Gran crisis en la izquierda española
Por Ricardo López Göttig
La izquierda radical entró en una gran crisis en España: no por su mal desempeño en las elecciones para el Parlamento Europeo, ya sea Podemos o Sumar, sino por la admisión del ahora ex diputado Íñigo Errejón de que acosó a varias mujeres en sus diez años de actuación pública, aunque encubierta bajo una serie de eufemismos rebuscados. Y sobre todo porque presumían de tener una agenda feminista radical, que hacía a la izquierda por completo diferente al resto de los partidos políticos de la península, colocándose en un podio inaccesible de pureza moral.
Errejón, junto a Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, además de ser docentes en Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid, fueron los fundadores de ese experimento llamado Podemos, que tanta proximidad y apoyo financiero tuvo desde el inicio por Hugo Chávez, la plataforma mediática de HispanTV (del régimen teocrático iraní), y quizás otras fuentes más que apostaban a un partido antisistema dentro de la democracia española.
Podemos tuvo aspiraciones de sobrepasar en votos al PSOE (Partido Socialista Obrero Español), formación política protagónica en tiempos de la Transición española, ahora tan denostada por esos grupos de la izquierda radical. Como suele ocurrir con ese sector ideológico, una combinación de resquemores personalistas, la ausencia de una democracia auténtica en su interior, el dogmatismo unido a una narrativa de confrontación permanente, llevaron a su fragmentación en varias unidades. Íñigo Errejón creó su propia fuerza política, Más Madrid, tomando distancia de sus antiguos compañeros de ruta, y terminó plegándose a Sumar, una alianza de varios partidos que ahora forma parte de la coalición gubernamental con el PSOE de Pedro Sánchez y partidos independentistas y secesionistas.
Al comenzar las acusaciones en las redes sociales, Errejón renunció a su banca en la cámara de diputados y a ser el portavoz de Sumar, y esto precipitó una serie de denuncias. Ahora comenzó la leña del árbol caído, los reproches cruzados, los comentarios de que “de esto ya se hablaba hacía tiempo”, pero lo cierto es que puso a la izquierda radical española en una gran crisis, porque uno de sus principales protagonistas tenía las conductas machistas, “patriarcales” y “neoliberales” de las que tanto acusaban a sus rivales políticos.
Tras la crisis del marxismo-leninismo a fines de los años 80 y la implosión de la Unión Soviética, las izquierdas buscaron nuevos temas para su agenda: así abrazaron el ambientalismo, las minorías étnicas y de género, y más recientemente al feminismo radical y al “antisionismo”, buscando aglutinar a distintos nichos de la sociedad. Sea como fuere, lo ocurrido con Errejón pone ante el espejo las complicidades, los silencios, las hipocresías y la sumisión al líder, con tal de que “no gobernara la derecha”.
Hace tiempo que este sector perdió credibilidad en la sociedad española, y ello es perceptible por su permanente caída en las preferencias electorales, quedándose en la periferia. Pero sí tiene una persistencia en el mundo de la intelectualidad y los círculos académicos, con una gran influencia narrativa y formativa en las universidades. No se trata de una crisis terminal, sino del síntoma de la falta de coherencia en las biografías y trayectorias de muchos de los nuevos líderes en el mundo de la política, incapaces de resistir un archivo.
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