Los Jinetes del Apocalipsis
En la columna de hoy, voy a abordar una cuestión muy problemática, diría “políticamente incorrecta”, pero que puede explicar la debacle de la sociedad y la cultura Occidental, que tiene como principal responsable a la llamada corriente “Progresista”, la “Onda Woke”, que surge tras el final de la Guerra Fría y la caída del Comunismo, pero mantiene la visión y posición ideológica marxista, que tiene a cuatro intelectuales, como máximos referentes.
El primero de éstos, es quién ha planteado cual es el campo de la actividad humana donde se libre la “Guerra Cultural”, y que ha sido maestro o guía de los otros tres, el italiano Antonio Gramsci, nacido en Cerdeña, el 22 de enero de 1891, y falleció en Roma el 27 de abril de 1937, filósofo, político, sociólogo, periodista y fundamentalmente, uno de los principales teórico del marxismo, fundador del Partido Comunista Italiano, su pensamiento ha quedado plasmado en su más conocida obra, “Cuadernos desde la Cárcel”, donde expone, que la clase dominante, la burguesía, ejerce el poder sobre la clase dominada, el proletariado, instrumentando lo que él denomina la “hegemonía cultural”, la que es ejercida a través de un control de la educación y la construcción por ende de un sistema educativo a fin, de igual forma controlar los medios de comunicación y cooptar las instituciones religiosas, y de esta manera, la “clase dominante”, educa, comunica y forma a la “clase dominada”, para impedir todo tipo de manifestación revolucionaria, y mantener así una estructura política, económica y social capitalista. En el pensamiento marxista, y por lo tanto, “internacionalista”, los conceptos de “nación” o “patria”, son utilizados por la clase dominante para generar en el pueblo, un sentimiento común, la identidad nacional, que se opone a todo lo externo, y de esta forma, consolidar el proyecto “burgués”. En síntesis, Gramsci, planteaba que la lucha de clases se debía librar en el terreno de la cultura, dinamitando las bases de la sociedad para lograr una transformación, pues como el mismo cita en su obra, “la sociedad no es sólo el ámbito de las libertades individuales y de las actividades económicas…sino que es también el lugar donde se elaboran las ideologías y las culturas, de la formación de las subjetividades, de los enfrentamientos políticos y de las luchas populares…”.-
El segundo de los jinetes, es el filósofo francés Michel Foucault, filósofo, sociólogo, psicólogo e historiador francés, nacido el 15 de octubre de 1926 y fallecido el 25 de junio de 1984, en París, ejerció como profesor en universidades de Francia y de EE.UU., destacándose como titular de la cátedra de Historia de los Sistemas del Pensamiento, en el College de France, hasta su muerte. Entre sus obras más prestigiosas están, “La arqueología del saber”, “Historia de la sexualidad”, “¿Que es la Ilustración?” o “Las palabras y las cosas”, pero seguramente, su obra más influyente es, “Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión”.
Al igual como Gramsci lo hizo en Italia, Foucault militó en el Partido Comunista Francés, y siempre rechazó que lo etiquetaran como “pos-estructuralista”, considerándose como un crítico de la Modernidad, con raíces Kantianas, adquiriendo notoriedad por su protagonismo en el llamado “Mayo Francés”, las revueltas estudiantiles que se dieron en ese mes del año 1968, y su impacto en nuestro continente, se da primero a finales de los 70 y en las dos décadas siguientes, coincidiendo con la difusión del pensamiento de otros intelectuales de izquierda, como el brasileño Paulo Freyre, pero seguramente, sus obras adquirieron un mayor impacto, a partir del presente Siglo, en las Universidades de los EE.UU., de la mano de muchos profesores universitarios que se identifican con la corriente “progresista” y con la izquierda más radical dentro del Partido Demócrata.
La influencia del pensamiento de Foucault, con su crítica al poder y a las instituciones que lo representan, se puede apreciar claramente en el campo de la Psiquiatría, considerando a esta rama de la Medicina, como un instrumento del control social, y que en nuestro país se refleja en la Ley de Salud Mental, la 26.657, promulgada en el 2010 y reglamentada tres años después, que tanto daño está causando, a pacientes, familias, autoridades y facultativos, y que necesita ser revisada y modificada. El otro campo donde se padece la influencia del pensador francés, tiene relación directa con la Seguridad Pública y el Derecho Penal, a través de la “corriente garantista”, que idealiza al delincuente, pues Foucault considera al criminal como el “rebelde” que desde la marginalidad se opone a un poder y un orden injusto, impuesto por una sociedad liberal y clasista, y que está plasmada en sus propias palabras, “…a los que roban se los encarcela, a los que violan se los encarcela, a los que matan también, ¿de dónde viene esta extraña práctica y el curioso proyecto de encerrar para enderezar?”, con lo cual para Foucault, los delincuentes son víctimas de la Sociedad.
Hay dos campos sociales más, donde se ve la influencia del pensamiento foucaultniano, uno es el Educativo, en el que el filósofo francés fue uno de los responsables de la llamada “nueva pedagogía”, que surge en aquel “Mayo Francés del 68”, considerando a la Escuela y al Maestro como, una expresión de opresión y explotación de niños y jóvenes, y que se reflejan en la deconstrucción de la Escuela y del rol de docente, temas que son profundizados por uno de sus colegas y amigo, el sociólogo francés Pierre Bourdieu, el tercer jinete, al que abordaré seguidamente, y el otro campo es, el de la “cuestión de género u orientación sexual” y la “cuestión de la etnicidad y las migraciones”, las que tendrán en una de sus seguidoras, la estadounidense Judith Butlel, y la cuarta jinete, a una de las más importantes figuras, y a la que abordaré en último término.
Veamos entonces al tercer jinete, Pierre Bordieu, sociólogo francés, nacido el 1 de agosto de 1930 y falleció el 23 de enero de 2002, en París, con un visión determinista, fue Director del Centro de Sociología Europeo, docente en las Universidades de París y Lille, y en el College de France, hasta un año antes de su muerte, algunas de sus numerosas obras, son: “Los estudiantes y la cultura”, “El oficio del sociólogo”, “Homo Academicus”, “Capital cultural, escuela y espacio social”, “Pensamiento y acción” y “Reflexiones para servir a la resistencia contra el Neoliberalismo”, para citar aquellos trabajos que reflejan sus estudios sobre sociología de la cultura, de la educación y estilos de vida, pero es en “La Miseria del Mundo”, donde expone su visión marxista y reconoce a Michel Foucault como una de sus fuentes para denunciar la exclusión social de la modernidad, del progreso tecnológico y de la globalización, y a favor del Foro Social Mundial, que despunta a principios de la década de los años 90.
Es así, que la crisis que vive hoy el sistema educativo, es consecuencia de aquel “Mayo Francés”, que a través de sus principales actores y sus postulados, la Escuela, que era fuente de aprendizaje, disciplina y normas de convivencia, fue demonizada, destruida, por una visión reduccionista, que hace una analogía de la relación “patrón-obrero”, y ubica al educando como el sujeto explotado por el educador, y que para romper con esta situación, se concibe una nueva metodología, donde el alumno es quién “se construye por si mismo sus saberes”, como lo señala el profesor francés Marc Le Bris, quién en su juventud fue protagonista de las revueltas del 68, pero que hoy reconoce, que el sistema educativo actual ha perdido la matriz de la excelencia, que establecía una meritocracia superadora.
Por el contrario, hoy es abolido todo tipo de clasificación, Bordieu cuestiona a la Escuela como una institución opresora, que se corresponde con un modelo eurocéntrico, colonialista y burgués, y por lo tanto, la Escuela reproduce la estructura de la sociedad capitalista. La visión y el pensamiento de Bordieu, como la de otros intelectuales que representan el “ideario revolucionario” de aquel “Mayo Francés”, han provocado no sólo la crisis del sistema educativo, sino la involución de la Ilustración, y la convalidación de la mediocridad, que contribuye al colapso de la cultura Occidental, que es aprovechado por los extremismo, el Nihilismo y el Radicalismo confesional.
Ahora queda abordar al cuarto jinete, o mejor sería decir, a la amazona Judith Butler, filósofa estadounidense, nacida el 24 de febrero de 1956, en Cleveland, Ohio, reconocida como una “neomaterialista” y considerada una figura influyente en los campos de la teoría política contemporánea y la teoría de género y orientación sexual, profesora desde la década de los 90 en la Universidad de Berkeley, California, EE.UU., y miembro de la Academia de Artes y Ciencias de los EE.UU., y responsable de los movimientos feministas más radicales, de la agenda transgénero y antinatalismo, que se expresan a través de los distintos colectivos que conforman la corriente “woke”. Entre sus obras, se destacan “El género en disputa. Feminismo y la subversión de la identidad” y “Cuerpos que importan.
Sobre los límites materiales y discursivos del sexo”, en los cuales desarrolla sus teorías que desafían los convencionalismos de género, expone que éste –el género-, se construye por la acción y el habla, una lingüística estructural, que interrelaciona la realidad material y la percepción, y plantea interrogantes sobre las categorías de identidad y sus formas de pensar al sexo, la sexualidad, el género y el lenguaje.
En su pensamiento está presente Michel Foucault, en particular su trabajo sobre la Historia de la Sexualidad, pero a diferencia del filósofo francés, que en relación a la sexualidad no tiene en cuenta el género, para Judith Butler es la cuestión esencial, y demuestra su apoyo a los movimientos por los derechos del colectivo LGTB+, pero también su activismo no se limita a las cuestiones como el feminismo, de género y diversidad sexual, también ha tomado partido en cuestiones políticas, como ser las fuertes críticas al sionismo y a la política de Israel en torno al conflicto israelí-palestino, más allá de su identidad judía.
En cuanto al pensamiento de Butler, en relación al género y sexualidad, y acerca de la formación de la identidad y la subjetividad, proceso que lleva a realizarse como sujeto, ha sido radicalizado y sus consecuencias no sólo se expresan en manifestaciones violentas de los distintos colectivos, sino también en el sistema educativo, como sucede en nuestro país, específicamente en la provincia de Buenos Aires, con el programa ESI –Educación Sexual Integral-, por el cual, a temprana edad –nivel primario- se quiere imponer un lenguaje, denominado “inclusivo”, cuando aún no incorporado ni siquiera el lenguaje escrito, o bibliografía que naturaliza en la infancia la libertad de elección sexual y género, cuando aún es un o una criatura en formación, o en el ciclo secundario, que se entrega como material literario un libro titulado “Cometierra”, cuya narrativa y diálogos, ni siquiera son permitidos reproducir literalmente en Youtube y otras redes sociales, por ser considerados pornográficos, en síntesis, la Educación Sexual es un valioso conocimiento, y un derecho del que deben gozar todos los seres humanos, para que con discernimiento y madurez, y sin forzar o instigar una sexualidad temprana, rayana con la perversión, elijamos con libertad y respeto nuestra propia orientación sexual y de género, pero tergiversarlo con fines ideológicos.
De lo reseñado, la influencia del pensamiento de estas cuatro figuras, han tenido y tienen consecuencias que superan el campo de la intelectualidad, y se traslada a todos los ámbitos de la sociedad, que particularmente, considero negativas, donde lo marginal no es motivo de corrección, sino por el contrario, es idealizado y conforman una deconstrucción dañina, y que ha sido tomado como emblema de los distintos grupos y colectivos que forman parte de lo que se denomina el “movimiento o corriente Woke”, un término que en inglés significa “despierto”, que deviene de la expresión “stay woke” o “mantente despierto”, que se originó en 1930, en EE.UU., y utilizado por el “Progresismo” y grupos de izquierda, que ejercitan la contra-cultura de la “Cancelación”, que se caracteriza por la censura a toda opinión diferente a la de ellos, y que en muchas ocasiones se manifiesta de manera violenta, así encontramos a, Black Lives Matter, organizaciones Feministas y LGTB+ radicales, y grupos islamistas pro Palestinos, como lo vemos en las violentas manifestaciones anti-israelíes en el presente.
Finalizando esta columna, que desde ya considero se presta para la polémica, mis reflexiones son las siguientes: 1) el daño causado en la Sociedad y la Cultura Occidental, de base judeo-cristiana, por los cuatro intelectuales mencionados en la presente, abarca la Seguridad, la Psiquiatría, la Educación; 2) superada la dialéctica marxista, tras el final de la Guerra Fría, ha sido retomada por el Progresismo y el Movimiento Woke, bajo la consigna del opresor y el oprimido, y aplicado para idealizar a grupos marginales o minorías, “alienados” por las instituciones públicas y privadas, que ejercen un control opresor; 3) la llamada “guerra cultural” declamada por el “progresismo” y el “movimiento woke”, debe ser enfrentada sin caer en el radicalismo, el extremismo, el fanatismo, que exhiben aquellos, oponiendo el respeto irrestricto a los valores éticos y jurídicos en que se basan los Derechos Humanos, y es por todo lo señalado, que la frase elegida es del filósofo y político irlandés Edmond Burke, “para que triunfe el Mal, sólo hace falta que las buenas personas no hagan nada…”.-
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