Los monstruos de Gaza

Pasaron 471 días desde que la organización terrorista Hamas secuestró a Romi Gonen, Emily Damari y Doron Steinbracher las tres primeras jóvenes mujeres israelíes que este domingo han vuelto a casa. Las imágenes del primer día del acuerdo expusieron, otra vez, quién es quien en esta guerra.

Por Luciano Mondino

Caminar por Israel te hace sentir la presencia de cada uno de los ahora 94 israelíes que están secuestrados en Gaza. Desde que la organización terrorista Hamas se infiltró en Israel el 7 de octubre de 2023 pasaron casi 500 días donde las calles de las principales ciudades del país se inundaron de marchas, afiches y pasacalles con las historias de cada uno de los que Hamas se llevó.

La firma del acuerdo trajo una explosión de sensaciones. Esperanza en las familias de los secuestrados que nunca renunciarán, como ninguno de nosotros lo haría en su lugar, a que sus seres queridos vuelvan.

Miedo también en las propias familias porque saben que, al frente, está la organización terrorista Hamas que desde hace un año ha incumplido todo tipo de iniciativa para un alto el fuego.

Incertidumbre porque la coalición de gobierno en Israel también mueve sus fichas conforme lo que pase en Gaza.

Enojo y desazón en todos aquellos que piensan que esto es una carta blanca para que Hamas haga lo que quiera y desfile, como lo ha hecho, en la Franja de Gaza anunciando una victoria pírrica.

Todo esto es Israel. Una espiral de sensaciones después de una guerra en la que todo el país se unió bajo un mandato irrenunciable: traer a todos los secuestrados a casa.

Pero Hamas no debe quedar vivo.

Toda su vocación destructiva, aunque hoy parezca indomable, debe quedar sepultada bajo los escombros de su gobierno en la Franja de Gaza.

El punto neurálgico del acuerdo es parte del abismo que separa a la sociedad en Israel y la sociedad en Gaza que va más allá del montaje que Hamas montó este domingo para entregar a las primeras tres secuestradas. Para el pueblo de Israel ninguna vida se negocia y esto es más que una decisión política ya no de un gobierno, sino un mandato irrenunciable.

Mientras que para Israel todas las vidas deben salvarse y todos los cuerpos deben recuperarse, para Hamas mientras peor mejor. Por eso utilizan, desde hace años, las escuelas de la UNRWA para almacenar armamento.

El ejército de Israel hizo todo lo humanamente posible para rescatar por la fuerza a todos los secuestrados. Lo hizo con Noa Argamani, una joven secuestrada y retenida en una casa de familia, en junio de 2024. No pudo, hasta ahora, con los secuestrados que probablemente sean trasladados por los más de 500 km de túneles que hay esparcidos por toda la Franja de Gaza.

Israel, a diferencia de Gaza, tiene un mandato irrenunciable que es la defensa de la vida. Hamas, por otro lado, no tiene ningún interés en resguardar la vida de los palestinos. A pesar de la maquinaria propagandística y el ya exagerado lavado de cara que muchos corresponsales españoles, incluidos los que están dentro de Israel emitiendo crónicas distorsionadas y de ensañamiento contra el estado judío, Hamas es una organización terrorista y es esta su verdadera cara.

Las primeras horas del 19 de enero fueron críticas. En una extensión de su terrorismo psicológico, Hamas no entregó hasta pasada las 9 de la mañana (hora de Israel) el listado de los tres primeros nombres de las secuestradas que liberaría en las horas siguientes. Tampoco nadie sabía en Israel cuál iba a ser el estado o si dentro de los primeros tres nombres vendría algunos de los que ya no están con vida.

Al momento del intercambio con la Cruz Roja, la organización que durante 15 meses exigía a Israel el cuidado de los prisioneros palestinos y no hizo nada por resguardar la salud de los secuestrados en Gaza, terroristas de Hamas y civiles, los mismos que hace unas horas estaban llorando genocidio, rodearon los vehículos oficiales y “escoltaron” a Romi, Emily y Doron. La pesadilla continuaba hasta el último segundo en medio del hostigamiento, el terrorismo y la presión psicológica.

Hamas quiso mostrarse como que está fuerte. Desfilando con las armas sobre los más de 40 millones de toneladas de escombros y alrededor de un 60% de la infraestructura destruida, los terroristas de Gaza quisieron dar un mensaje no solo a Israel, sino también a la Autoridad Palestina.

También hubo civiles, como hubo siempre, porque en Gaza hay una radicalidad que sale por los poros de los poco más de dos millones de habitantes que viven en el territorio. Hace unos meses Israel les ofreció millones de dólares y salir de Gaza a cambio de que dijeran dónde están los secuestrados. Ninguno habló, por miedo o por conveniencia, pero ninguno habló.

A mediados de la semana pasada el anuncio del acuerdo, iniciado con los viajes del director del Mossad, David Barnea, a Doha sorprendió a millones de personas en Israel. Mientras tanto, en Gaza, las calles se abarrotaron de esos mismos civiles que, sin portar el uniforme de Hamas, pidieron para que “los judíos vuelvan a tener un 7 de octubre”. La destrucción casi total de Gaza no les bastó.

En Gaza quedan 94 secuestrados.

Hay que rescatarlos a todos porque, probablemente, sea la última oportunidad de hacerlo. Del otro lado está Hamas que desde mayo del 2024 viene arruinando acuerdos y las imágenes de este domingo no son alentadoras.

Cuando vuelvan todos los secuestrados, Hamas desaparecerá. Y eso los terroristas también lo saben.

Los dos bandos en esta guerra están muy claros. Siempre lo estuvieron, pero mucho más ahora que comenzaremos a conocer el testimonio de aquellos que vayan volviendo del horror de Gaza

Nota exclusiva para Radio Jai

Luciano Mondino es Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad Católica de La Plata. Master en Política Internacional por la Universidad Complutense de Madrid. Sus principales líneas de investigación son sobre islamismo, Terrorismo y Crimen Organizado.

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