Nórdicos y mediterráneos hablan sobre la defensa europea
Por Ricardo López Göttig
Tuvo lugar una reunión inusual en Laponia, al norte de Finlandia, en la que se encontraron los primeros ministros de Italia, Grecia, Suecia y el anfitrión, además de la alta representante de la Unión Europea para los Asuntos Exteriores. A dicha cita concurrieron Georgia Melonia, Kyriakos Mitsotakis, Ulf Kristersson, Petteri Orpo y Kaja Kallas, que anteriormente fue primer ministra de Estonia. No se trata de los “pesos pesados” de la Unión Europea o de la OTAN –los cuatro forman parte de ambos, siendo los dos países nórdicos los más recientes-, pero sí tienen la capacidad de ir creando líneas comunes de conversación y consenso para la defensa común europea, anticipándose a los posibles escenarios.
¿Qué escenarios? Hay una visión común de que Rusia seguirá siendo una amenaza para todo el continente europeo, más allá de cuál sea el posible desenlace en 2025 de este conflicto con la presidencia de Donald Trump. Lo que sí les queda claro a los europeos es que: 1) Rusia fue, es y seguirá siendo una amenaza para la seguridad europea y 2) no se puede depender de la ayuda continua de los Estados Unidos bajo el paraguas de la OTAN. La opinión pública estadounidense ya no siente cercano lo que acontece en Europa, se desentiende de lo que ocurre más allá de sus fronteras y sus élites se mueven cada vez más por impulsos que por una visión realista de la política internacional. Esta tendencia al retraimiento tiene más arraigo histórico y en el imaginario que el largo período desde la segunda guerra mundial hasta aquí. Intentar cambiarlo y razonar es en vano, y más vale actuar en consecuencia frente a este escenario.
Más allá de que se pueda llegar a un armisticio precario en Ucrania, Vladímir Putin exhibió sus ambiciones con respecto a Europa y su capacidad de desestabilización en el Mediterráneo y sobre todo en el Báltico con la utilización de oleadas migratorias. También resulta claro que las democracias liberales aún no saben cómo proceder ante las interferencias de los países autoritarios en sus procesos políticos y electorales, ya que utilizan plataformas de comunicación e influencia en la opinión pública que se amparan en la libertad de expresión, irónicamente, para socavar esa misma libertad en el futuro.
Los términos de la reunión en Laponia, previa a la Navidad, es interesante porque se analizó subir los niveles de inversión en Defensa y, sobre todo, en dejar este gasto fuera del Pacto de Estabilidad de la Unión Europea. Es decir, la posibilidad de endeudarse hoy a mayores niveles para alcanzar la seguridad, rompiendo una regla de oro de equilibrio fiscal a la que son tan afectos los gobiernos nórdicos o “frugales”. Se trata, también, de una visión sistémica del mismo problema: Suecia y Finlandia se encuentran en el flanco oriental de la OTAN y la UE, en tanto que Italia y Grecia en el flanco meridional.
Cabe agregar que estas reuniones tienen un componente interesante y que es la creciente relevancia de Georgia Meloni como una de las líderes europeas que crea estados de opinión, y que además puede obrar como un puente con el nuevo presidente Donald Trump. Tiene un gobierno estable -de por sí un milagro en la política italiana- y frente a las turbulencias de los dos pilares de la UE, Francia y Alemania, puede llenar un vacío en estos tiempos de incertidumbre.
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