Siria y la brutal definición de hipocresía
Hace cuatro años, Naciones Unidas escribía sin rubor en sus informes sobre Siria que lamentaba que la Corte Penal Internacional no pudiera juzgar a Bashar el Assad por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad porque Siria no era firmante del Estatuto de Roma y por ende la CPI no estaba habilitada para actuar. Tal era el descaro que ni siquiera se molestaron en demostrar que estaban mintiendo desvergonzadamente, porque la CPI sí puede actuar si el país, aun no siendo miembro, no tiene un poder judicial independiente y en condiciones de cumplir sus funciones. Lo que sí tenía y tiene la dictadura siria desde 2011 es una guerra civil que ya hace 4 años llevaba una cifra cercana al medio millón de muertos, asesinados por gas sarín y otras armas químicas por Assad y por el apoyo de Rusia, Irán, Hizbollah, todos ocupantes de su territorio para defender, primero sus intereses, y segundo, mantener al dictador sirio en su trono. Entonces, la CPI hizo silencio.
A partir de la guerra civil hace 14 años, Siria quedó, además de devastada, dividida. Los opositores a Assad encontraron apoyos modestos e insuficientes, pero en 2014 ISIS entró en acción. Estados Unidos respaldando a los kurdos derrotaron a ISIS. En 2020, Siria, gobernada por Assad, pero con los apoyos que ya mencionamos, seguía teniendo enclaves opositores, y fue en ese año que Rusia y Turquía llegaron a un acuerdo para que en la provincia de Idlib cesaran las hostilidades. Turquía apoyando fuerzas autodenominadas rebeldes, Rusia a Assad. El dictador sirio no pudo controlar ni de lejos qué pasaba en Idlib, mientras Rusia empezó su invasión a Ucrania e Irán preparó la guerra de Hamas e Hizbollah contra Israel.
Hace ocho días, casi en simultáneo con la firma del alto al fuego entre Israel, Hizbollah y Líbano, la ciudad de Alepo (la segunda de Siria en importancia después de su capital Damasco) fue conquistada en pocas horas por fuerzas opositoras a Assad. El liderazgo de la toma de Alepo es el grupo Hayat Tahrir al-Sham, ex aliado de Al Qaeda y los que dominan Idlib de facto. A este grupo se le han unido otros apoyados por Turquía. El principal de ellos, “Ejército sirio libre” ha tomado varias aldeas y pueblos cercanos a Idlib, y han quedado a menos de 10 quilómetros de otra ciudad importante como Hama. Esta ciudad es más conocida por haber sido el centro de la rebelión de los Hermanos Musulmanes contra Hafez el Assad en 1982. El padre del actual dictador sirio invadió la ciudad entonces, asesinó más de 20 mil civiles, destruyó edificios, casas con sus habitantes dentro y con excavadores convirtió a Hama en tierra arrasada. A nadie se le ocurrió en ninguna parte del mundo decir ni media palabra al respecto.
Bashar el Assad pidió a Rusia e Irán que lo ayudaran a recuperar Alepo, pero sólo logró que los rusos e Hizbollah pudiesen asesinar civiles y destruir el 90% de los hospitales junto a la Fuerza Aérea de Assad. Alepo sigue en manos de quienes la tomaron hace una semana.
Nadie en Naciones Unidas dijo algo, aunque sea para disimular, hasta el lunes (como veremos al final), lo cual no debería resultar extraño. La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU sí ha dado información: 7.2 millones de desplazados, a los que se agregan otros 50 mil esta semana tras los bombardeos rusos a Alepo; 15 millones necesitan ayuda humanitaria, de los 100 hospitales de Alepo, funcionan 8. El encabezado de esta información de la mencionada oficina da vergüenza, pero no a la ONU evidentemente: “Muchos hospitales en las ciudades de Alepo y Hama han dejado de funcionar y los que continúan abiertos están desbordados por la llegada de miles de heridos, provocados por el recrudecimiento de una guerra que dura ya 14 años.” ¿Qué hicieron durante una década y media la Asamblea General, el Consejo de Seguridad y la Comisión de DDHH? Arrodillarse ante la invasión rusa e iraní y convertirse en aliados de la construcción de una de las peores tragedias humanitarias contra civiles del siglo actual dejando que los culpables sigan perpetrando hasta hoy sus crímenes con impunidad absoluta.
Si algo faltaba a esta lógica del uso de la hipocresía como arma política, Irán se encargó de hacerlo. Hace 2 días, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, dijo que “los acontecimientos en el terreno en Siria indican que hay una completa coordinación entre el régimen sionista, Estados Unidos y grupos terroristas con el objetivo de desestabilizar el país árabe. Araghchi también dijo que “el ataque a Alepo fue un complot urdido por Estados Unidos e Israel. El curso de los eventos indica dicha coordinación porque estos ataques siguieron a un alto el fuego en el Líbano”.
No hay evidencia alguna de que EE. UU. e Israel estén celebrando el ataque del grupo islámico Hayat Tahrir al-Sham. Es exactamente al revés, Israel debería estar preocupado de que haya más caos en Siria. En contextos así, los grupos que respalda Irán buscan cómo medrar en el vacío de poder y todas estas doce o trece agrupaciones extremistas obviamente odian a Israel siguiendo la línea de su mentor. Irán inventa conspiraciones para justificar sus intervenciones y asegurarse el apoyo de Turquía y Rusia. El ministro iraní ya estuvo en Damasco para respaldar a Assad y anunció una reunión de Cancilleres de Irán, Rusia y Turquía para la próxima semana.
La Organización para la Liberación del Levante, el Hay’at Tahrir al-Sham es un grupo yihadista con base en la ciudad noroccidental de Idlib, muy cerca de la frontera turca. El grupo no es nuevo ni mucho menos: nació en el 2011 como un brazo de al-Qaeda bajo el nombre de Jabat al-Nusra, financiado por donantes de los países del Golfo. En el 2013, su líder y fundador, Abu Mohammad al-Jolani, se negó a unirse al ISIS y en 2016 cortó los lazos que lo unían con al-Qaeda.
Esas decisiones fueron para salir de los grupos calificados como terroristas por EE. UU. e intentar que se los considerara como la resistencia al régimen de Assad. Pero hoy, con otro nombre no dejan de ser un grupo salafista, una visión extremista y ultraconservadora del islam sunnita surgida en el siglo XIX y que busca un retorno de corte reaccionario a una fe islámica no muy diferente al ISIS y Al Qaeda.
Que hoy quieran derrocar a Assad no mejora nada el mapa de la región ni para Europa, Estados Unidos e Israel. Assad es un asesino y un dictador sostenido por potencias. Los salafistas son islamistas extremistas que en este caso sus urgencias inmediatas son disputar el poder en la devastada Siria, pero además deben enfrentar los delirios imperiales rusos y las ambiciones islámicas extremistas de Irán. Hay’at Tahrir al-Sham y quienes lo acompañan después de tomar Alepo y estar en las puertas de Hama parecieron convencidos de que este es el momento de arremeter contra Assad porque se firmó un alto el fuego en el Líbano. Los hechos dirán en breve si acertaron en algo al menos, o se equivocaron y deberán retroceder otra vez. Sin duda, sus pensamientos no incluyen tener presente que un alto el fuego para grupos terroristas como Hizbollah es papel picado y su firma no vale nada, lo cual quedó ya demostrado en menos de 48 horas. Aunque Europa, y especialmente Francia, prefieren culpar a Israel por responder a las violaciones a lo acordado, los hechos marcan que hoy el fuego no cesó en su totalidad, que el acuerdo pende de un hilo muy delgado y de muchas presiones, que Hizbollah seguirá tirando del hilo para ver si se rompe y que, si se da marcha atrás, la devastación en Siria también se profundizará.
La posibilidad de un alto al fuego en Gaza es aún más dudosa. Se van a cumplir 14 meses del pogromo perpetrado por Hamas y de los secuestrados israelíes en los túneles y casas de la UNWRA, sólo hay alguna información y relativamente creíble. No se avizora un horizonte ni de tregua sin una resolución a la situación de los rehenes, incluyendo la fuerte amenaza del presidente electo de Estados Unidos Donald Trump dándole un plazo a Hamas para entregar a todos, los que están vivos y lo que no lo están.
En ese contexto de enorme inestabilidad, después de varios días de haber sido tomada Alepo por el grupo Hay’at Tahrir al-Sham, el secretario general de la ONU pidió el lunes a las partes en conflicto en Siria que cesen las hostilidades para ofrecer “un futuro político y no más derramamiento de sangre”. Exhortar es algo que Guterres debe hacer en general y un poco más rápido, aunque tenga que suspender su fin de semana, pero después de 14 años, la exhortación es algo muy parecido a la enésima burla que desde la ONU se ejecuta como sistema cuando suceden hechos graves.
Y no es todo. Hace 2 días la Asamblea Gral. Se reunió para votar la realización de una conferencia en junio 2025 a fin de avanzar en la creación de un Estado palestino. Lo del título de esta columna: las democracias enfrentan brutales definiciones de la hipocresía en cada ámbito internacional.
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