El puente angosto
El tema excluyente esta semana es la liberación de las primeras tres rehenes en Gaza.
Podríamos hablar de Noa Argamani flanqueando a Trump, de Milei sosteniendo la foto de Avinatan Or, de la fe de erratas de Clarín, del ‘saludo nazi’ de Elon Musk… pero honestamente, las anécdotas son más superfluas que nunca.
No puede decirse que la liberación de Emily Damari, Romi Gonen, y Doron Steinbrecher opacara la asunción de Donald Trump como Presidente de los EEUU, pero no cabe duda que lo que sucedió en Israel atemperó el impacto de lo que sucedió en los EEUU menos de veinticuatro horas más tarde.
Porque de hecho, y específicamente respecto a este asunto, Donald Trump estaba a cargo (‘in charge’) desde que lanzó su famosa frase ‘all hell will break loose’. Nadie nunca supo en qué ‘infierno’ pensaba Trump, pero la mera enunciación de la amenaza cerró un acuerdo que estaba sobre la mesa hace ocho meses.
Trump sigue sin gustarme. Pero debo reconocer que en este caso, su accionar fue bíblico: dijo ‘hágase la luz’, y ésta se hizo. Mal que nos pese debido a los costos que implica, hemos visto que ‘era buena’. Todos la precisábamos.
Como judíos y sionistas, en Israel o fuera de Israel, de aquí hasta nuevo aviso, estaremos pendientes a dos niveles: uno es el urgente, la liberación de los treinta rehenes restantes en esta primera fase del acuerdo; el otro es el movimiento político interno israelí, que puede condicionar las futuras fases del acuerdo tanto como las casi seguras transgresiones de Hamas.
Hemos pasado de un tiempo de desazón a un tiempo de incertidumbre, de un resignado fatalismo a una precaria esperanza.
Los últimos dos años han sacudido las raíces del sionismo, han hecho temblar nuestra seguridad existencial, han sido testigos de la ola de antisemitismo más virulenta desde 1938 a la fecha, y nos han sumido en una desesperanza que no es inherente a nuestra forma de ser y entender nuestra razón de existir.
‘Todo el mundo es un puente estrecho, pero lo importante es no tener miedo’ dicen que dijo el Rab Najman de Breslev. Todos conocemos la canción. Es tiempo de tararearla bajito hasta que podamos volver a cantarla a coro.
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