“Cada paso es memoria viva” Agustino Fontevecchia en la Marcha por la vida en Auschwitz
Agustino Fontevecchia, director de medios digitales del Grupo Perfil, se encuentra en Polonia como parte de la delegación argentina organizada por el Museo del Holocausto de Buenos Aires, participando en la Marcha por la Vida. Este evento anual conmemora el levantamiento del gueto de Varsovia y recuerda a las víctimas del Holocausto. “Estamos marchando desde lo que es el campo Auschwitz I a lo que es Auschwitz II, Birkenau, junto a unas 7.000 u 8.000 personas, incluyendo 80 sobrevivientes”, compartió desde el lugar.
A lo largo de varios días, Fontevecchia visitó lugares emblemáticos de la Shoá como el gueto de Varsovia, Cracovia, Treblinka y los campos de concentración.
La experiencia, contó, le permitió tomar contacto directo con las dimensiones del horror y también con gestos de resistencia que marcaron aquellos años oscuros. “Se combinaba la eficiencia extrema de la máquina de matar con momentos, a veces pequeños, de resistencia. Mantenerse vivo ya era un acto de resistencia”, destacó.
Uno de los momentos más conmovedores del viaje fue el contacto con los sobrevivientes que integraron la delegación. Entre ellos, Rosa Rottenberg, quien de niña fue contrabandeada desde el gueto de Varsovia a un orfanato. “Nunca conoció a su madre y recién hace unos días supo qué le había pasado. Pasó por tres campos de trabajo. Detrás de los seis millones de judíos asesinados hay historias individuales que son horrendas, pero también profundamente humanas”, relató.
En medio del recorrido, Fontevecchia también comenzó a investigar su historia familiar vinculada a la Shoá. “Hay un lugar fascinante que es el cuarto de los libros en el museo de Auschwitz. Tiene un libro con aproximadamente cuatro millones de nombres de víctimas. Cuando uno ve páginas enteras con su apellido, se despierta algo profundo”, explicó. Aunque su familia emigró antes del inicio de la guerra, no descarta que hayan quedado parientes entre las víctimas.
La Marcha por la Vida no solo representa un ejercicio de memoria colectiva, sino también una oportunidad para la introspección. “Es encontrarse cara a cara con el horror, con lo que el ser humano puede hacer cuando pierde la humanidad. Esto debería convocarnos a hacer un trabajo interno muy fuerte”, concluyó Fontevecchia.
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