Entre el deseo, la venganza y la utopía

En mi columna del 11 de diciembre del año pasado, con el título “Reordenando el Puzzle”, abordé la situación de Siria tras la caída del régimen de Bashar al Asad y la constitución de un gobierno, auto declarado de “transición”, como así también, realicé una breve reseña del grupo HTS o Hayat Tahrir al Sharm, liderado por Ahmed al Sharaa (a) Al Golani, recordando que años atrás la denominación de esta formación yihadista salafista era, Al Nusra, y estuvo asociada tanto a Al Qaeda, a la que creo sigue perteneciendo, y por un tiempo al DAESH o Estado Islámico, también hice una sintética biografía de su líder, un yihadista que ha cambiado sus ropas de fajina por trajes europeos, para “vendernos” una imagen occidental y alejada del fanatismo radical islámico, sin embargo, el presente sirio vuelve a motivar un nuevo análisis.
Y antes de comenzar el mismo, los acontecimientos que vienen dando en Siria, me retrotraen a septiembre del 2014, en ocasión de la reunión de la Academia Argentina de Asuntos Internacional, de la cual soy miembro académico, celebrada en el paquetisimo Salón Francés del Jockey Club, en la que fui designado para exponer sobre la situación de Oriente Medio, en aquel momento, y mi conferencia se intituló, “El reordenamiento geopolítico de Oriente Medio, ¿hacia la Balcanización del Mundo Árabe?”, y ponía incapié en la visión de Henry Kissinger, en su obra “La Diplomacia” de 1994, que afirmaba que si se tocaba a Siria, toda la región iba a explotar, de ahí que elegí el término “balcanización”.
Ahora bien, comencemos con el análisis de hoy, a partir de lo sucedido días pasados en Siria, escenario de enfrentamientos, persecuciones y matanzas, que han causado algo más de 1.400 muertos, en mayor parte de la minoría alauita, pero también fueron victimizados cristianos y drusos. Recordemos, que el actual gobierno de “transición” a cargo de Ahmed al Sharaa (a) Al Golani, se comprometió a llevar a cabo una política de reconstrucción y unidad nacional, la que abarcaría a todas las comunidades, sunitas, alauitas, kurdos, drusos, chiitas y cristianos, pero los recientes eventos parecen ir a contramano de aquel compromiso, o sólo fue el telón de otra estrategia que más adelante desarrollaré.
Para tener una idea de la distribución geográfica de las citadas comunidades, los sunitas, que son la gran mayoría de la población siria, se ubican en casi la totalidad del territorio, a excepción de la costa mediterránea, habitada por los alauitas y por pequeños islotes cristianos, mientras que al suroeste, límites con Jordania e Israel, encontramos a la población drusa, y tanto el extremo noroccidental como el nororiental de Siria, es territorio tradicional kurdo, el Kurdistán sirio, y el colectivo chiita, además de ser minoría, esta aislado entre sí en la región central.
Teniendo esa distribución, se entiende el por qué los saqueos y matanzas, llevadas a cabo por efectivos del ejército sirio y grupos sunitas, se han registrado en las localidades de Tartus, Jableh, Latakia y Baniyas, todas en territorio alauita, en el que por su parte, elementos alauíes reaccionaron con igual violencia, muchos otrora pertenecientes a la fuerzas represoras del régimen de Al Asad, y donde no hubo miramientos para atacar hospitales, escuelas y viviendas particulares, en un baño de sangre que no hizo distingos entre hombres, mujeres y niños, víctimas de torturas, decapitaciones y otras atrocidades.
Ahora bien, los alauitas son un caso particular por dos factores, uno es el político, relacionado con el régimen que rigió Siria desde la llegada al poder de Hafez al Asad, ya siendo para entonces el 15% de la población, ubicada como se dijo en la región costera mediterránea, sin embargo, han tenido una importante representatividad en los sectores políticos, militar e intelectual, con una fuerte impronta en el Partido Baaz Árabe Socialista, e incluso, conformaron las temidas milicias “Shabiha”, escuadrones de la muerte que actuaron contra la resistencia del régimen desde el 2011. Por su parte, el perfil laico del baazismo, colaboró a que no sólo el colectivo alauita apoyara al gobierno de Damasco, sino también inclusive, el de muchos cristianos y drusos.
El segundo factor, es el religioso, pues dentro del Islam, más allá de la tradicional división entre sunitas y chiitas, los alauitas tienen sus particularidades, reconocen una trinidad conformada por Mahoma, Alí y Abu Abdillah o Salman el Persa, compañero de Mahoma y el primer persa convertido al Islam, además del Corán poseen dos libros sagrados, Kitab al Bakura y Kitab al Majmu, este último, según eruditos sunitas es la principal fuente de enseñanza aluí, también veneran a figuras cristianas, como Santa Barbara, San Simeón y San Jorge, y siguen el ritual de celebrar la consagración del pan y el vino, lo que recuerda la eucaristía cristiana, y festejan el Akitu o Año Nuevo, los 1ro. de enero, además rechazan la aplicación de la Shariat, aspectos éstos que los diferencia de sunitas y chiitas, aunque son más cercanos a los segundos, por reconocer a los dos imanes, y el mismo ayatollah Khomeini, los ha reconocido como musulmanes, parte de la Umma islámica, pero para los clérigos y expertos sunitas, son considerados una secta herética, que desvirtúa el Islam, y por lo tanto, deben ser perseguidos y castigados.
Es así, que para la visión del yihadismo salafista, tanto por lo político como por lo confesional, es lícita tomar venganza política y religiosa, las que paulatinamente se iniciaron en diciembre ppdo., y ahora el relato del actual régimen de Ahmed al Sharaa, es que grupos alauitas remanentes del gobierno de Al Asad, en particular la Brigada del Escudo Costero, atacaron a las fuerzas de Damasco, pero lo que no dice Al Golani, del envío de árabes sunitas, uzbecos y chechenos, para repoblar la región alauita, con el propósito de impedir que se constituya un Estado secesionista alauí, como ocurrió entre 1920 y 1936, durante el mandato francés, que existió hasta que fue integrado a la República de Siria, lo que muestra la complejidad del conflicto, pues a lo reseñado, también no hay que olvidar que la región costera mediterránea, es importante por su proyección marítima, con sus recursos naturales y vías comerciales, más la zona del Valle Fértil.
Y ahora voy a exponer mi teoría, sobre la estrategia del actual régimen de Ahmed al Sharaa, puedo interpretar que lo sucedido en la región costera, obedece a una estrategia, que en el ámbito del Derecho se conoce como, “teoría de la víctima propiciatoria”, y en Ciencias Políticas, como la “teoría de la espiral de acción y reacción”, es decir, el gobierno de Damasco, sabía que los grupos y población alauita, ante presiones, provocaciones y actos violentos en su contra, llevados a cabo por grupos sunitas, constituyen para aquellos una amenaza existencial y reaccionarían, y esto sería “vendido” por el actual régimen, como un alzamiento contra las autoridades del gobierno de transición, pero que no justifica en nada las matanzas perpetradas por este “yihadismo inclusivo”.
Dicho esto, el gobierno presidido por Ahmed al Sharaa, tiene que afrontar no sólo la posibilidad secesionista alauita, sino también, en el sur del país la constitución de un potencial Estado Druso, apoyado por Israel, y esta situación ha llevado a la firma de un importante Acuerdo con la dirigencia kurda, la semana pasada, que representa al Kurdistán oriental sirio, con la presión de Washington para que se concrete el tratado, por el que se incluye a las fuerzas kurdas en las instituciones militares y civiles sirias, otorgándosele la ciudadanía con plenos derechos políticos y civiles, además los yacimientos de gas y petróleo bajo control kurdo, pasan a ser controlados por Damasco, en si la jugada del gobierno de transición, busca cerrar conflictos para que se levanten las sanciones económicas impuestas por Occidente, única manera de resolver la crítica situación económica que sufre Siria.
Y Siria, es en el presente un ejemplo más, que en el Mundo Musulmán la Democracia no es posible, porque o bien son “monarquías tribales”, Arabia Saudita, Jordania y los emiratos del Golfo, o bien son “repúblicas dinásticas”, pues aún en aquellos casos que se ha intentado separar, el Estado de la religión, como lo fue la Turquía Kemalista, laica y pro-occidental, y que sin embargo, el poder residió en la cooptación de las FF.AA. y el Poder Judicial, es decir, a lo sumo fue una “democracia imperfecta o instrumental”, y algo similar se aplica a Egipto, desde la llegada al poder de Gamal Abdel Nasser, cuya dinastía ser continuó con Anwar al Sadat, siguió con Hosni Mubarak, y tras un ensayo de elecciones libres y la llegada al gobierno de la Hermandad Musulmana con Mohamed Morsi, fue derrocado y en accedió al poder el Gral. Abdel Fatah al Sisi, su actual presidente, y podría seguir con estas autocracias dinásticas, como el Irak de Saddam Hussein, o la Libia de Muhammad Khadafi y la propia Siria del Clan Al Asad.
Finalizando la columna de hoy, mis reflexiones son las siguientes: el grave problema de no separar religión y Estado, es la disyuntiva del Islam ante la Modernidad, un Islam que es una religión con más de 1.600 millones de creyentes, en el que la visión radical y yihadista ha ido en aumento, y que no sólo es causal del terrorismo externo a las sociedades musulmanas, sino también del exterminio interno, como el que asistimos en la Siria de hoy, y que nos plantea el interrogante, deseo, venganza o utopía?, pues parece ser que la visión del actual gobierno sirio, concibe la reconstrucción del Estado y la integración, bajo una omnicomprensión islámica, que encuentra en la violencia, la vía para la defensa de un orden puro, que posibilite la concreción de una estructura política y social, |mientras tanto, la frágil estabilidad que se dio, a tres meses de la caída del régimen de Al Asad, parece la antesala de un nueva guerra civil, y que sólo ha sido un paréntesis en el conflicto que asola a Siria en los últimos 14 años, y por supuesto sin olvidar, que Siria tiene una importancia estratégica de relevancia internacional, pues el control de su territorio, tiene consecuencias, como cambiar las dinámicas de Poder en Oriente Medio y en su entorno próximo, pues es un cruce geopolítico y geoeconómico entre África, Asia y Europa, en donde también se juegan los intereses de las dos grandes potencias, los EE.UU. y China, y por lo reseñado y reflexionado, la frase elegida para terminar es la que base mi conferencia en el 2014, expresada por Henry Kissinger, que sentenció: “ si se tocaba a Siria, toda la región iba a explotar…”
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