Hoy, el mundo vuelve a estremecerse con el horror indescriptible de la barbarie de Hamás
Hoy, el mundo vuelve a estremecerse con el horror indescriptible de la barbarie de Hamás. Los terroristas, esos asesinos sin alma, han decidido finalmente entregar, los cuerpos sin vida de Kfir y Ariel, dos niños inocentes, junto a su madre Shiri, dentro de bolsas de plástico. ¿Cómo describir un acto tan atroz? ¿Cómo expresar con palabras la indignación, el asco y la rabia que esto provoca? No hay excusa, no hay nada que pueda redimir a estos monstruos que han hecho de la muerte su bandera.
Estos niños, no eran soldados, no eran combatientes, no eran una amenaza para nadie. El pequeño Kfir tenia apenas ocho meses cuando fue secuestrado junto a su hermano y su madre, y no llegó a cumplir ni un año en libertad. Eran solo niños, frágiles, indefensos y los fanáticos de Hamás los arrancaron de la vida sin piedad, como parte de su doctrina basada en la muerte. Estos individuos disfrutan del sufrimiento ajeno, celebran la muerte como un trofeo y dejan claro, una vez más, que no tienen nada de humanos.
Indignante es también que, para recuperar esos cuerpos sin vida, Israel tiene que liberar a asesinos encarcelados. ¿En qué mundo enfermo se negocia con la muerte de inocentes y se premia a los verdugos? Esto no es justicia, es un chantaje macabro, una muestra más de su total desprecio por la vida.
Y que nadie se engañe, Hamás no es un grupo de “resistencia” ni es un “movimiento de liberación”. Son criminales sedientos de sangre cuya única existencia ha traído muerte, sufrimiento y desesperación. ¿Qué clase de ser humano secuestra y asesina a bebés? ¿Qué ideología puede justificar el exterminio de inocentes, la mutilación de familias enteras y el envío de niños al matadero? ¿Qué tipo de mente enferma puede celebrar la muerte de bebés? No hay ninguna justificación para esta barbarie medieval que pretende imponerse por el terror.
Lo más terrible es la complicidad, el silencio de quienes justifican o relativizan estas atrocidades, los que desde sus cómodos despachos o desde sus ideologías podridas intentan pintar a estos asesinos como víctimas, los que financian, los que miran a otro lado. No hay palabras para describir la miseria moral de quienes prefieren cerrar los ojos ante la barbarie. Quienes defienden a Hamás, quienes los blanquean con discursos manipulados y narrativas distorsionadas, tienen las manos tan manchadas de sangre como los terroristas que cometen esos asesinatos. Son parte del problema, cómplices de la maquinaria de muerte de Hamás.
El asesinato de Kfir y Ariel, el secuestro de tantos otros, el dolor incalculable de sus familias, no puede quedar impune. El mundo civilizado tiene la obligación moral de erradicar esta plaga terrorista. No hay negociación posible con la barbarie, no hay paz con quienes solo entienden el lenguaje de la sangre y el sufrimiento. Hamás debe ser erradicado y su estructura destruida, no por venganza, sino por humanidad.
Hoy, el mundo llora a Kfir, a Ariel, a su madre, y a tantas otras víctimas. Pero el llanto no basta, esta indignación debe convertirse en acción. Permitir que estos monstruos sigan sueltos, sin detenerlos, es una traición a la esencia misma de lo que significa ser humano; es la maldad más absoluta.
Coordinadora Estatal de Lucha Contra el Antisemitismo en España.
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