Audiencia con la Delegación del Concejo Universal de Paz
Esta mañana, el Papa Francisco recibió en audiencia, en el Palacio Apostólico Vaticano, a una delegación del Concejo Universal de Paz.
Publicamos a continuación el discurso que el Papa dirigió a los presentes en el encuentro:
Queridos amigos,
Me alegra tener la oportunidad de encontrarme con usted durante su visita a Roma y alabo su dedicación a la causa de la paz en Tierra Santa, una tierra que ha sido testigo de tanta violencia y sufrimiento a lo largo de los siglos. Desafortunadamente, nuestros días no son diferentes, y durante más de un año las oscuras nubes del conflicto han vuelto a envolver la región del mundo que llaman hogar. Está mal, está mal.
La situación actual hace que la promoción de la paz sea aún más importante y me complace ver que su delegación está formada por jóvenes de diferentes orígenes y religiones. Este es un signo claro de que el deseo de paz está arraigado en el corazón humano y que es capaz de llevar la unidad a la diversidad. Todos sabemos, sin embargo, que su tarea no es fácil. Por este motivo quisiera proponer tres breves puntos para su consideración.
La primera es que necesitamos jóvenes para llevar a cabo este importante servicio, porque poseen una especie de idealismo, entusiasmo y esperanza que nos recuerdan a todos que un mundo mejor es posible, que la paz es posible. En particular, los jóvenes pueden ayudar a otros a descubrir los elementos cruciales que allanan el camino hacia la paz: el perdón y la voluntad de dejar atrás los prejuicios y las heridas del pasado.
Los jóvenes son creativos, pero es malo cuando nos encontramos con jóvenes ideológicos, en quienes la ideología reemplaza los pensamientos y la voluntad de hacer el bien. Siempre debemos recordar y aprender de la historia; un apego enfermizo a las heridas y prejuicios del pasado nunca podrá conducir a una paz verdadera y duradera. De hecho, sólo perpetúa la espiral de conflicto y división.
El segundo punto es dialogar siempre, ya que es la principal herramienta a nuestra disposición. «Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, intentar entenderse, buscar puntos de contacto, todo esto se resume en el verbo “diálogo”. El diálogo es el único camino hacia la paz, hacia el encuentro (Carta encíclica Fratelli tutti , 198). Los jóvenes pueden ser grandes artesanos de la paz a través del diálogo.
El tercer punto es nunca perder la esperanza. La esperanza no decepciona: no perdáis la esperanza. Es muy fácil desanimarse cuando vemos los efectos devastadores de la guerra y el odio, por no mencionar la pobreza, el hambre, la discriminación y otras realidades diversas que amenazan las perspectivas de paz. Estas realidades son el resultado de las guerras.
Esto puede llevarnos a pensar que nuestro compromiso con el diálogo es en vano porque produce pocos resultados concretos. Quizás también lo critiquen por centrarse en la necesidad de diálogo para avanzar en la causa de la paz. En esos momentos, recuerda que cualquier cosa que valga la pena hacer nunca es fácil. Requiere sacrificio, requiere voluntad de volver a trabajar todos los días, especialmente cuando las cosas no parecen ir como nos gustaría. Mantened viva la esperanza, queridos jóvenes, teniendo siempre presente que todos somos parte de una sola familia humana. Todos somos hermanos y hermanas y los esfuerzos por promover la reconciliación, la armonía y la paz siempre valdrán nuestro tiempo y esfuerzo. Y por supuesto, ¡nunca pierdas el sentido del humor, esa alegría sana! Esto es muy importante. No pierdas esa capacidad de alegría que te ayuda a ver las mejores cosas.
Os agradezco vuestra visita y os aseguro mi oración por vuestro compromiso por la paz en Tierra Santa. Os bendigo a todos y os pido, por favor, que me recordéis en vuestras oraciones. ¡Gracias!
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