Se enrarece más el frente de Europa oriental
Por Ricardo López Göttig
El frente de Europa oriental o, para Vladímir Putin, el flanco occidental inmediato, se está complejizando con nuevos actores y escenarios. Las próximas semanas son de posicionamientos estratégicos, de preparación para escenarios adversos o favorables, en un invierno boreal que será de cambio en la presidencia de los Estados Unidos, ya sea con Kamala Harris o Donald Trump.
El Servicio Nacional de Inteligencia de Corea del Sur ha reportado que 1500 soldados de Corea del Norte han sido transportados hacia Vladivostok para ser entrenados en bases militares rusas. De acuerdo a estas fuentes, como a las de la inteligencia ucraniana, es parte de una intensa preparación para el despliegue de tropas norcoreanas en la región de Kursk -en parte ocupada por Ucrania en los últimos meses-, con el objetivo de que los efectivos rusos puedan concentrarse en el combate en el Donbás. A estos soldados y oficiales norcoreanos, siempre de acuerdo a las fuentes mencionadas, se les darían uniformes, armas y documentación rusas, haciéndolos pasar como habitantes de las repúblicas autónomas de Buriatia y Sajá, ambas de composición étnica mongol y túrquica, respectivamente. El Institute for the Study of War (ISW) ha reportado la presencia de ingenieros militares norcoreanos en el Donbás, como apoyo logístico para las fuerzas rusas en ese frente de guerra. Esta presencia obedece a la necesidad de Putin de incrementar la cantidad de soldados en su guerra contra Ucrania, ya encaminándose a su tercer año, evadiendo el reclutamiento masivo de conscriptos en las grandes ciudades de Rusia.
A todo esto se añade la elección de ayer en Moldavia, otra ex república socialista soviética: Maia Sandu aspira a un segundo mandato presidencial consecutivo y deberá afrontar en una otra vuelta al candidato pro ruso Alexandru Stoianoglu. Más relevante aún para el porvenir de Moldavia, es que simultáneamente se celebró un referéndum sobre el ingreso de ese país a la Unión Europea, con un resultado bastante ajustado. Contabilizándose el 99,5% de los sufragios, el 50,3% se expresó por la aprobación, con el 49% en contra. Maia Sandu denunció la injerencia rusa durante la campaña electoral y la compra de votos con fondos de ese origen. Moldavia tiene un conflicto territorial de larga data, desde la disolución de la URSS, con Rusia por la región de Transnistria, una zona que se caracteriza por ser un oasis del crimen organizado internacional. El próximo sábado 26 habrá elecciones en la República de Georgia, en el Cáucaso meridional, otra ex república socialista soviética en donde la presencia rusa se hace sentir desde hace años por su apoyo a la secesión de Osetia del Sur y Abjazia, dos “repúblicas” sólo reconocidas por el régimen de Vladímir Putin.
Ucrania, Moldavia y Georgia son consideradas por el Kremlin como áreas de influencia inmediata de la Rusia de Putin, en tanto heredera del Imperio de los Zares y de la Unión Soviética. En su lógica de poder, no puede haber países que tomen decisiones independientes y soberanas en sus fronteras, porque esto mismo lo interpreta como amenaza.
El eje de las autocracias coopera cada vez más estrechamente y sin disimulos en sus distintos frentes de guerra en un momento de decisiones cruciales para el bloque occidental. ¿La opinión pública de Occidente puede advertir esta situación? En gran parte reside ahí la definición del rumbo que se tomará en los próximos años.
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