera a ocupar la Franja de Gaza, una opción costosa y políticamente cargada que corre el riesgo de ser condenada internacionalmente y de enredarse a largo plazo. La segunda posibilidad es que Israel prolongue la guerra indefinidamente, evitando cualquier movimiento decisivo mientras mantiene el conflicto a fuego lento. Esto permitiría a Israel eludir decisiones difíciles, pero a costa de la violencia y la inestabilidad en curso. El tercer resultado podría implicar que Israel ceda el control de Gaza a las mafias locales, o “chamulot”, dejando el territorio bajo la influencia de varias organizaciones criminales en lugar de una autoridad centralizada.

Sin embargo, si Israel decide trabajar hacia la creación de un Estado palestino, el camino a seguir se reduce significativamente a una sola posibilidad. En este escenario, es probable que las naciones extranjeras tomen el control de la Franja de Gaza, interviniendo para estabilizar la región y empoderar a la Autoridad Palestina. Este enfoque allanaría el camino para que la Autoridad Palestina finalmente gobernara tanto Gaza como Cisjordania, lo que podría conducir a la paz y la estabilidad a largo plazo bajo un Estado palestino reconocido.

En cuanto al segundo objetivo de la guerra, que es devolver a los rehenes sanos y salvos, la situación no se hace más fácil. En el primer escenario, en el que Israel no trabaja hacia la creación de un Estado palestino, sólo hay dos caminos posibles para lograr este objetivo. La primera es a través de la fuerza militar, lo que implicaría una continuación de la guerra y potencialmente resultaría en que Israel volviera a ocupar Gaza. Esta solución militar podría imponer costos significativos y probablemente iría acompañada de una ocupación a largo plazo, lo que afianzaría aún más el conflicto. La segunda opción sería negociar con las mafias locales (chamulot), intercambiando el control de la franja por el retorno seguro de los rehenes. Este enfoque implicaría transferir el poder a estas redes criminales, lo que podría resolver temporalmente la crisis de los rehenes, pero dejar a Gaza bajo un liderazgo fragmentado y sin ley.

En el segundo escenario, en el que Israel trabaja hacia la creación de un Estado palestino, la única forma de asegurar el regreso de los rehenes sería a través de la negociación. En este caso, Israel se retiraría completamente de la Franja de Gaza, lo que no sería un problema ya que, en este escenario, Israel reconoce que ya no tiene interés en gobernar Gaza. Un acuerdo probablemente implicaría la liberación de prisioneros palestinos, algunos de los cuales podrían convertirse en figuras clave en un futuro Estado palestino. Al seguir por este camino, Israel estaría aceptando la realidad de un Estado palestino con un nuevo liderazgo, lo que también abriría la puerta a futuras negociaciones diplomáticas y de seguridad en un marco regional más estable.

Para tratar de anticipar qué camino puede tomar Israel después de la eliminación de Yahya Sinwar, podemos considerar varios hechos clave que insinúan la dirección que podrían tomar las cosas.

El primer indicio proviene del propio Hamás. El viernes, Hamas reconoció oficialmente la muerte de Sinwar, pero dejó en claro que sus demandas siguen sin cambios. Siguen insistiendo en el fin de la guerra, en la retirada total de Israel de Gaza y en la liberación de los prisioneros palestinos. Hamás no muestra signos de transigir en estas condiciones en el futuro cercano. De hecho, hasta que se elija un nuevo líder para reemplazar a Sinwar, lo que podría llevar días o incluso semanas, no parece haber perspectivas de ningún cambio en su posición. Este estancamiento crea un obstáculo importante para cualquier solución diplomática inmediata.

La comunidad internacional, aunque cautelosamente optimista sobre la posible estabilidad que podría traer la eliminación de Sinwar, se enfrenta a un desafío familiar. Los líderes mundiales, incluido el presidente Biden, han expresado su esperanza de que este momento pueda servir como una oportunidad para reducir la violencia en Gaza y alcanzar un acuerdo político. Las declaraciones de funcionarios estadounidenses y líderes europeos reflejan un deseo colectivo de aprovechar este momento para poner fin a la guerra. Sin embargo, se expresaron sentimientos similares después de la muerte de Hassan Nasrallah, secretario general de Hezbollah, pero el conflicto en el sur del Líbano solo se ha profundizado a pesar de estas proyecciones esperanzadoras. La brecha entre las expectativas internacionales y la realidad sobre el terreno de las decisiones estratégicas de Israel sigue siendo amplia. Si bien la presión global puede estar aumentando, la historia reciente muestra que es poco probable que esa presión por sí sola influya en la trayectoria militar y política de Israel.

Quizás el hecho más revelador es la propia postura del primer ministro Netanyahu, expresada al principio de la guerra. En una conversación a puerta cerrada en la Knesset, Netanyahu admitió que una de las principales razones de la actual tensión entre él y el presidente Biden es su negativa a permitir la creación de un Estado palestino. Netanyahu ha dejado claro que se opone a cualquier solución que conduzca al establecimiento de un Estado palestino, al que considera una amenaza para el futuro del sionismo. Esta postura subyacente es crítica, ya que sugiere que es más probable que Netanyahu esté a favor de una acción militar continua o una solución más extrema, en lugar de aprovechar este momento para negociar una solución de dos estados. Dado su historial de resistencia a la presión de Estados Unidos, el liderazgo de Netanyahu podría indicar que Israel continuará por un camino que evite cualquier concesión hacia la creación de un Estado palestino.

De esta manera, la eliminación de Yahya Sinwar coloca la responsabilidad directamente sobre los hombros de Israel, obligándolo a tomar una decisión decisiva antes de que pueda explorar las diversas posibilidades que se avecinan. Hasta ahora, el primer ministro Netanyahu ha evitado tomar una decisión concreta porque cada opción presenta riesgos significativos. Si busca un acuerdo, corre el riesgo de alienar a sus socios de coalición de extrema derecha, lo que podría colapsar su gobierno y desencadenar nuevas elecciones. Después de los acontecimientos del 7 de octubre, Netanyahu se enfrenta a la incertidumbre sobre si conservará el apoyo político suficiente para ser reelegido. Este miedo lo ha mantenido en un patrón de espera, evitando cualquier movimiento que pueda poner en peligro su posición.

Por otro lado, si Netanyahu cede a las demandas de su coalición de extrema derecha —que incluye voces de su propio partido que abogan por una ocupación militar y el reasentamiento de Gaza con asentamientos judíos—, Israel enfrentaría graves repercusiones internacionales. Tal movimiento erosionaría la legitimidad de Israel en el escenario global e incluso podría conducir a embargos de armas por parte de los aliados occidentales, todo mientras persiste la amenaza inminente de Irán. Así, Netanyahu ha encontrado cierto consuelo en retrasar cualquier decisión, manteniendo un equilibrio precario.

Sin embargo, la eliminación de Sinwar puede haber acelerado la línea de tiempo, empujando a Israel a revelar sus verdaderas intenciones. Israel ahora tendrá que demostrar al mundo si la guerra fue realmente para traer a los rehenes a casa y desmantelar las capacidades militares y políticas de Hamas, o si fue una oportunidad calculada para profundizar su ocupación militar de Gaza. El mundo, y los propios ciudadanos de Israel, están esperando una respuesta clara, una que podría dar forma al futuro de la región en los años venideros.

Los próximos días traerán claridad sobre el camino que Israel decida tomar en última instancia. Con la eliminación de Yahya Sinwar, ha llegado el momento de una acción decisiva, e Israel ya no puede retrasar su elección. Ya sea que Israel opte por buscar una solución militar o avanzar hacia negociaciones, la decisión dará forma no solo al futuro de Gaza, sino también a la posición de Israel en el escenario global. Todas las miradas están puestas en el primer ministro Netanyahu, que se enfrenta a una inmensa presión de su coalición de extrema derecha y de la comunidad internacional, que exige resultados muy diferentes.

Si la historia nos ha enseñado algo, es que entregar el control de Gaza a las mafias locales mientras se evita una decisión política más amplia podría conducir al caos. El vacío de poder creado por tal movimiento reflejaría la inestabilidad que presenciamos en Irak después de la caída de Saddam Hussein, así como en Gaza en el pasado, donde la falta de un liderazgo político fuerte permitió que nuevos radicales llegaran al poder, lo que resultó en más violencia y terrorismo. Sin embargo, con Netanyahu enfrentando una intensa presión de su gobierno de extrema derecha por un lado, y la comunidad internacional presionando por una resolución política por el otro, este podría ser el camino que elija. Sin embargo, las consecuencias de esa decisión pueden no hacer más que perpetuar el conflicto en lugar de resolverlo, lo que aumenta los riesgos para la seguridad futura de Israel y la estabilidad regional. Hasta ahora, muchos informes sugerían que Netanyahu se estaba demorando, esperando las elecciones estadounidenses en poco menos de tres semanas para tomar una decisión. Sin embargo, después de la eliminación de Sinwar, es muy improbable que tenga tanto tiempo.

 

Fuente: Blog de TOI

 

No hay una imagen de victoria que haga que Netanyahu se esfuerce por llegar a un final – Radio JAI

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