80 años Auschwitz
Los números redondos son irresistibles. Les atribuimos significación. Los números redondos marcan umbrales o quiebres. Son una forma más sencilla de visualizar tiempo y espacio.
Se cumplieron ochenta años de la liberación de Auschwitz el pasado 27 de enero. En paralelo, pero estrechamente entrelazado, Israel va rumbo a sus ochenta años en 2028. Este aniversario ‘redondo’ tiene una particularidad: está pautado por el 7 de octubre de 2023, cuyos años recién empezamos a contar.
Esto significa que, no importa cuántos años de soberanía y emancipación hayamos recorrido, en esencia nada parece haber cambiado demasiado. Auschwitz representa el horror de la Shoá; #Oct7 representa el horror de la vulnerabilidad. Ambos se reducen a un solo asunto: el antisemitismo.
Ningún acto conmemorativo eludió vincular ambas tragedias. Ni el acto central en Auschwitz que reunió a sobrevivientes con jefes de Estado ni el acto de la Comisión Permanente en el Palacio Legislativo en Uruguay. Todos vincularon aquel horror con el reciente. Las consideraciones políticas o nacionales quedaron de lado ante la magnitud humana de ambos hechos. Nos separan ochenta años, pero usamos el mismo lenguaje.
Cuando comenzaba la crisis institucional jurídica en Israel escuché al profesor Mica Goodman mencionar la tesis ‘del 8º decenio’. Básicamente, sostiene que la soberanía judía dura ochenta años y superado ese umbral, se quiebra y termina desapareciendo; cita la dinastía de David y Salomón y la dinastía macabea. Ambas duraron ochenta años hasta que los enfrentamientos internos abrieron los flancos para su destrucción a manos de terceros.
Es casi obvio que Goodman aludía al enfrentamiento civil en Israel, a su proximidad a su 80º aniversario, y los flancos débiles que podía abrir. Como finalmente sucedió. Lo que seguramente no suceda es la desaparición de Israel: el poder militar garantiza nuestra existencia física, aunque nuestros enfrentamientos ideológicos son comparables a aquellos de la Antigüedad.
Traigo a colación la tesis sugerida por Mica Goodman por dos razones: una, que Auschwitz e Israel, sin ser una relación de causa y efecto (que NO lo es), están estrechamente relacionados, al punto que entre uno y otro hay sólo tres años de diferencia; la otra razón es que el número ochenta podría plantearnos algún desafío o alternativa.
¿Sería posible pensar que conmemorar ochenta años de Auschwitz cuando todavía hay rehenes, vivos y muertos, en cautiverio en Gaza dispare una nueva consciencia de la opinión pública sobre los judíos y su derecho a la auto-determinación bajo la forma de un Estado soberano? El octavo decenio, en este caso, ¿habilitará una nueva mirada sobre la historia reciente? Porque tanto Auschwitz como #Oct7 son ‘historia reciente’; en términos históricos ochenta años son una magnitud insignificante.
Sería bueno, pero lo dudo. Más bien creo lo contrario. Creo que el octavo decenio después de Auschwitz, con #Oct7 todavía sucediendo, sólo viene para reforzar el mal endémico que es el antisemitismo: el odio al prójimo por su naturaleza y el deseo de su exterminio (eso fue Auschwitz y eso fue #Oct7). En todo caso, el octavo decenio nos desafía como judíos no sólo a denunciar y condenar el antisemitismo (muchos judíos centran casi todo su judaísmo en esa misión), sino a reforzar nuestras raíces y nuestras fuentes. De lo contrario, la Historia ya nos demostró como las fuerzas externas del odio aprovechan nuestras debilidades internas para una vez más intentar borrarnos de la faz de la tierra.
Nunca más.
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