“No nos cuenten Cromañon”- Testimonio de un sobreviviente a 20 años de la tragedia
El 30 de diciembre de 2004, la tragedia de Cromañón marcó un antes y un después en la historia social y cultural de la Argentina. Aquella noche, en un boliche que sobrepasaba su capacidad habilitada, un incendio desencadenado por pirotecnia terminó con la vida de 194 personas y dejó profundas cicatrices en miles de sobrevivientes. Dos décadas después, la memoria sigue viva, y los sobrevivientes, como Jorge Kehiayan, han encontrado en la acción colectiva y el humor negro una forma de enfrentar el dolor y transformar la tragedia en un llamado a la acción.
“Nosotros lo vivimos, no nos cuenten” es el lema que dio origen a la agrupación creada en 2005 por sobrevivientes de Cromañón. Jorge, en diálogo con Capturando al Dron, explica que la necesidad de tener una voz propia surgió al ver cómo en los medios personas que no estuvieron presentes distorsionaban los hechos. “Era difícil escuchar gente hablando sobre lo que no vivió. Queríamos transmitir nuestra verdad y levantar nuestra voz”, señala. Desde entonces, la agrupación se ha dedicado a actividades como dar charlas en colegios para concientizar a nuevas generaciones sobre la importancia de la seguridad en eventos públicos.
La tragedia no solo cambió la vida de quienes la experimentaron directamente, sino también modificó las normas de habilitación de locales en Buenos Aires. “Había 238 boliches habilitados y al día siguiente cerraron 220 por no cumplir con las normas de seguridad”, recuerda Jorge. Sin embargo, también advierte que las medidas implementadas en aquel entonces se han relajado con el tiempo, dejando al país vulnerable a repetir errores del pasado. “Argentina es hija del rigor. Nos ocupamos de las cosas cuando ya sucedieron, no antes”, lamenta.
En el plano personal, Jorge reflexiona sobre lo que significa ser un sobreviviente. “Es pensar qué haces con la vida que te quedó y entender que ser sobreviviente implica una acción social”. Esa acción, en su caso, ha tomado forma no solo a través de su participación en la agrupación, sino también en su rol como dirigente del Deportivo Armenio. Desde allí, busca mantener viva la memoria de su identidad cultural y fomentar la concienciación a través del deporte.
La conexión entre el pasado y el presente también se refleja en su vínculo con la colectividad armenia. A pesar de que su familia había perdido contacto con sus raíces, Jorge decidió reconstruir ese lazo al recordar las historias de su bisabuela, sobreviviente del genocidio armenio. “El poder de resiliencia de nuestras colectividades es impresionante. Somos comunidades marcadas por el dolor, pero también por la voluntad de seguir adelante”, reflexiona.
El testimonio de Jorge y la labor de “No nos cuenten Cromañón” son un recordatorio de cómo las tragedias pueden convertirse en catalizadores para el cambio social. “Nadie nos va a cuidar mejor que nosotros mismos”, concluye, invitando a la reflexión colectiva y a la acción para construir una sociedad más consciente y responsable.
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