El deja vu global
En la columna de hoy, voy comenzar con una breve reseña histórica, a partir de la firma de la Paz de Versalles en 1919, el que dará lugar a la creación de la Sociedad de las Naciones y a un Nuevo Orden Mundial, basado en dos principios fundamentales, la Autodeterminación de los Pueblos y el de Seguridad Colectiva, y de esta forma, a través de la aquel primer organismo internacional, prevenir el estallido de conflictos armados. En esa línea, se fueron concretando varios tratados y acuerdos, como la Conferencia de Limitación de Armas Navales de 1921, el Pacto Briand-Kellogg de 1928, el que consideraba a la guerra como un “acto ilícito”, y al que adhirieron todas las naciones miembros, la Conferencia de Locarno en 1932, que garantizaban los límites oficiales entre Francia y Alemania y entre ésta y Bélgica, una Alemania que había ingresado a la Sociedad de las Naciones en 1926, y que ya para los inicios de la década de los 30, registraba el avance del nazismo, y que se concreta en 1933 con la llegada al poder de Adolfo Hitler como Canciller, quién va a aprovechar la “Política de Apaciguamiento”, que lideran el Reino Unido y Francia, y en 1936, Alemania rompe con el Tratado de Versalles y abandona la Sociedad de las Naciones e inicia el proceso de Lebensraum o Espacio Vital, anexa primero Austria, luego los Sudestes e inmediatamente después a la totalidad de Checoslovaquia, en 1938 se celebra la Conferencia de Munich, que no va a detener que el 1 de septiembre de 1939, las tropas nazis invadieran a Polonia y estallara la 2da. Guerra Mundial, en síntesis, aquel primer intento de forjar un Orden Mundial exento de conflictos fracasó y la Sociedad de las Naciones también.
Terminada la 2da. Guerra, se volvió a configurar un Nuevo Orden Mundial, caracterizado por la Bipolaridad, con un bloque Occidental liderado por los EE.UU., enfrentado al bloque Oriental liderado por la URSS, planteando la confrontación de dos ideologías opuestas, tanto en lo político, en lo económico y en lo social, pero tal como sucedió en 1919, se va a crear por el Tratado de San Francisco, el 24 de octubre de 1945, la ONU, que en sus inicios, contaba con la adhesión de 51 países, y que en la actualidad cuenta con 193 Estados miembros y dos Estados con el status de “Observadores”, la Santa Sede y Palestina, todos ellos están representados en la Asamblea General, considerado como el órgano principal, donde se tratan cuestiones como, la seguridad, la paz, el ingreso de nuevos miembros y asuntos presupuestarios, y donde cada Estado miembro ejerce su derecho al voto. Además de la Asamblea, esta la Secretaría Gral., de carácter administrativo y su titular, el Secretario Gral., es la máxima representación diplomática de la Organización, sin embargo, el órgano con mayor poder decisorio, pues es el encargado de hacer cumplir el Art. 1° de la Carta de la Organización, que dicta “el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional”, y que para esto, es el único órgano que tiene la facultad de tomar decisiones vinculantes o Resoluciones, que tienen carácter de obligatorio su cumplimiento para los Estados miembros, es el Consejo de Seguridad, el que cuenta con cinco miembros permanentes y con derecho a vetar la aplicación de las resoluciones, estos son, los EE.UU., Reino Unido, Francia, China y Rusia, la ex URSS., los 10 miembros restantes del Consejo, son temporarios, por un período de dos años y sin derecho a veto, y para que se aplique una resolución del Consejo, se necesitan 9 votos favorables, pero con un solo veto de alguno de los miembros permanentes, la resolución no se hace efectiva, esto está reglamentado en el Art. 27 de la Carta.
Además de los tres órganos señalados, la ONU cuenta con otras dependencias, como ser el OMS, el FMI, la OMC, la FAO, la UNESCO, la Corte Internacional de Justicia, por citar algunos.
Sin embargo, en los 79 años que lleva creada la ONU, poco y nada se ha logrado para alcanzar los fines de la misma, y en el ámbito económico, organismos como el FMI o el Banco Mundial, que de hecho nacieron de los Acuerdos de Bretton Woods, que fue la conferencia financiera y monetaria, celebrada en la localidad homónima, en New Hampshire, EE.UU., entre el 1 y 22 de julio de 1944, fijó las políticas económicas mundiales hasta 1970, usando el Dólar estadounidense como referencia monetaria internacional, sin embargo, ambos no han tenido el éxito buscado, en cuanto al crecimiento y desarrollo, micro y macro económico a nivel mundial, lo que se puede apreciar, especialmente, en lo que ocurrió con países que surgieron tras el proceso de Descolonización, en particular en el África, donde muchos de éstos, con importantes reservas de RR.NN., algunos estratégicos, dependían sus economías de uno o dos de aquellos recursos, creando una dependencia para su crecimiento y desarrollo de la explotación y exportación de los mismos, con escasas o nulas inversiones que diversificaran sus economías, y tras las crisis mundiales de 1973 y 1979, con las variaciones del mercado internacional del producto del que dependían, derivó en una recesión, en aumento de sus deudas externas y problemas fiscales. Muchos de esos países, con democracias débiles o con gobiernos autoritarios, siguieron el camino de la nacionalización, para lograr la autosuficiencia económica, pero esta salida fue un rotundo fracaso, sea por falta de recursos tecnológicos, por la corrupción de sus clases dirigentes o por malversación, y los programas del FMI y el BM, que imponían fuertes políticas de austeridad fiscal, liberalización de mercados y privatizaciones indiscriminadas, que se dieron a finales de los años 90, no logró obtener los éxitos esperados, y ya para el presente siglo, hace su aparición una nueva potencia mundial, China, y a través de su “Diplomacia de Deudas”, que a cambio de reestructurar sus deudas, obtienen importantes concesiones en sectores estratégicos, como la minería y la actividad agropecuaria, con inversiones en el sector logístico y tecnológico, como ser transporte, vialidad, redes energéticas o terminales portuarias, creando así un nuevo modelo de Colonialismo Económico-Tecnológico, o como lo denominó el profesor en Estudios Estratégicos, el hindú Brahma Chellaney, en el 2017, “la trampa de la deuda”, por la que Beijing utiliza préstamos e inversiones estratégicas, para ejercer su influencia en países en vías de desarrollo, lo que es funcional a sus objetivos geopolíticos y geoeconómicos, en su actual competencia global con los EE.UU., todo lo cual demuestra, que tanto el FMI, como el Banco Mundial, como los organismos económicos y para el desarrollo de la ONU, han fracasado.
Ahora pasemos, al ámbito de la seguridad internacional, desde la creación de la ONU, los conflictos armados de diversa intensidad no cesaron, a partir de la década de los 50 se advierte una tendencia en el aumento de éstos, se inicia con la guerra de Corea, que significó la primera intervención de fuerzas de la ONU, y que tras tres años de conflicto, finalizó con un armisticio, pero no en un Acuerdo de Paz, pues estableció sólo la suspensión de las hostilidades, y para 1955 se contabilizaban 17 conflictos, y siguió creciendo, llegando a la década de los 90 a 54, pero tras la caída del imperio soviético, y el final de la Guerra Fría, muchos conflictos armados, donde se dirimía la puja por el poder global entre los EE.UU. y la URSS., se fueron desactivando, y ya iniciando el presente siglo, son 24 conflictos de baja y media intensidad, con una tendencia que muchos de estos conflictos, son intraestatales, pero con efectos regionales e internacionales, debido a factores como el narcoterrorismo, los flujos de refugiados, el rol de las diásporas y los radicalismos confesionales, los que se los califica como “nuevas guerras” según Mary Soldar, o “guerras difusas” según Michael Duffield, o “violencias difusas” según Peter Lock, o los casos en que al menos, una de las partes es un Estado y la otra un actor No Estatal, llamadas “guerras asimétricas”, el caso más paradigmático, es el que libra hace más de 50 años, el Estado de Israel con las organizaciones terroristas palestinas.
En lo que va del Siglo XXI, los conflictos armados que aún se perpetúan o que han estallado o se reiniciaron, con cientos de miles de muertos y millones de desplazados, son los siguientes: conflicto narcoterrorista en Colombia desde 1960; conflicto en Somalia desde 1987, conflicto de Alto Karabaj desde 1988 a 2024; guerra de Afganistán de 2001 a 2021; conflictos en el Magreb desde el 2002; guerra de Darfur de 2003 a 2020; 2da. guerra del Golfo o guerra de Irak del 2003 al 2011; guerra civil en Yemen desde el 2004; 1ª. guerra civil Centroafricana 2004 al 2007 y 2ª. guerra civil desde el 2012; 2ª. guerra del Líbano 2006; guerra de Ingusetia del 2007 al 2015; conflicto fronterizo Yibuti con Eritrea 2008; conflicto en Gaza, en 2008 al 2009, luego en el 2014 y el actual desde octubre de 2023; guerra de Georgia 2008; guerra civil de Libia del 2011 al 2020; guerra civil en Siria desde 2011; guerra civil en Malí desde el 2012; guerra civil en Sudán desde 2013 al 2020; guerra civil en Irak desde el 2014 al 2017; conflicto Rusia y Ucrania desde el 2014; conflicto Sudán y Etiopía 2020 al 2022; guerra civil en Myanmar desde el 2021;conflicto afgano-iraní en 2023, y a esta lista, habría que sumar la llamada Guerra contra el Terrorismo desde el 2001 hasta nuestros días, incluida la guerra contra el Estado Islámico, y también, los conflictos armados internos de envergadura contra el Crimen Organizado, como viven Méjico, Ecuador y Perú.
De los conflictos señalados, dos tienen en el presente la atención mundial, el que se inició el 7 de octubre del año pasado, con el salvaje ataque de la organización terrorista palestina HAMAS al territorio del Estado de Israel, que fue escalando, no sólo en la intensidad sino en la participación de otros actores no estatales, como la organización político terrorista libanesa Hizbollah y los Hutíes del Yemen, ambos proxis de la República Islámica de Irán, y que derivó en el enfrentamiento directo entre las dos entidades estatales, Israel e Irán, conflicto que puede tener una escalada a nivel regional, involucrando a otros Estados y que de producirse, tendría consecuencias geopolíticas y geoeconómicas a nivel global.
El segundo conflicto, obviamente es el que sostienen Rusia y Ucrania, que en realidad se podría datar a partir de la anexión unilateral de la península de Crimea en el 2014, y que se dio en un contexto de las acciones armadas de grupos pro-rusos de la región de Donbás, Ucrania, pero que se ha dado en toda su magnitud, con la llamada Operación Militar Especial dispuesta por Moscú, invadiendo territorio ucraniano el 24 de febrero del 2022. Desde entonces, el conflicto ha ido escalando en todo sentido e involucrando a otros actores estatales, por el lado de Rusia con el apoyo de China, Corea del Norte e Irán, mientras que por el lado de Ucrania, apoyado por los países de la OTAN, encabezada por los EE.UU., sin olvidar, las sanciones económicas y financieras que se le ha impuesto a Rusia, a nivel internacional. Pero cumplidos ya 1.000 días, la escalada ha continuado, en la semana pasada hemos asistido, primero al discurso del presidente ruso Vladimir Putin, quién ha comunicado al mundo el cambio a su doctrina nuclear, que ahora considera como razón suficiente el uso de armas nucleares, lo que nos retrotrae a aquellos 13 días de octubre de 1962, con la Crisis de los Misiles en Cuba, cuando se estuvo al umbral de una guerra nuclear, y que no fue precisamente la ONU la que evitó el conflicto, sino el entendimiento entre los dos líderes de la potencias enfrentadas, John F. Kennedy, presidente de los EE.UU. y Nikita Krushev, el premier soviético. Y al discurso de Putin, le respondió el presidente ucraniano, Volodomir Zelensky, que más allá de responsabilizar a su par ruso de violar el Derecho Internacional, de buscar intensificar y proseguir la guerra, más allá del Plan de Paz de China, y de la declarada disposición del electo presidente estadounidense Donald Trump, de finalizar con el conflicto, ambos personajes con llegada a Putin, Zelensky hizo resaltar que Europa y Occidente, debía abandonar cualquier estrategia de apaciguamiento y enfrentar decididamente a Rusia, lo que nos retrotrae a la Europa de la entre guerras, el expansionismo de la Alemania nazi y su doctrina del “Espacio Vital”, y donde la Sociedad de las Naciones no hizo nada, ni logró nada para impedir la 2ª. Guerra Mundial, y que hoy, vemos que la ONU, tampoco ha hecho nada para gestionar y resolver el conflicto entre Rusia y Ucrania, como si todo fuera una trágica ironía de “volver al futuro”.
Finalizando la columna de hoy, mis reflexiones son las siguientes: 1) como en el pasado siglo XX, la Sociedad de las Naciones fue un esfuerzo inútil para cumplir con sus dos principios rectores, en particular el de la Seguridad Colectiva, la ONU, desde su creación hasta el presente no ha podido tampoco, ni prevenir, ni gestionar, ni resolver eficazmente los conflictos armados; 2) alguno de los órganos o dependencias de la ONU, no sólo demuestran ineptitud, sino que también carentes de objetividad, es el caso de su actual Secretario Gral. Antonio Guterres, cuya afinidad con grupos palestinos es de antigua data, al igual que su militancia de izquierda, hoy “progresismo”, pero peor aún es el caso de la UNRWA, con elementos terroristas dentro de su numerario, algunos de ellos, participando activamente en el ataque del 7 de octubre; 3) en el plano económico, tanto las instituciones financieras nacidas en Bretton Woods, el FMI y el Banco Mundial, como los organismos de la ONU, que hacen al crecimiento y al desarrollo económico y social, también han fallado, dando origen a nuevos modelos de colonialismos; 4) El fracaso de estos organismos internacionales, se podría encontrar en que sus estructuras son obsoletas, en particular en lo que hace al Consejo de Seguridad de la ONU, manteniendo la limitación al status de miembro permanente y al derecho al veto, que hasta ahora ha sido funcional a los egoísmos geopolíticos de las cinco grandes potencias, todo lo cual hace que las reglas y hasta el mismo Derecho Internacional sean disposiciones inicuas, sin la voluntad de los actores de respetar dicho marco jurídico, y 5) cuando se califica a la ONU y otros organismos internacionales como meros complejos burocráticos, inútiles e ineficaces, el ejemplo más claro que lo tenemos con el conflicto israelí-palestino, pues el próximo 29 de noviembre, se cumplirán 77 años de la Resolución 181 de la Asamblea Gral. de la ONU, que contemplaba la creación de dos Estados, uno Judío y otro Árabe, y una coexistencia pacífica, que nunca se ha logrado, y es por todo lo reseñado a lo largo de la columna, que la frase elegida es del gran Albert Einstein, “Es imposible concebir la paz cuando cada acción que se toma es con la perspectiva de un posible futuro conflicto.”.-
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