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¿Quo vadis Israel?

El domingo pasado, 19 de enero, se dio el primer paso del Acuerdo de Cese el Fuego, entre el Estado de Israel, y la organización político-terrorista palestina Hamas, que en principio tiene una duración de seis semanas, en las cuales se realizará el intercambio de rehenes en manos de la citada organización, por palestinos detenidos en diferentes prisiones israelíes, y por lo cual, ya fueron liberadas tres mujeres israelíes, Emily Damari, Romi Gonen y Doron Steinbrecher, tras 15 meses de cautiverio, mientras se liberaron 90 delincuentes palestinos, de los cuales 78 fueron con destino a Gaza y 12 a Cisjordania, y esto en un contexto, en que el portavoz de Hamas, informó que de los 94 rehenes restantes, 35 ya no estarían con vida, por su parte, en contrapartida de la exigencia de liberación de unos 1000 palestino, entre estos, al menos 250, cumplían penas de reclusión perpetua por los actos criminales terroristas cometidos.

Es así, que una pregunta recurrente es, ¿el Acuerdo debió ser firmado, o realmente es una capitulación?, por supuesto que habrá opiniones y sentimientos encontrados en el seno de la sociedad israelí, y también en la diáspora judía, pues por un lado, las familias de los rehenes y el reencuentro con sus seres queridos, o en el peor de los casos el reintegro de sus cuerpos, pone punto final a una angustiosa incertidumbre, y el inicio de un proceso terapéutico, tanto en lo físico como en lo psicológico de los liberados, mientras que para las familias de los soldados caídos en combate, se traduce en un reproche legítimo, pero en ambos casos, son expresiones desde lo individual, es una acotada, pero no por eso menos importante, de lo que geopolíticamente significa, el paso dado por el actual y cuestionado gobierno israelí, que en los inicios de las operaciones militares, luego de aquel sangriento progrom del 7 de octubre del año pasado, había declarado que iba a rescatar a los rehenes y a destruir definitivamente al Hamas, pero respecto a lo primero, fueron pocos los casos que las FDI rescataran rehenes, y en relación a lo segundo, destruyó gran parte de su arsenal, eliminó a cerca de 17.000 de sus milicianos, pero su base ideológica está intacta, lo prueba las casi 25.000 incorporaciones de nuevos combatientes.

En columnas anteriores, relacionadas con la guerra en Gaza, he señalado de manera crítica, las falencias y los errores cometidos por el gobierno encabezado por el 1er. Ministro Bibi Netanyahu, en no haber tomado en su verdadera dimensión, y minimizar los Informes de Inteligencia, como el titulado “Murallas de Jericó”, previos al 7 de octubre, que advertían del peligro en ciernes, y por lo tanto reitero, como lo he hecho oportunamente, es necesario abrir una investigación independiente, tanto de la esfera política como de la militar y de la Inteligencia, para no sólo documentar los fallos, para no volver a repetirlos, sino también, que los responsables reciban el reproche legal que les corresponda, tal como ocurrió tras la Guerra de Iom Kippur, en 1973.

Es por esto, que antes de adentrarme el un análisis macro, la pregunta que me hago es, ¿Qué es lo positivo y que es lo negativo, tanto para Israel como para el Hamas, tras 15 meses de guerra?
Voy a comenzar por el Hamas, y para ello, es inevitable que no comience, por el cerebro de la llamada por los palestinos la “Operación inundación de Al Aqsa”, quién en vida fuera un psicópata criminal, Yahya Sinwar, cuya vida la he reseñado en otra columna, sino que voy a tratar de demostrar como algunos de sus objetivos se cumplieron, y como eso debe servir para entender la visión radical palestina, sus manifestaciones y sus reacciones hoy exteriorizadas.

Sinwar, fue apresado y condenado por sus crímenes a cadena perpetua, en 1989, en su paso por diferentes prisiones israelíes, no sólo fue construyendo su liderazgo, sino que lo más relevante para él fue, conocer el sentir y el pensamiento israelí, más allá de dominar a la perfección el hebreo, y es así que llegó a dos conclusiones, que fueron marcando sus objetivos, una fue el valor a la vida que siente el israelí, y por ende, el no dejar abandonado a otro israelí, incluso si se trata de recuperar los cuerpos sin vida, la segunda conclusión, es la obsesión por la Seguridad, producto de guerras pasadas y el imperativo existencial.

Tras ser liberado en octubre del 2011, como parte del Acuerdo firmado entre Israel y el Hamas, junto a otros 476 terroristas, por la liberación del soldado de las FDI, Guilad Schalit, que estuvo cautivo por la organización palestina durante 5 años, Sinwar se puso en campaña de reafirmar su liderazgo y hacerse con el poder y el gobierno en la Franja de Gaza, contando con el apoyo de ala militar y los sectores más radicales, y esto, habida cuenta que la cúpula política de Hamas, Ismail Haniye y Khalil Meshal, residían en el exterior, y tras lograrlo, fue pergeñando sus objetivos en función de las conclusiones antes señaladas, la toma masiva de rehenes, para ser utilizados como moneda de cambio por terroristas detenidos en Israel, y planificar y ejecutar un ataque al territorio israelí, de tal magnitud, que socavara el pensamiento de una Seguridad infalible, y estos objetivos como parte de su fin último, la destrucción del Estado Judío.

Hoy, el liderazgo de Hamas ha caído en manos de su hermano menor, Mohamad Ibrahim Sinwar, apodado “La Sombra”, reconocido por los palestinos como el legítimo heredero de “El Mártir”, y seguramente buscará capitalizar esto políticamente, frente a Al Fatah, valiéndose de la situación actual en Cisjordania, pero priorizando siempre la Yihad por sobre la vida y el bienestar de la población palestina, aunque esta última, los llamados “daños colaterales”, son utilizados hábilmente, como escudos humanos o para presentarlos como víctimas inocentes de la resistencia palestina, reeditando de generación en generación, la Nakba.
Lamentablemente, el objetivo de la captura masiva de rehenes, se vio cumplido aquel 7 de octubre, y en cuanto al segundo, la infalibilidad de la Seguridad, sufrió un grave revés, más por errores humanos propios, que por los sistemas con que cuenta Israel, pues más allá de los señalados Informes de Inteligencia, en septiembre del año pasado, el Hamas llevó a cabo maniobras, en las que ejecutaban ataques anfibios, urbanos y rurales, bajo el lema, “Yihad Yihad Yihad”.

Ahora, mientras esto sucedía, Israel había iniciado el 2023 con miles de personas en las calles, protestando contra la iniciativa del 1er. Ministro Netanyahu, sobre llevar a cabo una reforma judicial, que socava la independencia y el legítimo poder de la Corte Suprema de Justicia, sumado a la situación procesal que enfrenta Netanyahu, en tres causas penales, cuyas acusaciones van desde fraude, abuso de confianza, y por soborno, y que ha polarizado a la opinión pública desde el 2019, y que al año siguiente dieron lugar a las llamadas “Protestas Balfour”, por la calle homónima en Jerusalén, y tras el 7 de octubre, esta situación judicial del 1er. Ministro, ha dado lugar a que se alzaran, voces que sostienen que ha buscado la prolongación del conflicto en Gaza, para mantenerse en el cargo y evitar ser encarcelado, y este sector trae como ejemplo, que los términos del Acuerdo presentado en mayo de este año, no difiere con el ahora firmado.

Luego, con la guerra en acto, la relación entre Netanyahu y el entonces Ministro de Defensa Yoav Gallant, fue deteriorándose paulatinamente, no olvidemos, que antes del conflicto, ya había sido despedido Gallant, pero reincorporado tras registrarse grandes protestas, pero los cortocircuitos siguieron, fuera por la posición del titular de Defensa, de terminar con la exención de incorporación de ciudadanos ultraortodoxos a las FDI, pero también, en el último tiempo, por las encontradas opiniones en cuanto a la gestión de la campaña militar en Gaza, que no sólo eran contrarias a las del 1er. Ministro, sino también, a la posición tomada por los dos Ministros más radicales y ultranacionalista, Itamar Ben Gvir y Bezazel Smotrich, de los partidos Poder Judío y Sionismo Religioso, respectivamente, en síntesis, Israel vivía en ese 2023, una verdadera crisis política y de polarización social, previa al progrom del 7/10.
La guerra con el Hamas, tuvo sus consecuencias regionales, se expandió al norte con la organización político-terrorista libanesa chiita Hezbollah, a la que sumaron los Hutíes desde el Yemen, ambos proxis de la República Islámica de Irán, y finalmente con ésta, es decir, que Israel tuvo que afrontar cuatro frentes, sin embargo, ha logrado resultados positivos en cuanto a desmantelar seriamente y eliminar a la cúpula política y militar de la organización libanesa, incluida la eliminación de su líder y Secretario Gral., el jeque Hassan Nasrrallah, y también supo neutralizar mayormente los ataques iraníes con drones y misiles, y llevar a cabo una medida respuesta a esos ataques, y si sumamos, la caída del régimen de Bashar al Assad en Siria, se puede deducir la destrucción del llamado “Eje de la Resistencia”, con el que Teherán a través de esa “Media Luna Chiita”, ha buscado constituirse en potencia regional hegemónica.

En este contexto, el rol de los EE.UU. ha tenido dos caras, por un lado es indudable la provisión y reposición de armamento, como en lo financiero, que ha quedado plasmado el pasado 4 de enero, con un paquete de ayuda firmado por el ex presidente Biden, por U$S. 8.700 millones, que deberá ser aprobado por el Congreso estadounidense, donde el actual inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, tiene la mayoría de ambas Cámaras, por lo que se da por sentada su aprobación, y vienen a sumar a los U$S. 18.000 millones, que Washington en concepto de ayuda, ha brindado a Israel, desde el 7 de octubre del 2023.

Esto deja en claro, que Israel necesita tanto de la ayuda militar como financiera, de los EE.UU., y también, en cuanto a la relación de Washington con Ankara, pues Turquía, miembro de la OTAN, con bases estadounidenses en territorio turco, tiene al presente una relación problemática con Israel, en particular por la visión neo-otomana de Recep Tayyip Erdogan, que no sólo implica un aumento de influencia regional, sino también en proyectos de transporte energético, que en algunos casos tienen a Israel como parte.

Pero, también está la otra cara en las relaciones EE.UU.-Israel, por un lado, la anterior administración demócrata, no era partidaria de entregar las denominadas “Bombas Anti-bunker”, para que la FAI atacara las centrales nucleares iraníes, aunque aceptó coordinar el ataque israelí sobre ciertos objetivos estratégicos en Irán, sin embargo, no hay que olvidar, que la ex candidata presidencial Kamala Harris, representaba y sigue representando, el ala progresista, la izquierda de su partido, que se exteriorizó en los campus de al menos, seis de las ocho universidades más prestigiosas de los EE.UU., con manifestaciones judeofóbicas, disfrazadas de “anti-israelíes”, que colaboraron a un fuerte rebrote antisemita a nivel global, incluso a través del manejo de la información en medios de comunicación partidarios de alcance internacional.

En cuanto a la entrante administración republicana, la presión realizada sobre el 1er. Ministro Netanyahu y su gabinete, para aceptar si o si el Acuerdo con Hamas, el ahora presidente Trump, se valió de su enviado especial, Steven Witkoff, el que curiosamente tiene vínculos comerciales con el Emirato de Qatar, actor estatal negociador en el conflicto, pero además financista de Hamas y que sirvió de “resort” a líderes terroristas, como en los casos de Haniye y Meshal, y retomando a Witkoff, en su momento había realizado inversiones en el sector inmobiliario en tierras qataríes, las que no le fueron redituables, y entonces, terminó vendiendo en agosto del 2023, el Hotel Park Lane, en Manhattan, por U$S. 623 millones, con un 17% de descuento, a la Autoridad de Inversiones de Qatar, por lo tanto, me surge un interrogante, ¿no hay un conflicto de intereses, que indicaran que Witkoff no debía ser la persona más indicada para intervenir en las negociaciones?

Pero además, las presiones de Trump para que Israel se aviniera a la firma del Acuerdo con Hamas, tiene una visión geopolítica más amplia, por un lado es retomar los Acuerdos de Abraham, en especial, en lo que hace a las relaciones de todo tipo, no sólo diplomáticas, entre Israel y el reino de Arabia Saudita, con el objetivo de construir un frente coordinado y en bloque contra Irán, más ahora, aprovechando lo que señalé anteriormente, la destrucción del “eje de la Resistencia”, en el que la pérdida de la injerencia iraní en Siria, propicia dicho bloque, y por otro lado, consolidado éste, encarar seria y planificadamente, terminar con el programa nuclear militar de Teherán y sus ambiciones hegemónicas en Medio Oriente, y para lograr este último objetivo, la administración Trump necesita de poner en orden las relaciones entre los países de esa región, minimizando los focos de conflictos protagonizados por grupos islamistas radicales, sean éstos de raíz sunita o chiita, y de esa manera favorecer el comercio internacional, que es definitiva donde se dirimirá la competencia con China.

Finalizando mi columna de hoy, mis reflexiones son las siguientes: primero, Israel debe encarar digerir este trago agri-dulce, que significa la firma del Acuerdo de Cese al Fuego con la organización político-terrorista palestina Hamas, para de esta manera iniciar un proceso de reconstrucción y reconciliación nacional, primando los valores democráticos, como la indubitable independencia de sus poderes, aplicar con todo rigor y sin concesiones la Ley, sin importar persona, cargo o función, único camino para combatir, tanto la corrupción como los extremismos nacionalistas y religiosos, y echar luz sobre las responsabilidades de los fallos que propiciaron el ataque del 7/10, y que sus responsables asuman el reproche legal que pueda corresponder; segundo, Israel necesita normalizar sus actividades económicas para afrontar los gastos devenidos de los conflictos afrontados y daños sufridos en general, que se estiman en U$S. 60.000 millones, con un descenso del 1 y 1,4% del PBI en los dos primeros cuatrimestres de este año; tercero, recomponer un polarizado tejido social y coadyuvando a la recuperación de las miles de víctimas, civiles y militares; cuarto, aceptar al Otro, es decir, una realidad de convivencia con un Estado Palestino, desterrando toda visión mesiánica, de un Gran Israel Bíblico, lo que no significa renunciar ni un ápice a defender la existencia del Estado Judío, pues es la única forma de tránsito a la paz y a la normal convivencia con otros actores estatales de la región, y conformar una nueva reorganización geopolítica de Medio Oriente y quinto, el Acuerdo con Hamas, puede ser visto como una capitulación, desde lo ético y moral, e incluso desde lo táctico reprochable, pero es estratégicamente necesario, visto desde lo racional y pragmático, lo que me trae a la memoria unas palabras de Henry Kissinger, “En política, no siempre se obtiene lo que quieres, pero puedes obtener lo que necesitas”, y por todo lo reseñado, y a modo esperanzador, pero sin dejar de ser realista, la frase que elegí para terminar, es del gran Shimon Peres, que dijo: “No podemos cambiar el pasado, pero podemos dar forma al futuro”.-

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