Una piedra en el zapato
Iniciamos la columna de hoy haciendo un poco de Historia, la “Ruta de la Seda”, es el nombre que le dio el geógrafo alemán Ferdinand von Richthofen, a la red de rutas comerciales –marítimas y terrestres- en el Siglo XIX, pero que prácticamente eran utilizadas por China, ya en el Siglo I a.e.c., y que se extendían en casi toda Asia, incluyendo las regiones insulares del sudeste asiático, y llegaban a las costas orientales de África y mundo europeo por el Mediterráneo.
Estas rutas para el Siglo XV, tras el descubrimiento de América, si bien se abrieron nuevas en el Atlántico y en el Pacífico, aquellas se siguieron utilizando, formando parte del sistema de comercio global de la época, sin embargo, con la expansión del Imperio Británico, en particular en el continente africano y en Asia, y sumado a la caída del Imperio Chino a partir de las Guerras del Opio, durante la primera mitad del Siglo XIX, afectaron negativamente la “Ruta de la Seda” y marcaron la decadencia del comercio interasiático.
Ahora bien, para fines del Siglo XX y el resurgimiento de la economía, primero en el sudeste asiático, y luego China, a partir de las reformas implementadas por Den Xiao Ping, la “Ruta de la Seda”, no sólo se reactivó, sino que ha ido adquiriendo una importancia geopolítica y geoeconómica para Beijing y también para el resto de Asia, con efectos y consecuencias a nivel global, por ejemplo, en el 2011 se terminó de conectar la vía férrea que une la ciudad china de Chongqing con Diusburgo, en la importante región de la cuenca del Rin, Alemania, atravesando Eurasia y posibilitando en dos semanas la conectividad, un tiempo mucho menor, que si se utiliza la ruta marítima, desde Shanghai a Hamburgo, que suele ser de unos 35 días, aunque hay que señalar, que se puede intercalar para el tráfico de mercancías y recursos naturales, rutas ferroviarias y/o viales con las oceánicas, en todo caso, se evalúan costes de transporte, incluido seguros, seguridad, la naturaleza de la carga, y otras circunstancias, como el tiempo del traslado y cuestiones geopolíticas, como crisis y/o conflictos.
Y en este último punto, el de las crisis y los conflictos, es en el que centro el tema de análisis de esta columna, y entonces aquí surge Birmania o Myanmar, un Estado del sudeste asiático, que limita al oeste con la India y Bangladesh, al este con Laos y Tailandia, y con China al norte y noreste, mientras que al sur, sus costas son parte de la Bahía de Bengala, el Mar de Andamán, que tras pasar por el istmo de Kra, llega al Estrecho de Malaca, donde se une al Mar Meridional de China.
El 4 de enero de 1948, tras más de 120 años de dominio británico obtuvo su independencia, constituyéndose en 1949, como una República Socialista liderada por el líder independentista U Un, quién permaneció en el poder hasta el golpe militar de 1962, encabezado por el general Ne Win, que luego de sancionarse una nueva Constitución en 1974, fue nombrado presidente, hasta que dimitió en 1981, siendo sucedido por el general San Yun, quién fue depuesto por otro golpe de Estado a mediados de 1988, pasando a ser gobernada por un Junta Militar a cargo del general Saw Maung, cambiando la denominación del país, de Birmania a Unión de Myanmar, el que es reconocido por la ONU y la U.E., pero rechazado por otros países.
En 1990, se celebraron elecciones libres que dieron ganador al partido LND o Liga Nacional para la Democracia, liderado por la activista política Aung San Sun Kyi, quién recibió en 1991 el premio Nobel de la Paz, sin embargo, nunca pudo asumir la presidencia, pues la Junta Militar dio por anulado el resultado electoral, y desde entonces, con relevos en la cúpula de la Junta Militar, y un breve período democrático que señalaré más adelante, el gobierno de Myanmar ha estado en mano de los militares, y en la actualidad, la presidencia está ejercida por el Myint Swe, y como 1er. ministro el general Min Aung Hlaing, lo que reseña desde su independencia, a un país sumido en los golpes militares, los gobiernos autoritarios o dictatoriales, y con recurrentes crisis y conflictos, no sólo socio-políticos, sino también étnicos, pues en un país con 59,5 millones de habitantes, la composición demográfica se caracteriza por la multiplicidad de grupos y subgrupos de etnias, el 68% birmanos, 10% shan, 7% karen, 4% rakian, 3% chinos y el resto son subgrupos que no pasan el 1%, aunque no olvidemos a la etnia rohinya, musulmanes sunitas, que llegaban al 3%, y han sido víctima de acciones genocidas, que los ha obligado a desplazarse a Bangladesh y a Tailandia, reubicados en decenas de campos de refugiados.
Más allá de este inestable cuadro de situación, Birmania o Myanmar, tiene una importancia geopolítica y geoeconómica en relación de los intereses de China, en función a la “Ruta de la Seda”, como lo veremos seguidamente.
Recordemos, que al principio de la columna señalé que la “Ruta de la Seda” se articula tanto por vía marítima como terrestre, en muchos casos ambas se complementan, y están sujetas a variables que tienen que ver con las regiones que atraviesan y con factores geopolíticos y diplomáticos, como asimismo con los costes propios del tráfico comercial y también con la seguridad, y todos estos factores conllevan a que China contemple diferentes alternativas que garanticen la fluidez de su comercio exterior, sea para sus importaciones como para sus exportaciones, de todo tipo y naturaleza.
En el ámbito marítimo, hay un punto de significativa importancia para el comercio chino, el Estrecho de Malaca, de unos 300 km de largo, y el Mar Andamán, y lo que implicaría en caso de un bloqueo, con consecuencias negativas para China y su economía, en particular, porque es la vía del petróleo y el gas que necesita, proveniente de la región del Golfo Pérsico, en particular de Irán y también de África, recordando que China desde el 2013, es el mayor importador de hidrocarburos a nivel mundial, y representa más de la mitad de la fuerza energética, que necesita para su desarrollo económico, pero sin olvidar también, que en menor o mayor medida, también repercutiría a nivel global.
En este escenario marítimo, Beijing evalúa rutas alternativas, una sería bordeando las costas occidental y oriental de la isla de Borneo, para luego cruzar el Estrecho de Sunda o el Estrecho de Lombok, respectivamente, pero ambos son de poco calado para los grandes buques, y además, son trayectos de alta peligrosidad por la actividad de la piratería, y el otro trayecto sería, bordeando Indonesia y Australia, por el este y sur, lo que eleva los costes de transporte, y que demanda casi cuatro veces más de tiempo de navegación.
Esto ha llevado al gobierno chino, a explorar nuevas alternativas, como ser la construcción de un canal que evite el Estrecho de Malaca, que llevó a Beijing ha proponérselo al gobierno de Tailandia, pero la proposición fue rechazada por Bangkok, es entonces que surge la alternativa de una ruta mixta a través de Myanmar, que consiste en un trayecto terrestre constituido por auto-vía, ferrocarril y la construcción de un oleoducto y un gasoducto, desde la ciudad china de Kunming, cercana a la frontera binacional, que se extiende hasta la ciudad birmana de Mandalay, y en donde se ramifica en dos tramos, uno hacia la ciudad puerto de Kyankpya y el otro hasta la ciudad puerto de Yangon, ambas con salida a la Bahía de Bengala, un emprendimiento que hasta el presente, le ha significado a China, una inversión de U$S 7 mil millones, y aquí surge ahora, el problema de la inestabilidad política birmana.
En el 2019, el presidente Xi Jinping acordó el proyecto descripto con el entonces jefe de la Junta Militar, general Min Aung Hlaing, principal responsable del genocidio de la etnia rohinya, pero en el 2020, tras una segunda reunión entre ambos, en Myanmar se programaron elecciones democráticas, como una medida para satisfacer los reclamos de las regiones autónomas de facto, no de derecho, que existen en aquel país, y que representan cerca de 20 grupos armados, y de esta manera, se preveía que la situación pos-electoral, garantizaría la estabilidad suficiente para concretar los planes de Beijing.
Las elecciones fueron ganadas abrumadoramente por la líder Aung San Sun Kyi, la misma que había triunfado en 1990 y Nobel de la Paz, quién estuvo presa por más de 15 años, y este es el brevísimo período democrático que antes les adelanté, pues las políticas esgrimidas por la presidente electa, no fueron del agrado de la Junta Militar, y tras sólo cuatro meses de gobierno fue depuesta por los militares, y esto rompió los acuerdos con las mencionadas entidades autónomas, y esta situación prologó el inicio de una guerra civil, con características no sólo socio-políticas, sino también étnicas, teniendo en cuenta, las diferentes facciones que controlan distintas regiones, y se auto-financian y se arman, sea a través de actividades ilícitas como el Narcotráfico, en especial de Heroína, o bien a través de recaudar impuestos o tributos, hasta que finalmente, los grupos más fuertes han concertado recientemente una alianza, la de “Los tres Hermanos”, conformada por las milicias de las regiones, de Shan – del norte y del sur-, la de Chin, la de Rakhine y la de Sagaing, y que son, el Ejército de la Alianza Democrática de Myanmar, el Ejército de Arakán y el Ejército de Liberación Nacional de Ta´ang, respectivamente, los que iniciaron la llamada “Operación 1027” contra la Junta Militar, la que ha perdido paulatinamente el control de varías regiones del país, y las que aún controlan, están aisladas y cercadas, en el presente las fuerzas de la Junta Militar se ubican en una región en el este, limítrofe con China, otras más pequeñas, como islotes, en el centro, y la más extensa en el suroeste donde está la capital birmana, Naypyidaw.
Este escenario de guerra civil, le plantea a Beijing una situación problemática y difícil, ¿con quién negociar y proseguir con el proyecto que se había acordado en el 2019 y ratificado en el 2020?, lo que lleva a otra disyuntiva, ¿a quién apoyar en el presente conflicto?, o aún una alternativa algo más arriesgada por las posibles consecuencia geopolíticas, ¿ una intervención militar para asegurar los intereses estratégicos chinos?, pues si bien, el gobierno de la Junta Militar, ha sido condenado por la mayoría de la Comunidad Internacional, por ser considerado un régimen totalitario y genocida, sin embargo, Myanmar es miembro de la ASEAN, la Alianza de Naciones del Sudeste Asiático, apoyada por los EE.UU., y en el que hay entre sus miembros Estados enfrentados a China, principalmente por la delimitación de la soberanía marítima y los recursos naturales de esos espacios, como las repúblicas de Filipina y Vietnam, o como en el caso de Tailandia y la Federación Malaya, que tienen jurisdicción sobre el Estrecho de Malaca, lo que podría acarrearle a China, consecuencias geopolíticas y geoeconómicas no deseadas.
Así las cosas y finalizando la columna de hoy, mis reflexiones son las siguientes: 1) el actual escenario global se caracteriza por crisis y por conflictos en desarrollo, en Ucrania y en Medio Oriente, guerras con graves consecuencias humanas, geopolíticas y geoeconómicas, que afectan y amenazan un orden internacional en creciente transición; 2) en este escenario, el rol de China como potencia mundial y competidora de los EE.UU., sumado a la importancia de la región Asia-Pacífico, demuestra un desplazamiento del epicentro de las relaciones internacionales, tanto en lo político como en lo económico, en particular a lo que hace al comercio internacional, en el que China se ha convertido en el motor del desarrollo regional y junto a los EE.UU., a nivel global, y 3) lo señalado refleja una interdependencia compleja, donde los intereses estratégicos de los principales actores estatales, pueden ser afectados por esas crisis y conflictos antes apuntados, aún cuando sean de carácter interno, como la guerra civil que se libra en el presente en Myanmar, el que habrá que prestar atención, y que en el caso de China y su megaproyecto la “Ruta de la Seda”, es lo que se puede describir con una frase coloquial, “ una piedra en el zapato…”.-
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