Música-El asteroide 168321 y la respuesta de Saul

Hijo de judíos germanófonos de la Bucovina de los Habsburgo, el tenor judío Joseph Schmidt (foto) fue reconocido y apreciado en todo el mundo; De baja estatura y no apto para papeles teatrales de particular destreza física, más que en el escenario fue la radio alemana la que aumentó enormemente su popularidad.

Tras el ascenso del nacionalsocialismo, Schmidt huyó a Austria, Bélgica, los Países Bajos y, finalmente, a Francia; Dotado de pasaporte alemán, dada la entrada de Francia en la guerra fue internado como sospechoso de ser extranjero pero, tras algunos intentos fallidos, en septiembre de 1942 escapó y llegó a Suiza.

En el camino a Zúrich, agotado por su huida y al límite de sus fuerzas, Schmidt se desplomó al costado de una carretera; en 1942 el gobierno suizo no reconoció el estatus de refugiados políticos a los judíos refugiados en su territorio y, por lo tanto, Schmidt fue trasladado al campo de internamiento de Girenbad.
Abierto para dar asilo temporal a los refugiados alemanes, Girenbad estuvo en el centro de operaciones oscuras y nunca aclaradas; A pesar de la neutralidad suiza, hubo injerencias y presiones indebidas por parte de la policía fronteriza alemana, lo que puso en grave peligro la seguridad de la población judía internada allí.

Poco después de su internamiento, Schmidt fue ingresado en un hospital de Zúrich debido a una inflamación del sistema faríngeo, pero durante su convalecencia sufrió un dolor en el sistema cardíaco que le imposibilitó tratar la inflamación anterior; Schmidt fue dado de alta del hospital el 14 de noviembre de 1942, pero no se curó, por lo que fue trasladado de vuelta a Girenbad. Murió de un síncope cardíaco dos días después mientras almorzaba en un restaurante en Waldegg adyacente al campo de internamiento.

Al día siguiente de su muerte, la autoridad cantonal de Zúrich firmó el permiso de trabajo de Schmidt, es decir, su liberación definitiva del campo de internamiento.

La dramática historia del infortunado tenor representa icónicamente a toda una generación de compositores, directores, solistas y virtuosos, músicos de jazz y showmen que desaparecieron desde 1933 hasta 1953; El nacionalsocialismo y el estalinismo arrebataron a la posteridad una intelectualidad artístico-musical difícil de precisar y cuantificar.

Hay que ser más audaces, hay que canalizar el análisis de la producción musical de los campos de concentración en el campo de la filología y la musicología; Es urgente sacarlo de las simples memorias y de los procesos sumarios de musealización para transformarlo en alimento diario de la mente.
La presencia de una obra musical presupone la existencia de otras obras, este tiempo es la confirmación de que hay otro tiempo y lo mismo para el espacio; Toda música salvada del olvido o de la destrucción es una prueba irrefutable de que hay otra y otra más por venir.
La ausencia de información histórica provoca revisionismo, negacionismo; Por el contrario, hoy en día contamos con una considerable documentación artístico-musical sobre la música de los campos de concentración y esto crea historia.

Un día alguien le preguntó al músico judío-estadounidense de origen polaco Saul Dreier, fundador de la Banda de Sobrevivientes del Holocausto que tocaba la percusión con cucharas en Płaszówy Mauthausen: “Saul, ¿cómo sobreviviste a ese infierno?” y Saul respondió sin dudarlo: “No lo sé“.
“No lo sé” es la respuesta exacta y, ahora que lo pienso, muy optimista.

El 22 de enero de 2008, los astrónomos nombraron al asteroide 168321 Josephschmidt en honor al gran tenor; para aquellos que quieren curarse del mal de la Historia con la medicina de la Música es un buen comienzo.

Francesco Lotoro