Irán ¿El fin del Eje de la Resistencia?
El del régimen del Al Assad, está generando todo tipo de conjeturas. Los medios de comunicación tratan de “rebeldes” u “oposición” a grupos que hasta no hace mucho, eran considerados terroristas. No debemos olvidar que en su lucha contra el gobierno del BAAS, fueron responsables de crímenes de guerra, no diferenciándose con las fuerzas del depuesto ex dictador sirio. Irán vio en Siria una oportunidad para crear un “corredor” y conectarse con el grupo Hezbollah. La toma del poder por parte de grupos islamistas suníes en Damasco, para muchos es el fin del Eje de la Resistencia liderado por Teherán ¿pero realmente es así?
Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro
En 1979, el milenario Irán, cayó en el caos revolucionario. El régimen jomeinista para evitar una contrarrevolución, no dudó en eliminar los altos mandos de las fuerzas armadas iraníes y la creación de un “ejército revolucionario”, la actual “Guardia Revolucionaria”. La crisis de los rehenes de la Embajada de Estados Unidos, abrió un abismo entre Teherán y Washington. Las monarquías conservadoras del Golfo, vieron en la República Islámica una amenaza a su existencia. El dinero de los “petrodólares” permitió la cruenta guerra de Irak – Irán. Muchos consideraban que la Revolución Iraní no sobreviviría. El régimen encontró un argumento para movilizar a la nación, fulminar la oposición laica y de izquierdas en una brutal represión. Se forjó un discurso mezcla de nacionalismo con integrismo religioso que encendió a las masas. La población consideró que estaba en juego la existencia de la vieja nación persa. Muchos altos mandos encarcelados o condenados al exilio interno, fueron llamados a filas.
El embargo de armas internacional, obligó a Irán a buscar soluciones creativas y movilizar sus recursos nacionales. No cabe duda que hubo talento y gran capacidad de organización. La guerra que iba ser un paseo militar, terminó en una matanza de ocho años. A pesar de la intervención directa de Estados Unidos – en la guerra de los Tanqueros – y el dinero y armas recibidas por Saddam Hussein, no lograron quebrar la capacidad de lucha de los iraníes. El uso de armas químicas contra población civil, no hizo más que exacerbar el odio a Occidente, que guardó silencio ante el uso de medios pérfidos en un intento de Irak de quebrar la retaguardia de Irán. El mensaje milenarista de Jomeini, destinado a “liberar” a los chiitas de la región, se tradujo en la creación del poderoso Hezbollah en Líbano.
La guerra contra Irak, generó numerosas lecciones a los líderes iraníes. El país quedó en ruinas, agregándose la muerte del “padre de la Revolución”, el ayatolá Ruhollah Jomeini, donde hubo la correspondiente lucha de poder, siendo elegido como Guía Suprema de la República Islámica, el conservador Ali Jamenei. El embargo de armas, las sanciones internacionales, y la experiencia de la guerra, llevó a los estrategas de Teherán a pensar una nueva forma de defender el país, el legado revolucionario y proyectarse sobre la región. La guerra civil libanesa forjó a mandos de la Guardia Revolucionaria, especialmente en tácticas terroristas, desarrollando capacidad de ejecutar operaciones de gran complejidad. En este contexto nació la Fuerza Quds, que en los últimos años ha estado fuertemente involucrada en proveer liderazgo en las organizaciones afiliadas al denominado “Eje de la Resistencia”.
Esta denominación surgió en medios del Próximo Oriente, en tiempos de la presidencia de George Bush Jr., cuando se refería al “Eje del Mal” al apuntar contra los regímenes de Irak, Irán o Corea del Norte. Irán comenzó a utilizar este término formalmente en 2010. La aparición del siniestro ISIS, fortaleció el papel de Teherán especialmente en Irak y Siria. Combatientes de Hezbollah llegaron a luchar junto al Ejército libanés en 2017 (Ofensiva Qalamoun) contra los ataques del Estado Islámico cuando estaba en su máxima expansión. Mientras tanto Israel libraba una “guerra fría” contra la presencia iraní en Siria, dado la preocupación que generaba por la existencia de bases cerca de los Altos del Golán y el fortalecimiento de Hezbollah. Este conflicto no declarado incluyó ataques cibernéticos, que afectaron al programa nuclear iraní, acciones directas contra objetivos en el mismo Irán, más de un centenar de incidentes en Siria, costándose la vida a personal militar de la Guardia Revolucionaria, especialmente cuadros destinados a instruir y conducir las fuerzas sirias leales al régimen de Al Assad.
Las contradicciones de Occidente en la región, permitió a Irán extender su influencia, proyectándose sobre Yemen, donde Teherán logró imponerse ante la coalición liderada por los saudíes. El restablecimiento en 2023 de las relaciones entre iraníes y Riad, con auspicios de China, se inserta en la compleja geopolítica de la región, en el marco de una política de contención de Teherán, dado la capacidad de este de cerrar el Estrecho de Ormuz y generar serios daños a la industria petrolera saudita en caso de un conflicto de mayores proporciones. Otro de los temores de los sauditas es el programa nuclear iraní. Desde el punto de vista de los intereses de Teherán, era preciso reconciliarse con un actor de peso como Arabia Saudita, dado el peso de las sanciones económicas derivadas de la suspensión del denominado acuerdo Plan de Acción Integral Conjunto o JCPOA de 2015, dinamitado por la administración Trump. Los denominados Acuerdos de Abraham, entre Israel y países del Golfo Pérsico y la posibilidad de un acuerdo con Riad, se traduciría en el completo aislamiento.
Irán asumió el riesgo y escaló el conflicto en la región, reflejado en el incremento de las actividades terroristas de Hamas, Yihad Islámica y otros grupos palestinos. El ataque del 7 de octubre de 2023 por parte de Hamas a Israel, frenó el posible entendimiento entre israelíes y saudíes. El drama de los secuestrados, los ataques masivos con cohetes, el más de un millar de muertes israelíes y la violencia desatada en poblaciones fronterizas con Gaza, llevaron al gobierno israelí a la guerra, con un alto costo político. La crisis humanitaria derivada de las operaciones militares, permitió la movilización de la opinión pública mundial, donde el gobierno israelí quedó muy mal parado gracias a la eficaz “guerra de narrativas”, incluyendo la intervención de la Corte Penal Internacional. Hezbollah fue movilizado e Israel continuó con sus ataques a objetivos tanto de este grupo en Siria como de sus patrocinadores iraníes.
Los ataques iraníes y la posterior respuesta israelí, es altamente probable que respondieran a responder más que nada a los frentes internos de los gobiernos en conflicto. Estados Unidos hizo saber que no aceptaría una escalada del conflicto, haciendo saber su rol de potencia y su poder de veto. Teherán dado su situación económica y política, tampoco buscaba una escalada mayor, se aferró a su doctrina de defensa, de alejar cualquier riesgo de conflicto armado a su territorio nacional. En el campo exterior, Irán ha estado buscando opciones, estrechando lazos con Rusia, para mostrarse como opción frente a las sanciones internacionales por la guerra de Ucrania y proyectarse discretamente en Asia Central. El acercamiento con el Kremlin permitió que Irán se integrara al espacio de los BRICS en 2024.
En los primeros días diciembre de 2024 en Doha, la diplomacia iraní se encontró con sus pares de Rusia y Turquía, donde fue tratado la crisis siria. En el marco del avance de las fuerzas islamistas, el ejército sirio directamente no combatió y en Homs se tuvo conocimiento que elementos de elite de Hezbollah, al llegar para combatir, recibieron la orden de replegarse. También se retiraron de Damasco, aprovechando al precario alto el fuego con Israel, que permitió el regreso de las fuerzas de dicho grupo a Líbano. No cabe duda que en Doha hubo algún tipo de acuerdo para el “día después de Al Assad” y que su régimen se había vaciado. La delicada situación de salud de Jamenei, paraliza la política iraní, dado que seguramente hay una lucha detrás de bambalinas entre conservadores y reformistas sobre el camino que debe seguir la República Islámica. La Asamblea de Expertos, organismo de elección popular, es responsable de designar al sucesor de Jamenei y el carácter del liderazgo religioso que tendrá su sucesor. En los medios hablan de Mojtaba Jamenei, hizo del Líder Supremo como posible heredero. Ello explica la decisión de Irán de replegarse y esperar. La paciencia estratégica es una constante de Teherán. Los dirigentes iraníes saben de las limitaciones del sistema de defensa y la estrategia de guerra asimétrica que han librado estos últimos años. Optaron por no seguir invirtiendo recursos, evitar mayores daños sobre la capacidad de su principal proxy, Hezbollah, seguramente con conocimiento que hacía tiempo que el régimen de Assad no tenía salvación y en el fondo era una cáscara vacía. Por lo tanto, había que “soltar la carga”.
Irak es posible que sea el nuevo estado “cliente” de Irán. Allí el 60% de la población es chiita y controlan el gobierno de Bagdad. Las Fuerzas de Movilización Popular (PMF como se las conoce por sus siglas en inglés), coalición de más de sesenta grupos armados, en su mayor parte chiitas, bajo control nominal del primer ministro, está fuertemente influenciado por Irán. Estamos hablando de más de 60.000 milicianos. Algunos de sus componentes participaron en ataques contra Israel. En el plano político las PMF, se expandieron controlando gran parte de los parlamentos provinciales y se proyectan en el ámbito nacional, incluyendo la justicia y el poderoso ministerio del interior. Las líneas divisorias entre elementos militares, policías y las PMF se hace cada vez más difusa. Al parecer siguen el modelo de los “pasdaran” iraníes. En el caso iraquí, las milicias del PMF recaudan impuestos, tienen una red de comercio lucrativo de chatarra y en el mercado inmobiliario. Bajo auspicios de Irán, las PMF avanzan sobre el Kurdistán iraquí, que en los hechos es un estado independiente de facto, con fuertes ligazones con Estados Unidos. La estrategia iraní es clara: aislar a los kurdos y mostrar que Teherán es una mejor opción, ante Turquía que tiene una fuerte desconfianza por los kurdos iraquíes y sirios, por temor – infundado en más de una ocasión – que hagan causa común con los kurdos turcos y el grupo PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) considerado grupo terrorista. Ankara, no ha dudado para lidiar con el problema kurdo apoyar a grupos islamistas e incluso hacer la vista gorda frente al ISIS. Los cambios en Siria, ponen en riesgo el resurgir de este grupo y donde Irán puede convertirse una opción válida para combatir a dicha organización terrorista, si los kurdos tanto de Siria e Irak son abandonados a su suerte por parte de Estados Unidos por presión de Turquía.
El fin del régimen de Al Assad, significa el fin del Eje de la Resistencia, pero al parecer Teherán, apuesta para mantener su influencia en Yemen e Irak, sin olvidar a Hezbollah. Desde la perspectiva de Jerusalén, Israel logró alejar la amenaza iraní por un tiempo, pero debe enfrentarse ante la situación de incertidumbre en Siria. La campaña militar sobre bases e instalaciones de las fuerzas armadas de dicho país árabe, se vincula con una clara desconfianza sobre los grupos islamistas que intentan formar un gobierno de transición en Damasco. No hasta hace mucho, dichas organizaciones armadas lucharon entre sí, es posible que estemos ante una coalición de “unidos por el espanto” ante un enemigo común: Al Assad y su régimen. La situación con los kurdos sirios es de una tensa calma y dado la injerencia turca en el posible nuevo gobierno sirio, abre las posibilidades de un conflicto en puerta.
¿Siria un regalo envenado?
Existe un escenario factible donde las distintas facciones armadas sirias, entren en disputa abierta por el control de territorio y espacios de poder. Existen grupos minoritarios de carácter local, que no están dispuestos a ceder tan fácilmente. El fantasma del Estado Islámico es una realidad. No en vano Estados Unidos bombardeó bases residuales de este siniestro grupo. Existen indicios que Siria pueda seguir los pasos de Libia. Por un momento, muchos salieron a festejar la caída del régimen de Gadafi, pero la incapacidad de las distintas facciones de llegar a un acuerdo, terminó una nueva guerra civil y la división de facto del país en gobiernos rivales. Irak dejó también valiosas lecciones, donde un poder central autoritario al ser derribado, generó un vacío que nunca fue ocupado, abriendo paso al caos, que hábilmente explotó Irán a su favor, ganando influencia, mientras que la presencia de Estados Unidos se iba reduciendo.
Siria puede ser un “regalo envenenado”, el enemigo previsible Al Assad, fue reemplazado por un gobierno endeble, amenazado por disputas de poder, el resurgimiento del Estado Islámico, las tensiones con los kurdos y la injerencia extranjera, constituyen un resigo a la seguridad regional e impacta directamente a Israel. Irán cuenta con una “estrategia sin tiempo” para alcanzar sus objetivos y uno de los pilares de su accionar, es desgastar sus adversarios, tanto en el plano político – la guerra de narrativas – como en lo militar por medio de las guerras por delegación. El ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023, llevó a los israelíes a una guerra de más de un año de duración, con su impacto económico, social y político. En el plano táctico Jerusalén se impuso a sus enemigos, pero no logró su desarticulación y queda un largo camino hacia la paz. El gobierno israelí tiene que lidiar ahora con una frontera norte que plantea interrogantes sobre el futuro del régimen de Damasco y los grupos armados que operan en el sur de Siria, una autoridad palestina de carácter fantasmal, cuyo vacío abre serios interrogantes sobre el futuro de la Franja de Gaza y Cisjordania y el mantenimiento de la influencia política de Hamas en importantes sectores de la sociedad palestina, que tarde o temprano puede degenerar en violencia.
De la expansión geopolítica que tuvo Irán especialmente a partir de 2012 con el apoyo al desaparecido régimen de Assad, pasamos a otro de repliegue a “posiciones seguras” en Irak y Yemen. En el caso del primero representa el 8% de las reservas mundiales de petróleo y en el segundo país, Teherán proyecta su poder a un área de alto valor estratégico para el comercio mundial, el Estrecho de Bab el Mandeb que conecta el Mar Rojo con el Índico. Hezbollah pasará por un proceso de reconstrucción, es una organización que posee importantes recursos gracias a su red internacional de economía informal, buscando preservar el arsenal y sus combatientes más experimentados. Su influencia en la política libanesa estaría garantizada por el peso demográfico de la población chiita, su capacidad militar y su inserción en la sociedad, dado que esta organización tiene una amplia red de asistencia social.
La imposibilidad de acceder a un arsenal convencional más moderno, seguramente convenció a muchos en Teherán, que la opción de disponer de armas nucleares es la mejor opción y al parecer ese objetivo está más cerca.
La República Islámica de Irán está centrada la supervivencia del régimen creado por el ayatolá Jomeini en 1979 y en el posible sucesor del Líder Supremo. No serán tiempos fáciles, la llegada al poder de Estados Unidos de Donald Trump, no trae buenas noticias a la vieja Persia, habrá más sanciones y presiones. No debemos descartar de acciones más contundentes hacia el programa nuclear iraní. Seguramente esto será capitalizado por el régimen para mantener la cohesión nacional y la presencia de un moderado en la presidencia, se traducirá en algunas tímidas concesiones para mantener la paz social. Irán a diferencia de sus vecinos, es una nación cohesionada, cuya cultura y sustrato nacional sobrevivió a lo largo de los siglos. El “Eje de la Resistencia” fue desarticulado, pero no la “resistencia” de Irán frente a sus enemigos, que se mantendrá latente hasta el surgimiento de una nueva oportunidad favorable.
Fuente: La Polis
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