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Terroríficamente normales

Richard John Evans es historiador y profesor. Enseña en la Universidad de Cambridge sobre historia moderna, y es decano de la Facultad de Historia y presidente del Wolfson College. Su trilogía sobre el Tercer Reich es una referencia historiográfica esencial, y su labor como perito en la defensa de Débora Lipstadt en el caso contra el negador del Holocausto David Irving, convirtió a Evans en una figura más pública. Al finalizar 2024 se ha conocido su obra más reciente: “La gente de Hitler: los rostros del Tercer Reich”. Ha elegido 20 figuras del régimen nazi para describir lo que Hanna Arendt llamó en su momento “hombres terroríficamente normales”.

Evans sostiene que ya es hora de dejar de generalizar por parte de muchos historiadores, en particular, alemanes, que los nazis eran la escoria de la sociedad y que eran unos trastornados. Evans intenta demostrar en sus retratos en este libro que eran como cualquiera y hasta altamente educados, lo que los convierte en más terroríficos.
Hans Frank, designado gobernador general de Polonia en 1939 y que allí quedó hasta 1945, construyó un régimen de terror sin precedentes y fue quien sembró el territorio bajo su dominio de millones de muertos judíos. El carnicero de Polonia como se le denominó es descrito con claridad por Evans. Era abogado, un pianista muy calificado, había sido educado en una familia de clase media, era un ávido lector y un gran aficionado al teatro y la ópera. Evans toma una descripción de Frank hecha por el famoso escritor y periodista fascista Curzio Malaparte cuando se entrevistó con el criminal nazi: “…tenía una cruel mezcla peculiar de inteligencia, refinamiento, vulgaridad, brutal cinismo y pulida sensibilidad…”.

A Reinhard Heydrich, gobernador de Bohemia y Moravia, jefe de la Conferencia de Wansee para la planificación de lo que sería el Holocausto, sus propios colegas nazis lo calificaban de “diabólico”; “un animal depredador”; “alguien con personalidad demoníaca”. Heydrich venía de una familia muy culta de músicos y él mismo era un violinista destacado. Evans insiste que Heydrich, Frank y tantos otros líderes nazis eran de clase media alta y que el nazismo no era la ideología de los analfabetos ni de los más vulnerables.

Desde 1934, Karl Brandt fue uno de los médicos personales de Hitler. Cirujano especializado en enfermedades encefálicas y espinales, accedió al círculo íntimo de Hitler en 1937.Dirigió la administración del programa de eutanasia nazi Aktion T-4 de 1939 y estuvo involucrado en la experimentación con seres humanos. El programa consistía en la ejecución sistemática de dementes, enfermos incurables o niños deformes mediante gas o inyecciones letales en asilos, hospitales y manicomios. Hitler inició el programa en 1939 y, aunque se interrumpió oficialmente en 1941, los asesinatos continuaron de forma encubierta hasta 1945. Como describe Evans, Brandt asesinó más de 300 mil personas y en sus propias notas detallando lo que hizo no se pudo leer ni una palabra de compasión o arrepentimiento. También Evans marca, de acuerdo con su visión, lo que él considera eran rasgos comunes en estos hombres, y otros como ellos, y menciona la amargura y la desazón por ver como caían en un tobogán desde sus alturas de clase media y sus ambiciones se desvanecían, sensaciones todas que Hitler y sus ideas supieron captar y atraer con sus promesas por un lado y con el señalamiento de un enemigo común, los judíos. Hitler los convenció hasta el fanatismo que sus aflicciones y las de Alemania eran los judíos. Y los doctores, los arquitectos, los abogados fueron absorbiendo y aceptando ese dogma a medida que sus vidas sufrían la crisis post primera guerra. Goebbels se graduó como doctor en filología en la Universidad de Heidelberg con las mejores calificaciones, pero apenas logró un empleo como cajero en un Banco y casi enseguida perdió el empleo y sus libros sobre filología no los leyó nadie.

Evans sostiene que analizar orígenes y familias de estos cabecillas del régimen nazi nos proporciona una oportuna advertencia desde la historia. Cito textualmente: “En los últimos años y actualmente, la democracia ha estado y está bajo creciente amenaza por individuos que quieren ser los hombres fuertes, los dictadores y destruirla. No estoy haciendo un paralelo, pero si miramos hacia el pasado quizás podamos aprender algo de él”. Estamos ante un estudioso optimista.

Los alemanes cultos que presenta Evans se convirtieron en asesinos despiadados porque además de sus frustraciones personales se sintieron consustanciados del fanatismo de las ideas nazis y mataron porque sentían que eso era lo justo, había que exterminar al otro. Y lo siguen diciendo hasta hoy. Así lo expresó Eichmann en su juicio cuando insistía que cumplía órdenes como si fuera un muñeco mecánico cuando en realidad las cumplió con convicción, pasión y decisión absoluta.

Y con respecto a que hoy deberíamos aprender mirando al pasado, Evans redobla su apuesta optimista. Vladimir Putin es abogado. Ayer fue miembro del partido comunista de la URSS, oficial de la KGB, y después lo que más se conoce en los últimos 30 años. El abogado sabe que invadir un país y asesinar civiles que están en hospitales, en sus barrios, en las calles es un crimen. Pero el fanático, considera que el otro, llámese Ucrania o Crimea se interpone en su camino y su idea imperial. El abogado sabe que enviar armas y hombres a Siria y asesinar civiles por miles durante años es un crimen. Pero el fanático considera que eso es legítimo para su delirio imperial.

Masoud Pezeshkian, hoy presidente de Irán es médico cirujano. Un médico que juramentó que su rol como tal es salvar vidas. Pero el político islámico fanático no ve a sus pacientes cuando tropas de su país asesinan civiles con armas químicas en Siria; tampoco ve a sus pacientes como uno de los tentáculos de Irán, Hamas, cuando quema, mata, asesina, viola civiles israelíes y de decenas de países en un concierto por la paz.

El presidente de Turquía, el economista Erdogan es experto en cómo coordinar acciones para crear y hacer exitosas empresas que a su vez hagan más próspero su país. Pero el fanático Erdogan no acepta que el Kurdistán exista e intenta a cada momento, como ahora en estos momentos, exterminar a los kurdos.

El pasado dejó pruebas, y Evans ahora agrega más. Pero el presente, si mira a ese pasado es para tomar lo peor como lecciones de la maldad del hombre y replicarla hoy con el fanatismo, el odio y desprecio a lo que cada dictador denomina el otro, el diferente. Naciones Unidas debería haber sido el lugar en el cual aprender y generar presente mejor y futuro con esperanza. Pero aquí también ha ganado la perversión. Entre otras causas, porque Naciones Unidas es sus países, y entre ellos están Rusia, la China que tiene una minoría en campos de concentración, aunque sea presidida por un comunista graduado de ingeniero químico; Irán, Corea del Norte, Venezuela, Cuba, Nicaragua, etc. Fidel Castro fue abogado, doctor en relaciones internacionales y en ciencias sociales. Quizás nunca se sepa cuántos miles de cubanos han sido asesinados y otros tantos incapacitados por torturas porque el abogado dio paso al fanático que en nombre del marxismo leninismo nunca tuvo problema alguno en ordenar crímenes contra los otros, o sea, los que no creían en su idea de ser el dios con la verdad revelada.

Israel está a 2575 quilómetros de distancia de Yemen. Los hutíes, armados por Irán, han lanzado más de 300 misiles contra zonas con población civil de Israel hace más de medio año. Ningún organismo de la ONU dijo nada. Guterres tampoco. Israel tuvo decenas de heridos graves varias veces, además de las destrucciones físicas. Hace dos semanas, Israel bombardeó regiones de hutíes. Enseguida el secretario general Guterres dijo en un tweet que los bombardeos israelíes son alarmantes. El embajador de Israel en la ONU Danny Danon dijo que lo que escribió Guterres “es repugnante”. Si tomamos las enseñanzas del profesor Richard Evans y su optimismo, bien podemos decir que el fanatismo ideológico aplasta la educación recibida. ¿Por qué habría de reconocer a Israel su derecho a defenderse el abogado del Kremlin o el ingeniero químico de Beijing? No tiene sentido, ¿verdad? Guterres es físico e ingeniero y ha sido profesor universitario. Su reiteración cometiendo prevaricación desde su cargo de poder también es fanática. Como lo dijo Danny Danon.

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